Lo de Boca fue un papelón monumental. La última vez que vino a protagonizar a la cancha de River fue en el 4-2 del equipo de Guillermo Barros Schelotto, en 2016, hace casi nueve años. Y Fernando Gago perdió hoy una oportunidad de demostrar personalidad. Se termina traicionando a sí mismo, cambiando un sistema y generando desconfianza en los propios, puertas para adentro, algo que dije en la previa.
Mañana Boca tendrá día libre y el martes, en el reencuentro con el plantel, no va a ser un momento más porque tranquilamente va a haber jugadores que empiecen a mirar de reojo, que se empiecen a preguntar por qué cambió para este partido, por qué fuimos a jugar de esta manera.
Después, obviamente, hay responsabilidades compartidas porque los jugadores tampoco estuvieron a la altura. Salvo Miguel Merentiel, una vez más, que es el alma de este equipo, es el único que se rebela, el único que demuestra tener hambre, humildad y sacrificio y además es el que hizo el gol para el empate transitorio.

Merentiel, el único que estuvo a la altura.
Insisto: acá hay responsabilidades de todos. Más allá de que Gago ahora pueda conseguir el título, cosa que me suena poco probable de esta manera, le va a saber a muy poco porque el golpe de la eliminación con Alianza Lima y el de la derrota de hoy en la cancha de River, de la manera que Boca lo jugó, yo creo que le puede costar muy caro. Habrá que ver qué es lo que definen Riquelme y todo su séquito.
A su vez, un buen arbitraje de Nicolás Ramírez, que pasó desapercibido. Una floja actuación de Agustín Marchesín, creo que la diferencia también estuvo en los arcos, porque cuando River necesitó a Franco Armani, él respondió. Yo creo que Marchesín tiene responsabilidad en los dos goles de River.
Por otro lado, el Changuito Zeballos era el jugador, por lo menos, para que entre en el entretiempo. Tardó hasta el minuto 23 del segundo tiempo para hacer los cambios y ya en tiempo de descuento recién rompió la línea de cinco. Entonces, me parece que son todas cuestiones en las que Gago nos da de comer para criticar y para reprocharle todo lo que programo y que, en definitiva, no le salió.

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