Ganar el Mundial… El sueño máximo de cualquier futbolista, de cualquier chico que patea una pelota desinflada en la calle o un puñado de medias juntadas en una improvisada cancha de tierra, con piedras como arcos. Pero para cumplir ese sueño, el camino es largo. Así dure 18 años, como tardó Mbappé o 36, como Leo Messi, el camino empieza cuando uno tiene tres o cuatro pirulos y no entiende bien de la vida.
Uno no comprende, pero esos primeros años de vida son clave; necesitás que alguien te vea, comprenda que tienes un talento especial y te lleve al entorno adecuado para desarrollarte. Esos son los scouts, ojeadores, los formadores de jugadores, que caminan incansablemente por diferentes barrios, desde aquellos de bajos recursos hasta donde hay canchas de sintético de primer nivel. Un trabajo que requiere de mucha pasión, compromiso, amor por el futbol y por intentar darle una vida mejor a los chicos, un camino el cual recorrer.
Ese es el trabajo que, durante décadas, ha realizado Guillermo Compton Hall. En Argentina, en Canadá, y ahora en los Estados Unidos. El “descubridor” de Thiago Almada, una de las figuras detrás de lo que hoy es conocida como una de las mejores canteras del país, La Fábrica de Vélez Sarsfield. Y que ahora lleva toda su experiencia a un rincón en Dallas, Texas, a partir del cual busca hacer crecer el fútbol, cambiar la filosofía y la metodología de trabajo ¿Un argentino intentando impulsar el fútbol en Estados Unidos en pleno 2025? Me quiere sonar…
“Siempre lo digo, descubrir un jugador como Thiago Almada, lo descubre cualquiera”, le confía Guillermo a BOLAVIP, en una entrevista exclusiva. “Lo difícil es lo que viene, explicar que lo importante no es lo material, sino lo social. Lo que ofrecía Vélez, que lo ayudaba con la comida, a sus hermanos, a su familia”. Y como la de Thiago Almada, que detallaremos más adelante, hay mil historias, de jugadores como Máximo Perrone, Maxi Romero, Nico Domínguez, Benjamín Garré… Creo que se entendió el punto.

Thiago Almada en la cat. 2001 de Vélez Sársfield con Guillermo Compton Hall.
“Uno mira hacia atrás y dice ‘la pucha’, fui parte. Después depende de Vélez, que forma, forma y forma, pero puse mi granito de arena para ayudar a que lleguen a donde están hoy”, expresa Guillermo. “Es un poco nuestro trabajo, los formadores, que cuando todos están un primero de enero celebrando, nosotros, los que realmente amamos la profesión, vamos a ver jugadores para el próximo año.”
El descubrimiento de Thiago Almada
“El caso de Thiago me lo avisa un padre. Un padre de la ‘96, que vivía ahí en Fuerte Apache, que me dice ‘Guille, hay un chiquito que juega muy bien, me gustaría que lo veas’. Lo fui a ver, y si hay algo que me enseñó Vélez fue no robar jugadores. Una vez visto, me acerqué al técnico, y del técnico al padre, y ahí se fue gestando todo”, relata Guillermo.
“En mi manera de pensar, el contexto familiar es clave para que los chicos tengan chances de llegar”, asegura. “Recuerdo una anécdota, el padre de Thiago, Diego ‘El Chueco‘ Almada, siempre trabajó, es un laburante. Pero cuando se quedó sin trabajo, Vélez le brindaba una caja de alimentos. Y algo que nunca pasa, que cuando consiguió trabajo, le agradeció al club y dejó de aceptarla. En ese momento dije, a este chico no lo podemos perder de ninguna manera“, cuenta Guillermo.
Una muestra del nivel humano de la familia de Thiago Almada, que hoy vive una realidad completamente diferente, ese chico que acompañó durante años hoy es campeón del mundo. “Es el día de hoy que hablo con Thiago, con el papá. Vélez es un club muy cálido, en el que siempre se acompaña.”

Thiago Almada fue campeón del mundo con Argentina en Qatar 2022 y se perfila para jugar el 2026.
Casi se convierte en DT de dos selecciones de CONCACAF
La carrera de Guillermo Compton Hall tiene ciertas similitudes con la de, por ejemplo, Damian Ayude, actual entrenador de San Lorenzo de Almagro. “Yo me enfrentaba con él en el babi. Carlitos Orsi, el ayudante en Barracas… Hay un montón de chicos que apuntaron a primera, y están llegando”.
Y Guillermo también pudo haber llegado, pero por otro lado… y a otro lado. Guillermo tiene un canal de YouTube y una página de Facebook e Instagram donde publica cosas de fútbol, y en 2018 recibió un llamado desde Puerto Rico para dar un curso allí. “Cuando me preguntaron cuánto cobraba, le pedí los pasajes y los viáticos“, reconoció Guillermo. “Yo no soy de ‘plata, plata, plata’, era la oportunidad de hacerme conocido en un lugar donde nunca creí que iba a llegar“, explica.

Guillermo en una de sus giras, que casi termina con él como entrenador de un seleccionado nacional. (Archivo)
Y llegó, y el curso fue un éxito total. Al punto tal que terminó dando múltiples cursos en múltiples clubes entre diciembre y enero. “El año siguiente me llamó el Presidente de Antigua y Barbuda, pidiéndome que vaya a entrenar a la sub 17. Estuve siete días, les descubrí dos jugadores en Inglaterra”, relata.
Todo eso le abrió las puertas a una oportunidad dorada: dirigir al seleccionado de Puerto Rico. “Estuve a punto, a punto. Sentado con el expresidente. No se dio por un tema económico, no llegamos a un acuerdo. Yo me quería morir, estaba motivadísimo por agarrarla, había presentado el proyecto, pero no estaban los fondos para lo que queríamos hacer. Y ahora [el expresidente de la Federación de Puerto Rico] está trabajando en CONCACAF, así que no se dio”, completa Guillermo en el relato.
Su trabajo intentando cambiar el fútbol en Estados Unidos
Guillermo dio el salto a Estados Unidos, hoy trabaja en D’Feeters Kicks S.C. en Dallas, buscando cambiar la metodología del club, tras encontrarse con una idiosincrasia totalmente diferente a la que hay en Argentina. “Acá [en Estados Unidos] el fútbol es una actividad más social. Los chicos, por ejemplo, tienen prohibido cabecear hasta los trece, hay mucho entrenamiento individual y cupos limitados, porque todos tienen que jugar”, cuenta sobre el fútbol formativo en Norteamérica.
“Eso es lo que estoy tratando de cambiar, que sea todo un poquito más colectivo, situaciones tácticas, comprensión de juego”, continúa Guillermo. “Pensá que acá entrenan dos o tres veces por semana, no compiten por el puesto, crecen con otra mentalidad. Va a llevar tiempo [cambiar la metodología]”, reflexiona.

El proyecto de Compton Hall en Estados Unidos va dando resultado, de a poco.
El trabajo de scouting no deja de estar, porque si falta un jugador en algún puesto hay que salir a buscarlo. Pero no al barrio, ni al club de baby. Hay que ir a las ligas menores, así es el fútbol en Estados Unidos. Solo buscar si falta algún jugador (o jugadora, ojo) en un puesto específico de la cancha.
“No podés ir a buscar y traer a cualquiera, porque se desarma el equipo. Acá pagan para formar parte del club, entonces si uno se va porque no juega, capaz se te van cuatro o cinco porque son amigos y te quedas sin equipo. Hay que se cauteloso”, explica Guillermo.
“Lo que yo estoy haciendo, desde lo emocional, ahora es metiendo la pasión, que no da lo mismo ganar que perder. Hay que correr, siempre. Videos de los partidos a los entrenadores y jugadores, conseguir los videos de los rivales y ver, sin cambiar nuestra manera de jugar, cómo adaptarnos al rival de turno. Todas cosas que no están acostumbrados, haciendo todo un poquito más profesional”, explica.
“Por suerte está dando resultado, principalmente en los jugadores y jugadoras, porque estoy haciendo hincapié en la responsabilidad grupal. Y ya lo están entendiendo, se ponen contentos cuando las cosas salen, confían, creen, empezaron a jugar sin la pelota, que es más importante no tenerla que tenerla”.







