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ENTREVISTA EXCLUSIVA

Fue campeón con Lanús, es ídolo en la MLS y hoy le hace entrevistas a Messi: “El está muy bien, es lejos el mejor de todos”

Diego Valeri pasó de jugador a ser parte de las transmisiones de la liga de Estados Unidos. Messi, el fútbol y su vida tras el retiro.

Fue campeón con Lanús, es ídolo en la MLS y hoy le hace entrevistas a Messi: "El está muy bien, es lejos el mejor de todos".
© IGFue campeón con Lanús, es ídolo en la MLS y hoy le hace entrevistas a Messi: "El está muy bien, es lejos el mejor de todos".

Escribe cuentos. Pero también los vive. La vida de Diego Valeri tuvo episodios que bien podrían ser parte de algún libro. Ser campeón con el club del barrio, de su infancia. Emigrar a una liga desconocida y convertirse en ídolo. Aceptar un trabajo que años después lo acercaría al máximo ídolo futbolístico del mundo. Su historia parece guionada y él se ríe mientras lo cuenta por teléfono charlando con BOLAVIP, quizás todavía sin poder creerlo.

Campeón con Lanús, llegó al Portland Timbers cuando todavía nadie apostaba a la Mayor League Soccer de Estados Unidos. Sólo las grandes estrellas, ya consagradas, ya con renombre, que llegaban a la liga estadounidense sin mucho que perder. Y después del retiro, entre varios proyectos, aceptó ser comentarista de la cadena que transmite los partidos y que de un día para el otro se encontró con el boom Messi, a quien le toca entrevistar cuando le tocan los partidos del Inter Miami. ¿Es un sueño o es realidad?

“Cuando me toca hacerle una nota yo estoy súper nervioso, pero súper nervioso y traspiro y no sé agarrar el micrófono porque soy novato y él me banca a morir y me responde cada pregunta, se estira en la respuesta, me da tiempo a pensar, a escucharlo, súper, súper… La verdad que me trata demasiado bien”, dice el exvolante cuando habla de esos encuentros con el 10 después de los partidos.

Valeri con Messi después del partido. Foto IG.

Valeri con Messi después del partido. Foto IG.

“Por su bondad, por su forma de ser, por su nobleza, por su sencillez, por eso. Si, abrazo, saludo. Me toca estar ahí en el campo y me reconoce y accede a hacer una nota. Una nota en el campo que es la más difícil, la nota más molesta, la nota que uno termina el partido y está con los compañeros o está festejando… Y ahí siempre tiene esta particularidad de que si me ve y está para hacer la nota accede a hacerla, y se estira en la respuesta, no mide y eso está buenísimo”, dice con la alegría de un chico que tiene la chance de estar con su ídolo, que es un año más joven que él.

“La primera vez que le hice la nota tenía que traducir la pregunta y las respuestas y yo les pedí por favor a los productores que no me hagan hacer más eso, porque no quería extenderme en las traducciones que aparte obviamente no lo hacía para nada bien. Pero siempre esos gestos de verme en campo y saber para qué estoy ahí, para hacer una nota, son claves para mí“.

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De jugador a periodista

Dice que ahora lo contactan más por este nuevo sol que asumió en Apple TV como analista de partidos que por sus tiempos adentro de la cancha. Además, escribe para la web de la MLS, le dan libertad de elegir la temática. También escribe guiones para programas de TV, siempre relacionados con la pelota, y se anima a entrevistar también afuera del campo de juego.

Pero ese respeto que le tienen en Estados Unidos no llegó solo y no es casual. Se ganó su lugar y su espacio en base a la idolatría que le tienen en Portland, el equipo al que él también sacó campeón, como le pasó con Lanús. Tanto en un lugar como en otro le pasa lo mismo: los hinchas lo reconocen y lo aclaman.

Un amor granate

-¿Qué se siente salir campeón con el club en el que naciste futbolísticamente?
-En el momento cuando pasó, las sensaciones eran… Era como un cuento. No quiero decir como un sueño. Fue como un cuento porque yo iba de mi casa al club todos los días de mi vida, tomándome colectivos, caminando por las calles de Lanús, escuchando a la gente, el hincha en el polideportivo, que nunca se daba, que siempre estaban peleándola. Y nosotros le tomamos un amor muy grande, con los chicos de la pensión, de cinco, seis, probablemente siete años todos los días en el polideportivo que era nuestra casa y cuando estábamos ya en Primera en un momento sentimos que podía pasar y se dio. Y en ese momento, volviendo de la cancha de Boca, ver a la gente llorando, que nos decía que por primera vez habían visto a Lanús campeón o que sus abuelos no habían podido verlo. Yo soy de Lanús, yo probablemente sea el único de esa generación que nació en Lanús. Entonces para mí fue muy especial. Volver a mi barrio y ver a la gente festejar, es como un cuento, habrá que hacer uno.

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Debutó en el 2003 y en el 2007 fue campeón con Lanús. Foto IG.

Debutó en el 2003 y en el 2007 fue campeón con Lanús. Foto IG.

Valeri, el pibito que iba al club mientras su mamá jugaba al tenis en el poli. El que creció ahí, construyó sus sueños de futbolista y tuvo la chance de debutar a los 17 años con esa camiseta que tanto quería. El encargado de hacerlo saltar a la cancha fue nada menos que Miguel Angel Brindisi.

“El era un amante del juego, era un conductor que iba más allá táctica o del entrenamiento. Su mayor penetración en el jugador y en el equipo era desde el punto de vista relacional. Se relacionaba muy bien con los jugadores, dependiendo de las edades, dependiendo de sus necesidades. Y era muy afectuoso. Transmitía enseñanzas, obviamente, con su actuar, pero también me ha tocado charlar con él muchas veces porque, claro, yo debutaba, chico, recién empezaba a concentrar, para mí era todo un mundo nuevo y Brindisi para toda mi familia era un ídolo. Entonces yo lo escuchaba como una inspiración”, relata.

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“Hay cosas que no me olvido, por ejemplo, una vez me dijo que el jugador juega por su carrera, pero también juega para el hincha y que nunca hay que negarle a un chico un autógrafo, nunca hay que negarle una sonrisa, nunca hay que negarle un saludo, porque él tuvo una experiencia así con un jugador que él admiraba y… y le partió el corazón. Y vos podés ser el mejor del mundo, pero si no tenés esa faceta de tu personalidad como jugador cubierta, no sirve nada. Y aparte, después se transfiere al campo. Me quedó muy grabado eso. Y de este tipo de cosas, muchísimas”.

Será que por eso en sus cuentas de redes sociales abundan las fotos con una sonrisa, con chicos y grandes, compartiendo, disfrutando. Algo de todo eso quedó.

-¿Te pasa cuando vas a Lanús te siguen reconociendo?
-Sí, somos muy de casa, muy de lo nuestro, muy del barrio y muy de nuestra forma, de nuestra forma de vivir el juego, de nuestra forma de expresar nuestros sentimientos. El sentido de pertenencia es muy fuerte. Del conurbano bonaerense, de la Zona Sur. Hoy cuando voy al club, es diferente al que yo fui, es otro club, pero mantiene cosas de la esencia. Está más grande, hay más gente. De hecho me pasa que me reconoce gente no sólo en Lanús, en Capital hay muchos más hinchas de Lanús y eso me hace feliz, que nuestra generación haya podido  instalar más amor por el club, a mi me hace feliz. 

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De Lanús al mundo

Como en toda relación de amor que tuvo su pico en el título del 2007, la de Valeri y Lanús también pasó algún momento difícil. Se fue primero a préstamo al Porto y después al Almería. Pero algo le dijo que no era ahí. Nunca terminó de adaptarse a Europa y armó las valijas de regreso dos años después, en el 2011. Con apenas 26 años y con una citación a la Selección en la previa a la Copa América de ese mismo año, le llegó la chance de ir a la Major League Soccer.

Valeri con el trofeo de la MLS Western Conference en 2015. Getty Images.

Valeri con el trofeo de la MLS Western Conference en 2015. Getty Images.

En aquellos tiempos, la MLS era mirada de reojo aún. Había pasado David Beckham, había estrellas de renombre y estaba en pleno crecimiento pero no parecía un destino ideal para un joven de 26 años con mucha carrera por delante.

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-Un poco te la jugaste yéndote a la MLS en aquel momento…
-Yo tenía información de primera mano, tenía relación con Javier Morales, que estaba allá, y la persona que me llevó a MLS conocía bien a la liga. Tenía menos  prejuicio y la sensación de que iba a crecer, que se iba a apostar al fútbol. Había una especie de política nacional de ir a apostar más a ese deporte que era muy jugado por los jóvenes y que ya había tenido un primer crecimiento con Beckham, con Tierry Henry, con Rafa Márquez, con Juninho Pernambucano. Todavía estaba esa situación de jugadores de mucho nombre y no había transicionado a tener planteles con gente más joven. Yo ya había jugado en Europa, ya había jugado muchos años en Lanús. No tenía ganas de volver a Europa, había tenido algunos inconvenientes con la dirigencia en ese momento en Lanús. Necesitaba un cambio, y era una experiencia distinta en nuestra vida.

-¿Alguien te dijo que estás loco que vas a Estados Unidos?
-No, estás loco no, pero sí me dijeron algunas personas “te da para apostar a otra cosa”. Antes de irme, participé de la pretemporada de la Copa América 2011, había tenido un muy buen campeonato y Batista me citó. Estuve de alguna manera coqueteado con la Selección. Esas personas me decían “mirá no, no te vayas porque si te vas a Estados Unidos…”. No es como ahora, que a Thiago (Almada) lo siguieron y le tocó ir a la Selección. Incluso de otros países citan a sus jugadores que juegan en MLS. En ese momento no, y era todo un tema. Yo estaba súper convencido de lo que estaba haciendo, creía que era lo que necesitaba, una motivación diferente, un desafío distinto y MLS me proveía eso para mí y para mi familia.

-¿Sentís que igual te quitó esa posibilidad de tener un lugar más en la Selección?
-Mi generación tuvo muchos, muchísimos futbolistas espectaculares. De mitad de cancha para adelante sobre todo y que jugaban en los mejores países del mundo. Y no estoy hablando de Messi, de Di María, de Tevez; estoy hablando de Pastore, que jugaba en el PSG, y era el jugador más caro comprado en la historia del PSG en ese momento. Yo sentía que era mínima la chance de ir y que estaba bien así. Que tenía que ir por otro lado y que renunciaba a eso sin problema porque entendía que tenía una posibilidad que iba más allá.

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Buenos días, Portland

-¿Cómo fueron esos primeros tiempos en Portland?
-Fueron difíciles porque Portland es un lugar con un clima muy lluvioso, muy apagado, fue un cambio total. Había mucha libertad, no sé si decirle libertad. No era todo tan en equipo. En las pretemporadas te daban un auto y te decían “entrenamos a tal hora, nos vemos mañana”. Y cada uno comía por su lado. No era tan en equipo como en Argentina las concentraciones, las pretemporadas todos juntos en el momento de entrenamiento. En Argentina el sentido colectivo que tiene el fútbol es tremendo, todo se hace en equipo. Acá cuando llegué, cuando había competencia y viajábamos por ejemplo a Chicago, el primer año que quizá no conocía a los chicos. Llegar dos días antes y que te digan “nos vemos mañana para el entrenamiento” y no saber dónde ir a comer. De Portland a Chicago, llegás solo y capaz algún grupito con el que más te llevás se fue a hacer otra cosa y me quedaba solo y no sabía dónde ir a comer. Todo eso se fue mejorando igual, también desde el punto de vista del descanso y de la buena alimentación. Una independencia difícil de entender en el momento. Yo necesitaba mi jaula para sentirme bien y de a poco me fui acostumbrando, aprendiendo el idioma y entendiendo un poco más la lógica de cómo se vivían las cosas acá. Ojo, después, los que mejor estaban físicamente eran ellos. De eso no hay ninguna duda, acá la capacidad física que tienen los jugadores norteamericanos es tremenda y yo agarré un grupo joven que volaba.
Yo no podía entender cómo se iban a comer a un restaurante el día anterior y el otro día estaban volando en un partido. Lo saqué adelante haciéndome fuerte adentro de la cancha, ganándome el respeto desde la competencia y trayendo un poco lo que faltaba acá en Portland sobre todo, esa cuestión competitiva de sostener en el tiempo, de ser mejor profesional, de sortear momentos difíciles en la temporada y haciendo goles. Acá se ponen contentos cuando vos hacés goles.

-Y los resultados llegaron rápido…
-Sí, los resultados llegaron rápido, eso me ayudó mucho. Fue quizás algo que no me ayudó en Europa, pero también era la primera vez que salía del país. Yo ya vine acá con otra experiencia. La primera vez que salí de Lanús fue cuando me tocó ir a Portugal, ahí sí que no entendía nada. Y me choqué con un vestuario distinto. Cuando llegué a Portland, ya me había tocado pasar por vivir en otros dos países diferentes y rápidamente me fue bien, me hice rápido un rol en el equipo, les gustó mucho mi forma de ser a la gente, mi forma de jugar, mi forma de vivir esta identidad que traía de Lanús. Nos tocó ser campeones, me tocó ser el mejor jugador de la liga y todo eso fue muy lindo porque llevó a Portland a lo más alto posible.

En aquellos años la MLS se había poblado de estrellas. En su primer partido tuvo que enfrentar al francés Henry. También se cruzó con el Guaje David Villa, máximo anotador de la selección española. Y nada menos que con Zlatan Ibrahimovic, con quien tiene una anécdota de esas que también parecen cuento.

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“Seba Blanco colecciona camisetas, yo no, nunca me gustó. Fuimos a jugar un partido con Los Ángeles Galaxy y perdimos, Ibrahimovic la rompió toda, lo ganó solo. El equipo no estaba bien y él ganó dibujando un par de penales y una jugada extraordinaria. No daba para cambiarle la camiseta ahí, estábamos un poco enojados.  Entonces, cuando jugamos de local, le ganamos cómodo y ahí estaba él enojado. Y Seba me dice ‘vamos a mandarle la camiseta, mandásela vos y cambiásela. Y yo le mando la mía con la tuya’. Se las mandamos y en vez de dos nos mandó una y nos dijo ‘si quieren dos pártanla en la mitad. Que la mía vale doble’. Y yo se la di a Seba, no me quedé con la camiseta. Igualmente después la mandó. Después la mandó a la camiseta, jaja”.

 Con los Timbers logró la MLS Conference Cup, la MLS Cup y la MLS is Back, un torneo que se organizó luego de la pandemia. Además, en el 2017 fue elegido el jugador más valioso de la liga: 21 goles y 11 asistencias (segundo jugador en la historia de la liga en hacer más de 20 goles y 10 asistencias en una serie regular en ese entonces). Convirtió goles en nueve partidos consecutivos y también fue récord. Perdieron en las semis de aquel año y eso ya fue un montón también.

Hoy, su nombre figura en el aro de cemento interno del estadio, junto con otras leyendas del equipo verde.

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La TV y la revolución Messi

Como ocurre en Argentina, tras el retiro (que incluyó un paso más por Lanús) sus análisis criteriosos y su vocabulario nutrido (le decían el Bibliotecario por su afición a la lectura) llevó a que lo convocaran para sumarse al equipo de transmisión de los partidos que hasta hace poco lo tenían como protagonista.

-¿Cómo te impactó la llegada de Messi a la MLS?
-Yo digo que es mi gran alegría después de haberme retirado. Porque casi todo es feo comparado con haber jugado al fútbol. Pero la llegada de Lionel a la liga  fue una gran alegría porque yo ya estaba involucrado  con la parte comunicacional. Era analista en el estudio y se estaba coqueteando con que si venía o no venía y yo tenía no sé por qué la ilusión de que iba a pasar, de tenerlo todos los fines de semana en nuestros estadios y cuando se concretó fui feliz, la verdad es que fui feliz que haya elegido este lugar y se lo dije, cuando tuve la oportunidad de verlo en la cancha. Me tocó hacerle una nota o saludarlo, y se lo comenté, le agradecí por haber elegido la MLS. Y me agarró en un momento en que puedo apreciarlo todos los fines de semana jugando en vivo,  jugando en el estadio, a donde en general me toca viajar a comentar el partido y a verlo. Entonces fue espectacular que haya pasado, que haya elegido nuestro fútbol y poder tenerlo acá. La primera alegría de enterarme que venía, sino cómo lo hizo,  con una madurez, increíble, impresionante, diciendo todo lo que tenía que decir  y cada vez que entraba a la cancha, haciendo como un nene, jugando, que era lo que necesitaba su equipo, darle esa ambición competitiva de ganar títulos, de hacer un gol y un gol más y un gol más y buscar la excelencia todo el tiempo, pero a la vez como un chico, como un chico que juega, que disfruta de hacer pasar de largo a un defensor, de una gambeta más, un pase. Eso es excelente. Me toca disfrutarlo, es una de las grandes alegrías post retiro.  

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-¿Y qué relación te une con él? 
-De espectador. Yo no soy invasivo para nada. Me ha tocado compartir un poco de la pretemporada, Copa América, incluso en las juveniles, porque somos casi de la misma edad, es un año más chico. Pero no tengo una relación más que de espectador, de saludarlo, de charlar con él. Y no me quiero aprovechar de mi rol en la MLS o en Apple para tener más charlas o para tener más tiempo con él. Al contrario, creo que hay que dejarlo disfrutar y hacerlo sentir lo más posible como uno más, aunque es difícil. Porque un poco es  lo que quizá viene a buscar. Quizá viene a buscar el ir a entrenar, ir a jugar y que todos lo disfrutemos, pero después irse a estar con su familia, ir a ver a los chicos jugar y estar en su casa. Creo que viene un poco a eso y hay que tratar de ser lo menos invasivo posible. 

-Cuando llegó fue una revolución, ¿sigue siendo igual?
-El primer impacto fue fuerte y la gente estaba muy atenta a todo lo que hacía,  por donde se movía, qué hacía con su familia. Ahora bajó un poco esa espuma y creo que desde hace un tiempo a esta parte fue encontrando más espacios de tranquilidad. O me da esa sensación, me parece que lo va encontrando mejor con el tema fuera del entrenamiento, fuera del partido. Está en una zona del país donde hay mucho sudamericano, mucho latino, y eso puede afectar, pero sin embargo, me parece que fue encontrando más tiempo para él, para su familia, incluso en el club están haciendo un gran trabajo para hacerlo sentir cómodo, con su gente, abriendo cosas en el club que antes no existían, escuchando sus propuestas, que me parece clave para que tenga más participación en el club más allá del equipo. 

-¿Cómo cuáles?
-Por ejemplo, expandieron más la academia, hay más equipos juveniles, para que se puedan desarrollar los más chicos. Incluso cuando uno piensa cómo se fueron conformando los cuerpos técnicos del plantel con gente argentina para contenerlo y para que su paso en el club después hasta quizá trascienda el hecho de deportivo y pueda quedarse. Me da esa sensación. Más allá de eso, lo importante es que es un factor más para que se sienta cómodo.

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-¿Lo ves en el próximo Mundial?
-Salvo que pase algo extraño, no veo porqué no, me parece  que se va a dar. Es difícil de predecir, pero me parece que podría pasar con un alto porcentaje. Se lo ve bien, se lo ve con ambición, que es lo más difícil. A veces eso, sobre todo, es lo más difícil, no la parte física, sino la parte mental. Y él tiene esa característica extraordinaria, que parece que cada vez que pisa una cancha se olvida de lo que hizo en toda su carrera. Tiene como una especie de amnesia de todo lo que logró.

-¿El nivel que tiene en el Inter Miami alcanza?
-Sin ninguna duda. Por el nivel, él es lejos el mejor de todos, pero lejos el mejor de todos. Juega a otro fútbol, juega a otra cosa y puede mantener, a pesar de que ya tiene cierta edad, puede mantener los esfuerzos. Mantiene el volumen de esfuerzo, de acciones todo el tiempo. No le podés sacar la pelota de los pies. Es terrible. Está muy bien. Y además también pensando en lo que es el equipo en la Selección. Creo que es el soporte indicado. Es tremendo el nivel que tiene el equipo también. 

-Después del 4-1 a Brasil, De Paul dijo que faltaba él. Aunque no esté, sigue siendo el motor…
-Es que él fue la parte clave de todo esto en los momentos más difíciles, asumiendo el protagonismo dentro de un equipo que se estaba formando. Cuando uno revisa el principio del ciclo y todos esos momentos en donde él se puso lo pesado en el hombro y sacó adelante la situación hasta este punto donde hay un nivel de confianza absoluta, le tienen un amor incondicional. De todas maneras creo que es una cuestión personal de querer disfrutar el hecho de estar. Pasó en la final de la Copa América, que por esa lesión en el tobillo salió, llorando, llorando, porque él quiere estar, siempre quiere estar y creo que lo está disfrutando como nunca antes, por ahí viene más la cosa que por el hecho de cómo responde el equipo si él no puede estar.  

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Messi con la copa del mundo. Foto IG Messi.

Messi con la copa del mundo. Foto IG Messi.

-¿Cómo lo ves al Inter Miami ahora en el Mundial de Clubes?
-Lo veo como un desafío importante. Inter Miami, con los jugadores que firmó, rápidamente se convirtió en equipo grande, mirado, con la presión de tener que ganar  y con eso está  aprendiendo a ser como club. Y este Mundial de Clubes  creo que es ese desafío. Le pasa en cada torneo que juega, cuando enfrenta a rivales más importantes, a ver dónde está parado el Inter. Creo que es un desafío. No se puede caer en un exitismo barato si pierde, si gana. Hay una característica que siempre hablan Messi, Suárez, Busquets, Jordi, que es la competencia. Podés ganar, perder, pero hay que competir. Ahí está la clave de este Inter para este Mundial de Clubes, que encima es un formato distinto, único, veremos cómo funciona. El equipo está sólido. También tiene un ciclo que recién empieza, el de MascheranoY de todas maneras en los primeros partidos ya se vio un equipo quizá más aguerrido que el ciclo anterior, quizá menos desde el punto de vista  de lo táctico o de ese dominio que intentaba el Tata (Martino) con la pelota, con la posesión de la pelota, pero sí se lo ve un equipo más aguerrido y que tiene claro cómo juega, tanto cómo defiende, cómo ataca y eso es una buena señal.

-¿Con qué liga podrías comparar a la MLS?
-Es difícil que se parezca a una liga, salvando las distancias y con la influencia latinoamericana que tiene sobre todo en el fútbol, es una liga que intenta asemejarse a la Bundesliga, a la Premier, a ese tipo de ligas en cuanto a estructura. Todavía en el juego es diferente, porque está conformando una identidad, y no sólo eso, sino que los de Florida juegan totalmente distinto a los de Washington, porque están en la otra punta del país y se vive diferente, es muy grande el país, muy ancho. Eso hace que la gente viva diferente y se juegue distinto al fútbol. Sí que se podría decir que lo que se intenta, sobre todo por la estructura de los estadios, por la forma en la que se vive el día del partido, a lo que se apunta y a lo que más se puede llegar, es a esas ligas.

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-¿Qué cambió con Messi?
-Hoy en cuanto a la visibilidad, cambió. Ya los clubes se sienten más mirados. Saben que en el mundo están siendo mirados de otra manera. Un equipo de Minnesota, por ejemplo, que juega contra Inter Miami, sabe que es mirado en el mundo de una manera distinta. Por Messi. Y eso creo que ha cambiado. Por otro lado, también los hinchas de los equipos están exigiendo más, que se vaya en busca de hacer lo que está haciendo el Inter Miami, ¿no? Armar un equipo,  subir la vara. Me parece que ese es el impacto que tiene. Después, obviamente, que  está pasando que se lo mira más, se mira más la liga porque se quiere ver a Lionel. 

-¿Con quién te gustaría que juegue el Inter?
-No estaría para nada mal que toque el PSG, no sé, capaz también estaría bueno.

Quizá lo imagina como un cuento. Messi enfrentando a su exequipo, del que se fue tan mal. Un equipo de un país que tras la final de Qatar perdió su gusto por los argentinos. Ambos equipos podrían cruzarse, claro: Inter Miami está en el Grupo A (con Palmeiras, Porto y Al Ahly) y el PSG en el B (con Atlético de Madrid, Botafogo y Seattle Sounders). En caso de que uno termine en el primer lugar de su grupo y el otro en el segundo, podrían cruzarse el 28 o el 29 de junio.

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Cuentos, vinos y fútbol

Son las pasiones de Valeri. Dice que tiene escritos como 25 cuentos, pero que no sabe si algún día se animará a publicarlos. Sólo se los dio a leer a sus cercanos. “Son cuentos de fútbol, es lo que más me gusta escribir. Algún ensayo, alguna cosa sobre alguna temática en particular también, pero en general escribo cuentos. Tengo escrito un diario también, un diario de mis últimos 30 días en Portland”, dice. No se anima a publicar. Por ahora, claro.

Valeri con sus vinos. Foto IG.

Valeri con sus vinos. Foto IG.

El vino es otra pasión que exploró en Estados Unidos. Con su mujer y dos amigos crearon ConurWines. Sí, el nombre hace hincapié en sus raíces bonaerenses. “Para dar a conocer un poquito el lugar de donde venimos, nuestras raíces. Todos los nombres, las etiquetas de nuestros vinos son bilingües o pueden tener un significado en inglés y en español y hablar un poquito de la pasión por el deporte, por el fútbol en particular, y nuestras raíces”, explica. Mate es un vino blanco, General es un malbec y Sote es un pinot noir.

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También reparte su tiempo con su camps The Maestro Method. El último, junto con Agustín Pelletieri, otro exLanús. “Es como un entrenamiento personalizado, un perfeccionamiento técnico individual pero pensado en grupos chicos donde uno pueda replicar escenarios reales de juego, que es como se aprende: jugando”. Así, chicos y chicas de diferentes edades aprenden de la mano del ídolo de los Timbers, de la Leyenda, del hombre de los cuentos, del vino pero sobre todo del fútbol.

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