“Me retiré para estar más tiempo con mi hijo”. David Abraham todavía no cumplió los 40, pero hace casi cinco años que ya es exjugador de fútbol. Y dice que no se arrepintió jamás de la decisión que tomó, allá por el 2021. Cuando jugaba en Europa, era capitán, figura e ídolo de su equipo, tenía contrato vigente, lo querían retener y no, nada lo hizo cambiar de opinión. El amor y las ganas de estar con el pequeño Alfonso fueron siempre más fuertes.
“Yo me había ido en enero del 2020 de pretemporada, también teníamos vuelos programados para fin de febrero y justo se estaba anunciando que había una gripe en China, estábamos cautelosos y dijimos ‘vamos a esperar diez días a que pase todo esto’ y no fueron diez días sin poder ver a mi hijo, que lo vi recién el 1° de julio, así que seis meses sin verlo y ahí fue la decisión del retiro”.
Para ese entonces, Abraham todavía tenía contrato con el Frankfurt Eintracht y estaba divorciado de la madre de su hijo, que se repartía entre Argentina y Alemania para que pasaran tiempo juntos. Pero entre la pandemia y el inicio escolar, el tiempo juntos comenzó a acortarse y no había otra forma de verlo que volver al país.

Capitán e ídolo del Frankfurt, se retiró para estar con su hijo. Foto IG.
“No se me vencía el contrato. Ellos querían que me quede dos años más. Querían renovar. Me querían renovar y yo no. Yo dije no, no quiero. Y es más, no es que no quiero seguir acá, sino que me quiero retirar. Y se sorprendieron por la edad, jugando, sin lesiones, no es que tenía alguna dolencia o algo”.
Hubo una parada más en el medio entre Alemania y el retiro definitivo. Dos, en realidad. Porque cuando regresó al país, jugó casi un año en Huracán de Chabás, el club de su pueblo natal. Pero antes existió la chance de volver a Independiente, el equipo en el que surgió, el que lo tuvo viviendo en la pensión y el que lo vendió al Nástic de Terragona. Pero no pudo ser, y no por él.
-¿Fue real la chance de volver a Independiente o fueron sólo rumores?
-Fue así. Yo le dije al entrenador en mayo de 2020 que me quería ya retirar del Frankfurt, tenía un año más de contrato, pero yo ya había hablado con los directivos, me quería ir a Argentina a jugar. Me comunico con el Puma Damiani, era el secretario, director deportivo de Independiente. Ellos ya me habían llamado varios torneos antes, que yo no podía ir porque renové dos años consecutivos con el Frankfurt. Le dije ‘en enero lo hablamos y ya le vamos dando forma’. Hablé con Pablo Moyano y aviso que los alemanes están esperando como una oferta pero no de plata, sino una confirmación de que está el interés, que ustedes me van a hacer contrato. Primero me tenían que rescindir, me dejaban libre de buena fe porque sabían lo que yo quería, estar cerca de mi hijo, y les decía por lo menos dame algo para mostrarle al club que realmente voy a ir a Argentina y que ustedes me van a contratar. ‘Vamos hablando’. Pasó febrero, no me dijeron nada. Marzo, ya me preocupé. Les escribo y les digo ‘¿qué va pasar con todo esto?’. No tuve respuesta. El club alemán me dice que qué iba a hacer porque yo en mayo supuestamente ya me retiraba. “Independiente no me responde. Así que voy a dejar de jugar, me retiro”. Y en el Frankfurt me dicen que no, por favor no te querés quedar, te ofrecemos más tiempo, dos años, quedate. Hubo un montón de sponsors que se bajaron con la pandemia y Frankfurt estaba medio al límite, me dicen por favor, seis meses más para nosotros poder componernos un poco de la pandemia y traer un jugador en tu posición. Y así fue. Llegamos al acuerdo de estar hasta enero y ya después fue que me retiré en el 2021.

Abraham jugó casi un año en Huracán de Chabás. Foto IG.
-Entonces lo que pasó con Independiente precipitó tu decisión…
-Exactamente. Fue en la pandemia, el poco interés que yo recibí… Yo no pretendía un contrato altísimo ni mucho menos, algo que diera para vivir y no gastar la plata. Yo no quería ni ser el mejor pago, lo normal y suplir los gastos para poder ir a Avellaneda (Santa Fe, donde vive su hijo). Siempre pensando en eso, no ocasionar un gasto excesivo al club. Yo quería un contrato para venir. No pretendía los millones de pesos o los cientos de dólares que en ese momento Independiente pagaba a muchos jugadores. Yo encima hincha de Independiente, mi viejo hincha de Independiente, la última vez que había jugado después demolieron la Doble Visera y digo “vuelvo, estoy en la nueva cancha”, pero no se dio.
-¿Te quedó la espina?
-No, pienso que siempre las cosas pasan por algo, así que si no se dio, no se dio y tenía que ser así. Ahora disfruto de haber estado en muchos momentos con mi hijo que a lo mejor si seguía jugando me lo hubiese perdido. Creo que podía aportar experiencia. Soy una persona más de grupo, a lo mejor no iba jugar mucho. Pero con la experiencia puedo llevar mejor el vestuario, hacerle la vida más simple al entrenador, ese siempre fue mi rol, saber qué es lo que Independiente necesita. Yo soy de Independiente, mi viejo es de Independiente, él me hizo hincha.
Contará también que sigue en contacto con Carlos Matheu, entrenador de la Reserva, que fue a jugar al Senior y pudo estar en el Ricardo Bochini / Libertadores de América, que tiene pendiente llevar al padre y por qué no también a su hijo al estadio a ver un partido. Pero en lo que fue su carrera, el sueño del regreso se frustró. Y la idea de seguir jugando también.
Estuvo un año en Huracán de Chabás, pero la logística entre el pueblo, su casa en Funes y la de su hijo en Avellaneda (Santa Fe) se hizo complicada y al poco tiempo decidió dejar de jugar. Hoy dice que no tiene ganas, que está alejado del fútbol a excepción de los viajes que hace a Alemania como embajador del Frankfurt. Y de la canchita que puso con un amigo cerca de su casa.
-¿No pensaste en ser entrenador?
-Por ahora estoy bien así. Estoy disfrutando todo el tiempo que no pude disfrutar por estar haciendo lo que más me gustaba en el mundo. Y ahora lo que más me gusta en el mundo es estar con mi hijo y cuando no estoy disfruto de mi vida, el tiempo libre. Tengo hermano técnico en Chile, estuvo en Ñublense, en Curicó, en Primera y ahora es ayudante de campo en Palestino, en Chile, y él también siempre me dice que haga el curso para que estemos los dos juntos en un equipo, pero no me veo, no me veo.
-Ya cumpliste tu cuota.
-Sí.
El inicio y el salto
Abraham llegó a la pensión de Independiente en el 2002 y dos años después ya estaba debutando en Primera, con apenas 17 años. Central y surgido de las Inferiores (aunque con una altura de casi 1,90) alimentaron las comparaciones con otros exjugadores rojos. Algunos empezaron a decir que era el nuevo Gabriel Milito. “Lo único que tuve de parecido con Gaby es que debuté a los 17”.
-¿Te costó la comparación?
-No, en esa época no había redes sociales, pero uno no le da mucha bola. Por suerte, porque muchas veces te confunden esas cosas. Y es así: el fútbol argentino es sacar jugadores y querer vender para cubrir o para traer a otros jugadores que son iguales, pero les terminan saliendo más caros al club, entre salarios y todo… Son negocios que uno no comprende por qué se hacen, pero es el negocio del fútbol, a veces la terminan ligando los chicos del club cuando hay una mala gestión, terminan jugando en un equipo desarmado, en momentos complicados, siempre terminan dando la cara a los chicos del club.

David sigue siendo embajador del Frankfurt. Foto IG.
Para explicar su punto agrega: “Habré tenido 10 parejas de centrales en tres años”. “Un montón. Siempre te terminaban trayendo a uno que cobraba muchísimo más porque venía de afuera y terminaba jugando yo. Ese menosprecio que se siente por parte de los dirigentes, que los chicos del club no sirven cuando después en definitiva cuando vas a hacer plata es cuando vendés a un chico del club al que le fue bien”.
De sus años de pensión conserva muchas relaciones. Adrián Gabbarini, Diego Assman y Oscar Ustari, hoy arquero del Inter Miami. “A Oscar lo felicité. Cuando fui a Chile a visitar a mi hermano, él justo estaba en Audax Italiano. Fui a ver un partido y después fuimos a tomar un café. Y él no sabía qué iba a hacer, qué esto y qué lo otro. Le digo, ‘¿por qué no te vas a Miami?’. Porque no sabía adónde ir, Y a Oscar le sobra. Es un arquerazo. Y me dijo: ‘Yo con Leo hablo siempre pero nunca…”. No sé, pero decile a tu representante que hable o algo. Y a los tres, cuatro meses fue Oscar firmó ahí. Lo felicité, de vez en cuando le escribo. Le sobraba para estar en cualquier equipo. Cuando lo fui a ver atajar, la rompió. La rompió”.
Ya sus últimos tiempos en el Rojo no eran buenos, él reconoce que en parte era por él mismo. Y su salida al Nástic, primero a préstamo y luego de forma definitiva le cambió la cabeza. Y el cuerpo: tuvo que aprender a ser un verdadero profesional. “Me cambió la cabeza, otra personalidad, cambié, como que maduré”.
-¿Ahí fue que te pesaban tres veces por semana?
-No solo en Independiente, creo que la mayoría lo hacía, tomábamos mate y comíamos bizcochitos Don Satur antes de ir a entrenar. Eso hoy en día cambió pero rotundamente. Yo llegué a España y me hicieron todas las mediciones. Yo era flaco y tenía un porcentaje alto de grasa. Y me dijeron tenés que bajar a 12 y empezar a hacer dieta, ganar masa muscular, ser mucho más profesional. Así que eso me cambió un montón y ahí era estricto. No jugaba, tres veces fuera del peso y no estabas en la lista. Aprendí lo que era realmente que si no hacés lo que dice el técnico, no jugás. No había presiones del dirigente, el técnico era el que tenía la última palabra.
-¿Cuando estuviste en el Sub 20 para el Mundial de Holanda, también eran así relajados de mate y bizcochitos?
-No, nooooo. En la Selección con Hugo Tocalli, Pancho Ferraro y el Profe Salorio era todo muy estricto. Nos enseñaron la disciplina ya de chicos, ahí sí que no. Cuando estábamos en la Selección te daban una copa de Coca Cola y después agua. Una copita, sería una copita chiquitita, que no te hace nada y te hace bien porque sino es todo muy monótono, sino mucho tiempo haciendo siempre lo mismo lleva como un poquito al cansancio. Entonces te daban esa libertad. Si querías una copita de Coca, tomabas una copita de Coca, menos de 200 mililitros de Coca, ¿qué le puede hacer al cuerpo? Nos controlaban mucho y ya tenían toda la experiencia de manejar juveniles.

Argentina campeona en Holanda 2005. Abraham al lado de Paletta. Foto Archivo.
Esa disciplina que aprendió en España y en la Selección Sub 20 (con la que fue campeón del Mundo junto con Messi) le vino bien para Alemania, aunque ni allí ni en Suiza, cuando estuvo el Basilea, eran estrictos con el peso. Pero él dice que para triunfar en Alemania se necesita eso: disciplina.
-¿Qué tiene que tener un argentino para triunfar en Alemania?
-Adaptarse al país, a la cultura y disciplina. Lo fundamental en Alemania, el respeto y la disciplina, es lo que más le gusta al alemán: el respeto, la disciplina y constancia de querer mejorar. El alemán la disciplina no la negocia con nada.
-Vos, Demichelis, Pinola, Klimowicz por citar algunos, son la comprobación de que los argentinos, más allá de la rivalidad, pueden ser queridos en Alemania.
-Sí, el hincha alemán no le da bola a la selección. A los partidos de la selección va gente… No va gente de fanático del club, va gente que le gusta el fútbol. Los fanáticos, los ultras o las barras no van a partidos de la selección. No les interesa, ellos son fanáticos de su club. Es muy loco.
-Contaste alguna vez que tras la eliminación en Rusia 2018 en la fase de grupos no pasó nada allá. Acá ese Mundial terminó en escándalo.
-Sí, exactamente, fueron dos cosas totalmente diferentes. En Alemania dicen “tenemos que cambiar las formas de cómo estamos trabajando porque así no nos fue bien”. En Argentina ya es culpa de éste, culpa del otro, Messi se tiene que ir, Di María no puede jugar más, muy fanático, de poco racional. Y en Alemania se hablaba de formas de trabajo, del estilo de trabajo que tenían que cambiar.
Alemania vs. Argentina
Esa diferencia de formas de vivir a la Selección las vio en carne propia durante el 2014: “Yo estaba en Alemania en 2014 cuando llegó a la final Argentina. Estaba con mi hermana y un amigo en mi casa, viendo la final, en la terraza porque hacía calorcito y no se escucharon bombas, bocinas, nada en la ciudad, nada. Y mirá que en Frankfurt cuando perdimos la primera final contra el Dortmund de la Copa en 2017, llegamos a la ciudad y la gente estaba esperando que fuéramos, no a celebrar, pero sí para agradecernos que habíamos llegado a la final. Fue como una fiesta, aunque se perdió, pero la gente estaba agradecida por lo que se había logrado”.
“Cuando mi hermana había ido, una semana antes, le digo ‘traeme guirnaldas de Argentina, banderas, traé todo lo que encuentres que si llegamos a ganar, voy al otro día al entrenamiento a las 6 de la mañana y empapelo todo’, ya lo tenía pensado. Perdimos, llego al entrenamiento, ¿te pensás que alguien dijo algo? Viene un alemán y me dice ‘felicitaciones, fue un buen partido ayer, no merecía Alemania ganar en tiempo extra, se merecía, el penal’, todo eso, ni una cargada. Y nada, nadie me dijo nada, el entrenador, en la charla antes de entrenar, dice ‘felicitaciones, Argentina, David’, así. Y eso fue todo. Y yo pensando, ¿nadie me va a cargar? Me molestaba, me ganaron una final y nadie me carga”.
Eso fue en su primer año en Alemania, después, entendió su idiosincrasia: “Es el respeto. No quieren molestarte porque a lo mejor a uno le puede llegar a doler”, explica.

Abraham tras su último partido con el Frankfurt. Foto Getty Images.
-¿Por qué fuiste ídolo de tu equipo en Alemania?
-El Frankfurt es un equipo al que le gusta el juego aguerrido, el darlo todo. Que te salga bien o te salga mal es otra cosa, pero darlo todo, ver que vas a cada pelota como si fuese la última, eso es lo que ellos quieren, al Frankfurt le gusta ese estilo. Yo cuando llegué, el primer año no nos fue muy bien y cuando viene Nico Kovac, más o menos en marzo, las últimas fechas, 13 por ahí, yo empecé a levantar el nivel y empecé a sacar ese orgullo argentino de que no quería perder la categoría y de que no quería perder con nadie. Ahí empezó, uno lo siente estando dentro de la cancha, cuando hacés un quite y la gente ya empieza a aplaudir o a ovacionar.
-Y te tienen muy presente allá.
-Sí, soy embajador del Frankfurt. No sé bien qué tengo que hacer, ja. Cada vez que hay algo importante tengo que ir para allá. En junio estuve, fui a hacer fotos de las nuevas camisetas y un par de publicidades de los nuevos sponsors. Seguramente ahora iré a algún partido de Champions, después juego con el equipo senior de allá. El tema es que en el Frankfurt, los Ultras, era gente más o menos de 35, 40 años que no lo habían visto campeón nunca. La última vez había sido en el 80, no tenían registro. Y de ganarlo al Bayern, yo siendo capitán y todo eso, para muchos fue el primer título que festejaban, viéndome a mí levantar la copa como referente. Les quedó marcado. Es una ciudad muy pasional, muy futbolera. Me tocó ser a mí, y por mi manera de jugar y de ser, porque afuera de la cancha siempre muy amistoso con los fans, los chiquitos sobre todo eso, les gusta eso.
Dice que cuando va lo reconocen. Le piden fotos y hasta lo reconocieron en Migraciones de allá, ingresando a Alemania con sus amigos. No es para menos: en el 2017 habían perdido la final contra el Dortmund de la Copa de Alemania y al año siguiente vencieron 3-1 al Bayern en la final. Si, al equipo de Ribery, Lewandowski, James Rodríguez, entre otros. Un par de meses después, en la Supercopa, el Bayern tuvo su revancha y los venció 5-0, con tres del polaco, partido que terminó en cruce con el Argentino.
-¿Cómo te llevaste marcando a Lewandowski?
-No, el chabón es un fenómeno, pero no se mueve mucho. Cuando lo perdiste de vista medio segundo, la pelota le llegó a él y él te hizo el gol. Así de simple. Vos lo tenés siempre ahí, que lo estás tocando, pero en un momento el centro fue un poquito más atrás o fue adelante, él te anticipó. O ya te puso el cuerpo y te ganó y te hizo el gol. Tiene eso. Es increíble, es muy difícil decir cómo. En medio segundo por partido que se te desmarca, en algún momento él tiene una y te hace el gol. Es un animal.
-Además de ser compañero de Messi también lo enfrentaste con el Basilea…
-Cuando jugamos con el Barça de Guardiola, en Champions League, estaban las estadísticas de cuántas pelotas habían tocado y todo eso. Y vimos que el Barcelona había sido una máquina, Xavi Hernández había tocado 101 veces la pelota y un pase mal la había dado. No podíamos tener la pelota, te presionaba Henry, Messi, Dani Alves, Busquets, fue increíble, fue… Nunca me sentí tan inferior, pero muy inferior.
De sus tiempos con Messi en el Mundial Sub 20 no recuerda casi nada. “Me encantaría volver a vivirlo y filmar todo”. En aquel momento lo naturalizó de tal manera que no tiene registro de las prácticas, los picados, ni los rivales. Dice que ya pasó hace mucho, como su carrera, de la que se despidió hace cinco años ya y que es apenas un recuerdo. Hoy su presente es otro. Junto a Alfonso, siempre.







