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Entrevista

La promovió Chino Maidana, enfrentó en Wembley a la mejor de la historia, la echaron del trabajo antes de pelear por un título mundial y ahora tendrá revancha

De la lamparita que alumbró el ring en su debut a todas las luces de la meca del boxeo británico. De la inactividad por ser madre a la pelea con Katie Taylor con la que todas sueñan. Del inesperado golpe que frustró su segunda chance mundialista al deseo de que la tercera sea la vencida.

La boxeadora argentina vivió una noche inolvidable en Wembley, más allá de la derrota.
© Getty ImagesLa boxeadora argentina vivió una noche inolvidable en Wembley, más allá de la derrota.

Una lamparita ofrecía la única luz, tenue, sobre el ring montado en la Sociedad de Fomento de San Francisco Solano cuando hizo su debut como boxeadora profesional en 2013. Había elegido el boxeo como pasatiempos cuando todavía estudiaba en la secundaria, también para hacerse un nombre que facilitara el tránsito por la adolescencia. Burbuja, como la había rebautizado su profesor en los inicios, podía no ser el más temible de los apodos para aquella primera presentación fuera del terreno amateur. Pero describía a la perfección los ojos bien abiertos que lo registraban todo para recordarlo en detalle más de una década después, a la vez que le daba aires de superpoderosa.

Nueve años más tarde, los mismos ojos contemplaban la inmensidad de la Arena Wembley, pestañeaban para terminar de convencerse que frente a ella estaba la campeona mundial indiscutible de peso ligero, Katie Taylor, quien años más tarde se confirmaría como la mejor boxeadora de la historia en una trilogía con pleno de victorias ante Amanda Serrano. Para ese entonces, Karen Carabajal ya había sido mamá y había abrazado la psicología. Lo vivió como un sueño, como un regalo, y al regresar a Buenos Aires volvió a poner los pies sobre la tierra.

La caminata hacia el ring en Wembley. (Foto de Getty).

La caminata hacia el ring en Wembley. (Foto de Getty).

Tuvo una segunda chance de pelear por un título mundial el año pasado, de regreso al Reino Unido y ante una campeona como Rhiannon Dixon que parecía ofrecerle mayores oportunidades de coronar. Pero un problema extradeportivo la sacó de foco y la cuenta siguió pendiente. La reciente victoria sobre Micaela Soledad Domínguez que la hizo campeona latina de peso ligero de la OMB trajo aparejada la tercera gran oportunidad para su carrera. El próximo 7 de noviembre, en Bologna, Italia, intentará que sea la vencida.

-Título mundial de la IBO en juego, tercera experiencia fuera del país e imagino que el deseo de que el final sea diferente a las dos anteriores…

-Sí. Estoy muy contenta. Estuvimos esperando esta oportunidad después de mi última pelea por el título latino. La idea era que si me iba bien, si salían las cosas, iba a surgir una chance mundialista y se dio. Tuve dos peleas por títulos del mundo, con rivales muy buenas. Una gran experiencia para mí pelear con Katie Taylor, la número uno. Y creo que después de esa pelea ya me sentí a la altura de poder pelear por un título, preparándome desde ese momento. Una vez que subí, hice lo que hice, no me alcanzó para ganar, pero la mente me cambió. Dije ‘yo tengo que ser campeona del mundo’. Me entrené desde ese día para que se me de una nueva oportunidad y creo que este es el momento. Estamos muy enfocados, con muchas ganas. Siento que esta es la gran oportunidad y no la quiero dejar pasar. Quiero aprovecharla al máximo, hacer lo mejor y que se me de.

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-¿Cómo se organiza una pelea de título mundial? ¿Realmente hay que sentarse a esperar que se de?

-La verdad que no depende mucho de mí, sino más del promotor, de sus contactos, de lo que quiera hacer. A veces una se esfuerza, entrena y no tenemos nosotros la posibilidad de decir ‘bueno, vamos a pelear’. Lo que sí mi promotor me había dicho que necesitábamos ranquear otra vez en los primeros lugares, que si disputábamos un título y ganábamos me iban a poner en el primer lugar y eso me iba a abrir las posibilidades. Pelee, gané y me pusieron en el primer lugar del ranking OMB. Pero surgió esta posibilidad que es con otra organización (IBO). Creo que tiene que ver con la cantidad de peleas, la actividad y el desempeño. Después que salí por primera vez del país e hice una buena pelea, las chances de que te vuelvan a llamar son altas. Después depende mucho de los promotores, del dinero que te den, de lo que conviene. Y recién después te llega la propuesta, un poquito distorsionada capaz. Yo igual me entreno siempre por cualquier oportunidad que pueda surgir. Tengo 35 años y creo que es el momento de hacer lo mejor y de seguir explotando, porque no sé cuánto más me queda por pelear.

-La IBO es muy reconocida en Europa, no tanto en América. Y corre por fuera de las cuatro grandes organizaciones. ¿De todos modos le das el mismo valor a la posibilidad de pelear por el título mundial?

-Para mí el valor es el mismo. Obivamente considero que si me va bien y gano se me van a abrir las puertas para buscar títulos también con los otros organismos. Quizás cumplo ese objetivo de ser campeona del mundo, pero si hay cinco organismos quiero ser campeona de los cinco. El deseo no se acaba con ser campeona precisamente porque hay varias organizaciones. Y también hay otra cuestión que se habla poco, a nivel económico. No es lo mismo esta pelea que lo que me pagaron con Katie Taylor. Yo en este caso lo hago por mi deseo de ser campeona, de pelear afuera con una buena rival y hacer una buena pelea por los cinturones que están en juego, no tanto por lo económico porque no es una buena bolsa.

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Karen Carabajal tendrá su tercera chance mundialista en noviembre. (Afiche de la pelea, Instagram de Promo Boxe Italia).

Karen Carabajal tendrá su tercera chance mundialista en noviembre. (Afiche de la pelea, Instagram de Promo Boxe Italia).

-Pamela Noutcho Sawa. Nueve peleas, nueve victorias. ¿Qué más sabés de tu rival?

-A mí me llegó la oferta un jueves. Lo pensé, dijimos que sí y el sábado ya estaba el afiche promocional, fue todo muy rápido. La vi, parece una boxeadora fuerte, que va para adelante, con mucho ritmo. Después me enteré que además es enfermera, que es muy conocida allá en Bologna, que hace mucho trabajo social también. Allá también la cantidad de peleas es diferente. Yo pelee con Dixon (por un título mundial) y ella tenía 10 peleas nada más siendo muy buena boxeadora. Acá tenés que hacer mucho esfuerzo, pelear con mucha gente y recién ahí te empiezan a llamar y reconocer.

-El hecho de ser ella profesional fuera del deporte, de hacer ese trabajo social, también las emparente fuera del ring…

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-El otro día pensaba que en relación a eso también vamos a llegar en igualdad de condiciones y oportunidades, porque una a veces dice ‘bueno, las boxeadoras de afuera se dedican solo a entrenar’. En este caso ella también estudió una carrera, trabaja de eso. Me habían dicho que en Italia es más parecido a Argentina con el tema de los deportistas, que tienen que hacer algo más para sobrevivir y no solamente dedicarse a entrenar. Quizás es una rival más acorde y una oportunidad más grande para mí de poder ser campeona del mundo.

-Empezaste en el boxeo cuando todavía ibas a la escuela. ¿También en ese momento sabías que querías ser psicóloga?

-Empecé por casualidad. Cuando era chica no es que quería ser boxeadora profesional. Ni me imaginé que lo iba a ser. Arranqué a entrenar por una cuestión más de hobby, de ver de qué se trataba. También por una cuestión de tener un nombre, algo que a esa edad, viste que los adolescentes son medio bravos, me hiciera decir ‘bueno, yo hago boxeo’. Sentirme importante. Después me enganché, me enamoré y me di cuenta que quería ser boxeadora. Cuando estaba en eso también dije ‘necesito una carrera universitaria’. Siempre lo pensé, siempre quise estudiar algo. Lo decidí ahí, creo que tiene que ver con mi historia personal, con mi familia, con mi papá que era alcohólico y un montón de cuestiones que pasaron y me llevaron a la psicología y también al boxeo. Pero en ninguno de los dos casos fue algo que supe desde siempre. Fue una edad en que diferentes circunstancias de la vida me llevaron a eso.

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-¿Identificás cuándo te hizo el click para querer ser boxeadora profesional?

-Creo que pasó mucho tiempo. Ya tendría 30 peleas amateur y recién ahí dije ‘esto me gusta y lo quiero hacer bien’. Yo era una persona muy tímida, muy callada y mi entrendor era el que me guiaba. Si el me proponía algo, yo lo hacía. Él confiaba mucho en mí y eso fue determinante. Me dio un lugar, me dio confianza, seguridad. Me decía que yo podía entonces yo hacía. Ya después meterme en el profesionalismo fue algo que decidí yo.

-¿Y de la primera pelea que recordás?

-Fue en Solano, en un gimnasio bien de barrio, con una lamparita colgando muy chiquita. Me acuerdo que fue mucha gente de mi gimnasio a apoyarme y me sentí muy contenida. Eran 4 rounds. Creo que mi rival tenía dos peleas y estaba invicta. Cuando subí, me tiró un jab de esos que no son a pegar fuerte, pero me rozó, sentí la mano y dije ‘esto es otra cosa’. Sentí un montón la diferencia. A partir de ahí estuve más atenta a un montón de cosas. No fue mi mejor pelea, pero ganamos y fui muy feliz. La gente que tanto me había apoyado en el amateurismo estaba ahí, apoyando. Fue muy lindo.

-Te escuché decir que no querías tener hijos hasta que te retiraras del boxeo. Sin embargo, las mejores oportunidades de tu carrera te llegaron después de ser mamá.

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-Si, totalmente. Yo tenía todo muy planeado. La carrera universitaria, el deporte. Y pensaba que cuando terminara con todo, recién ahí me iba a dedicar a ser mamá. Después me di cuenta que estaba muy enganchada con el deporte, que no sabía hasta dónde iba a llegar y empecé a soltar un poco todo. Con la carrera me pasó lo mismo. Duraba cinco años y yo en cinco años la quería terminar. Después me di cuenta que no estaba disfrutando nada, ni de la carrera deportiva ni de la universitaria. Sentí que tenía que dejar que todo fluya. Y así fue con la maternidad también. Cuando supe que estaba embarazada, yo estaba por pelear. Tenía una pelea en una semana y me venía sintiendo medio rara. Me hice un test de embarazo porque me agarró como una cosa de ‘no sé qué me pasa’. Me dio positivo y fue por un lado la felicidad de ‘voy a ser mamá’ y por el otro la angustia de pensar ‘bueno, le tengo que decir a mi entrenador que no puedo pelear, se va a enojar, cómo voy a hacer. Por suerte todos me apoyaron, el profe re feliz. Pero siempre pensé en seguir.

-¿No dejaste nunca de entrenar?

-Entrené casi hasta el noveno mes de embarazo. Pensé ‘tengo a mi hija, me recupero unas semanitas y arranco otra vez’. Enseguida me di cuenta que en realidad era un quilombo todo. No sabía ni lo que era ser mamá. Arranqué a entrenar y me di cuenta que no se podía. Entonces también me relajé y dije será cuando tenga que ser. Pasaron casi dos años hasta que volví a subir. Ahí me di cuenta que había cambiado como boxeadora también. Pelee por un título, gané, me sentí diferente. Más fuerte, más segura. Me di cuenta que el esfuerzo que hacía mi familia, mi hija, para que yo esté ahí, valía la pena y todo fue más gratificante incluso que cuando no era mamá. Le encontré un nuevo sabor a ese sacrificio. Sentía que cada vez que subía al ring era por todo eso, sentía más poder. No sé hasta cuándo voy a seguir, porque es cansador la verdad. Mi hija ya está más grande, tiene seis años, y no es lo mismo. Yo también estoy más grande, la vida va cambiando, pero siento que estoy en un muy buen momento y trataré de aprovechar todas las oportunidades que tenga. Me alegra no haber esperado porque no sé cuándo voy a dejar de boxear.

Pelear contra la mejor de la historia

-Todavía estabas aprendiendo a ser mamá y apareció Katie Taylor, MatchRoom Boxing, Wembley… ¿Cómo se dio?

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-Fue todo muy raro. A mí me habían surgido algunas oportunidades antes y es mi entrenador el que lo evalúa y después me dice. Un día habló por teléfono y me dijo: ‘sabe qué, Burbuja. Surgió la posibilidad de pelear contra Katie Taylor. ¿Usted qué opina?’. Yo pensé, ‘si él me está preguntando es porque piensa que estoy’. Si no la filtra antes o me cuenta que se lo propusieron y dijo que no. Me preguntó y le dije ‘¿usted qué opina?’. Me contestó ‘yo creo que estamos, es una buena oportunidad’. Yo sabía que era una oportunidad que no iba a volver a surgir tan fácilmente y no había que desaprovecharla. Era la número uno, no tenía nada para perder. Si pierdo, es Katie Taylor, lo hice lo mejor que pude y me ganó la leyenda. No había presión. Sí la de saber que iba a pelear con la mejor. Pero yo sentía que había más por ganar por la oportunidad que teníamos que lo que había para perder.

Carabajal hace retroceder a la mejor del mundo. (Foto de Getty).

Carabajal hace retroceder a la mejor del mundo. (Foto de Getty).

-¿Realmente fue otro mundo?

-Fue un cambio en todo. Me trataban como a una estrella, como se trata a un deportista en todos los aspectos. Estaba todo muy organizado. La verdad que fue una experiencia hermosa. La pelea también. Subí a dejar todo porque entendí que la oportunidad no se le presenta a cualquiera. Pensaba en todas las chicas, en mis colegas, que decían que era un sueño que te llamen para pelear con ella. Pensé en aprovechar la oportunidad y en hacerlo lo mejor que pueda.

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-¿Qué cosas te sorprendieron de esa previa?

-Fue un sueño. Con mi entrenador no lo podíamos creer. Ellas (las boxeadoras de la promotora) eran las estrellas, pero a nosotros nos trataban igual que a ellas. Nos iban a buscar, nos llevaban, nos preguntaban todo el tiempo qué necesitábamos, todo estaba a horario. Tienen otra organización. El hotel, todo era mágico. Cuando vimos que era así, no quedaba otra que disfrutar. Yo llevo 19 años desde que soy boxeadora, desde el amateurismo, y en tantos años, una vez que nos tocó fue decir ‘mirá la oportunidad que tenemos’. Había que demostrar todo lo que veníamos trabajando hace tanto.

-¿Pudiste hablar con Eddie Hearn, con Katie Taylor antes de pelear?

-Con Eddie Hearn sí hablé. También con el presentador de las rastas (David Diamante). Muy buena onda. Pero con Katie Taylor no. Creo que tuvo que ver con una cuestión de organización y con que allá son muy estrictos. Incluso yo no la vi nunca hasta el día de la conferencia de prensa. No nos cruzaban, no nos veíamos nunca. Estaba todo organizado así, no sé por qué. Incluso en un momento ella fue al gimnasio y a mí no me dejaban pasar porque estaba ella. Cuestiones de seguridad, supongo.

-¿Y después de la pelea?

-Después de la pelea yo estaba re contenta porque había hecho todos los rounds con Katie Taylor. Le pedimos una foto ahí arriba del ring y ella no entendía qué quería. Después, desde su equipo nos dijeron que ellos no están acostumbrados a sacarse fotos con rivales y que esté todo bien. Allá se ve que no es una costumbre y no entendía, porque incluso no quería acercarse cuando la llamamos. Pensó que era algo malo. Después entendió, alguien le dijo que queríamos una selfie y re buena onda. La foto la tengo, con ella y todos los cinturones.

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Hubo postal para el recuerdo en Wembley. (Foto de Getty).

Hubo postal para el recuerdo en Wembley. (Foto de Getty).

-¿Es muy difícil después de conocer ese mundo volver a hacer pelas acá en Argentina?

-Arriba del ring siempre es lo mismo. Depende la personalidad de cada uno. Para mí cada pelea es un desafío, pelee con quien pelee. Siempre hay que subir y ganar, siempre hay una presión y algo que demostrar. Lo que sí me pasó en la pelea de Katie Taylor es que no no sentía que tuviera que demostrar nada, era ella la que tenía que hacerlo. Entonces hasta lo disfruté más. Después volví acá y fue lo mismo. Prepararme para cada pelea, intentar dar lo mejor, ganar. Si estuve a la altura, si estuve bien, tengo que enfocarme en eso. Yo pelee contra la mejor y puedo pelear contra cualquiera. Acá hay mucha chicana sobre contra quién peleás y contra quién no, pero eso no depende de los boxeadores sino de los promotores. Depende lo que te quieren pagar y obviamente hay peleas que son más riesgosas en las que vos vas a decir, ‘si me pagan bien, la hago’.

-A esa pelea fuiste con Chino Maidana como promotor. ¿Por qué no seguiste con él?

-Yo tenía contrato con Chino Maidana, no me acuerdo si por dos o cuatro años. Viajamos con él a esa pelea. Después su promotora empezó a tener muchos boxeadores y no nos hacían pelear tan seguido. Entonces, como teníamos buena onda con Pileta (Gustavo Maidana) que manejaba todo lo de la promotora, hablamos y pedimos la posibilidad de rescindir. Quedó todo bien. Nos dijo que él no nos podía conseguir más peleas de las que nos estaban consiguiendo y nos dieron el pase para conseguir otra promotora. Agustín Quintana, que es un compañero mío, estaba con Mario Margossian y se interesó, así que firmamos un contrato con él por dos años también. Lo que pasa es que hay cláusulas en los contratos que si salís campeón se extienden y así fue.

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-Pienso en la bolsa que se llevó Madiana por sus peleas ante Mayweather, que a nivel económico te soluciona la vida, la de tus hijos y la de tus nietos. ¿Pelear con Katie Taylor para vos también representó ese salto a nivel económico?

-Fue una bolsa completamente diferente a las que había tenido y a las que tuve después también. El problema es que las mujeres cobramos tan poco las peleas que vemos un par de dólares y creemos que es un montón. Después te ponés a analizar y no es tanto. La bolsa con Katie Taylor fue bastante grande, creo que nunca más voy a cobrar una como esa. Cuando pelee con Dixon fue mucho menos y en mi próxima pelea es mucho menos todavía. Pero creo que tampoco son las bolsas reales, sino que pasan cosas en el medio en que la bolsa se reduce un montón. Pero a nosotros nos llega la oferta y por ahí pensamos ‘nunca más vamos a cobrar esto, es un montón’. Y la verdad es que si lo pensás no es tanto.

Burbuja en acción, frente a Katie Taylor. (Foto de Getty).

Burbuja en acción, frente a Katie Taylor. (Foto de Getty).

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-A Narváez lo escuché decir algo así, que fue 12 años campeón mundial y la mayor bolsa que cobró fue de 100 mil dólares…

-Yo creo que me deben haber ofrecido 40 mil dólares para pelear con Katie Taylor. Amanda Serrano con Danila Ramos, que pelearon 12 rounds de 3 minutos, pelearon por 45 también. Vos sabés que no es la bolsa real. La otra vez salieron a contar que era un millón de dólares la pelea de Amanda con Katie Taylor. Pero en el camino hay un montón de plata que no llega. Ellas hablaban del reconocimiento, de que por fin le pagaban a las mujeres una buena bolsa. Yo pensaba ‘sí, es una buena bolsa, pero cuánto cobran dos hombres que dan el espectáculo que dieron ellas’. Muchísimo más. Ahí se ve la brecha. Acá en Argentina no se ve tanto entre hombres y mujeres en el boxeo, porque cobramos poco todos. Pero cuando salís afuera te das cuenta que la diferencia es abismal.

-¿Sos de las que están a favor de pelear tres minutos por round?

-Para mí dos minutos está bien, pero sí considero que si se sube a tres minutos se tienen que asemejar más las bolsas. Antes se decia que peleabamos a dos y que cobrabamos menos porque estábamos menos arriba del ring. Si se pelea a tres y tiene consecuencias positivas en relación a las bolsas, me parece perfecto. Todas las mujeres que conozco entrenamos a tres minutos, no para dos. Estamos preparadas. Habría que solicitar los sparrings a tres minutos, ver el aire, pero el entrenamiento es el mismo. Si nos van a subir, que suban también las bolsas.

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La segunda chance mundialista

-Dijiste que contra Katie Taylor no tenías nada para perder. ¿Dolió más entonces la derrota en Manchester contra Dixon?

-Sí, en esa fui a ser campeona del mundo. Lo que pasa es que también hubo una circunstancia que hizo que el golpe fuera más fuerte. Yo me venía preparando, enfocada, concentrada… Y una semana antes de viajar, con todo lo que venía pasando en el país, me echaron del trabajo y el golpe fue justo. Venía ya todo problemático el país, con recortes y eso. Y me tocó a mí. Pensé ‘hay que seguir adelante’, pero me repercutió. Llegué allá y dije ‘bueno, por lo menos tengo esta posibilidad de ser campeona del mundo’. Me tiran en el tercer round y ahí me dije, ‘ahora la tengo que tirar yo porque en las tarjetas no voy a ganar’. La verdad que sí fue un golpe más duro que la derrota con Katie Taylor. Porque sentí que era una rival que me daba chances de ganar y por todas las circunstancias que en ese momento me hicieron sentir que era lo único que me quedaba para tener una alegría en el mal momento que estaba pasando. También por pensar que si no me pasaba esa situación yo podía haber estado más enfocada y las cosas haber salido diferentes. Te queda la idea de qué hubiese pasado y eso también deja un sabor amargo.

Rhiannon Dixon vs.  Karen Carabajal en Manchester. (Foto de Getty).

Rhiannon Dixon vs. Karen Carabajal en Manchester. (Foto de Getty).

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Burbuja, la película

-Así como podés presumir de haber peleado con Katie Taylor, también podés presumir de tener tu propia película. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Fue un documental que se filmó durante cuatro o cinco años y que se estrenó este año. Muy contenta con esa oportunidad, con que haya una película de mi historia, de mí. No me gusta mirarme en una pelea, pero la película la vi como cinco veces. Me incomodan las dos igual. En las peleas soy muy crítica de mí, me tiro mala onda, entonces prefiero no volver a mirarlas. La película me emociona, lloré las cinco veces. Es el camino hasta una pelea de título mundial y se muestra la pelea con Dixon. Las escenas, la caída, la gente que me vio. Es revivir la emoción de ese momento y también mi historia de vida. Es fuerte.

-¿Qué te convenció de aceptar la propuesta?

-La gente que me lo vino a proponer fue muy respetuosa, conocía mi historia y me dijo que no querían que la película tuviera golpes bajos. El rodaje arrancó antes que yo fuera mamá y la idea era contar mi relación con el boxeo, mostrar a mi papá. Él después falleció y la película cambió, encontró un nuevo sentido. Se mostró el día a día, el esfuerzo para salir adelante, la resiliencia. Me pareció que iba a estar buenísimo también como recuerdo personal para mí. Uno después se olvida de todo lo que vivió. También para que la gente que quizás no me conocía sepa cómo es ese día a día, a pesar de los problemas y las dificultades. Igual que la maternidad, con el doble de esfuerzo que te demanda. Es también ese mensaje de que se puede, encontrando también la gente indicada que te rodea, porque sola no se puede muchas veces.

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Si sos campeona en noviembre, habrá que hacer la parte dos…

-Y sí, ahí habría que hacer la segunda parte. Ojalá.

Afiche de Burbuja, la película.

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