Argentina es un país que se caracteriza por exportar futbolistas a diferentes países del mundo. En cada una de estas ligas, los jugadores suelen dejar una marca debido a sus características y su personalidad para ir en búsqueda de títulos y de cumplir los objetivos propuestos.
Ian Puleio, delantero de 27 años, es uno de los tantos jugadores que de chico dejó el país para ir en búsqueda de cumplir sus sueños. En diálogo con Bolavip, hizo un repaso sobre su carrera: el recorrido en el ascenso, el salto y el título en Montenegro y su actualidad en la Primera División de Indonesia.
Los inicios en el fútbol
Durante sus inicios en el fútbol, Puleio arrancó las divisiones inferiores en Vélez, donde quedó libre a los 14 años. Luego de esto, junto a un amigo fue a probarse a Platense, que en aquel entonces merodeaba por el ascenso al jugar en la Primera B Metropolitana.
-¿Cómo se dio la llegada a Platense?
-Nací en Morón y viví en Ciudadela, por parte de mi papá y mi mamá. A los 14 años, quedé libre de Vélez, donde hice inferiores y un amigo me comentó de una prueba en Platense. Mis padres no podían llevarme, así que tomé dos colectivos con él y llegué a la prueba. No vivía cerca, pero la oportunidad valió el esfuerzo.
-¿Cómo fue combinar viajes, entrenamientos y estudios?
-Fueron unos cuatro años así. A los 16 o 17 dejé el colegio para enfocarme en el fútbol y trabajar. Mi papá me apoyó: “Ian, ¿querés jugar al fútbol o qué querés hacer? No podés estudiar, trabajar y entrenar todo junto”. Decidí seguir mi sueño de jugar y trabajar para mantenerme. Mi mamá no estaba tan de acuerdo, pero planté bandera porque quería seguir mi sueños que era jugar a la pelota.
-¿De qué trabajabas para mantenerte?
–Hacía de todo: peón de fletero, trabajé en un local de milanesas y panchos los fines de semana, pinté casas, corté pasto, hice mantenimiento con un amigo de mi mamá que necesitaba que le mantenga toda la casa y era mi fija. También usaba la camioneta de mi papá para fletes si alguien lo necesitaba. Todo era rebuscármelas para tener algo de plata, entrenar y aportar en casa, porque no tenía contrato en ese momento. A los 19, un amigo me ofreció un trabajo fijo instalando aires acondicionados con su papá, que necesitaba un peón de 12 a 19 horas. Entrenaba de mañana, volvía al mediodía, comía algo y trabajaba. Eso me dio estabilidad, porque antes no sabía cuándo iba a entrar plata y cuándo no. Así estuve dos años.
-A los 20 años te llega el primer contrato en Platense. ¿Cómo fue ese cambio?
-Todo cambió. Un representante me ayudó a conseguir el contrato, y con el sueldo fijo pude dedicarme más al fútbol. Platense estaba en la B Metropolitana, pero el club crecía mucho, se hizo una gran institución. Viví el ascenso a la B Nacional y luego a Primera entrenando con el plantel de Reserva y después con el plantel profesional. Fue una etapa hermosa.

Ian Puleio en su paso por Platense. (Archivo personal).
-¿Cómo viviste el crecimiento de Platense?
-Nunca padecimos ningún problema en inferiores y Reserva. El club se transformó en una gran institución gracias a dirigentes como Pablo Bianchini y Seba Ordóñez, que aman al club. Siempre mantuvieron una línea ascendente, con gente comprometida y que amaba al club. Eso marcó la diferencia. Cuando los chicos salieron campeones, yo ya no estaba, pero fue increíble ver cómo dejaron afuera a equipos como Racing, River y San Lorenzo. Hicieron un campañón, con un gran cuerpo técnico y dirigencia.
-¿Creías que Platense podía ser campeón o fue algo inesperado?
-El fútbol no siempre es merecimiento, había clubes que también lo merecían. Podés dominar un partido, pero si el otro equipo hace un gol, gana y el merecimiento queda de lado. Los chicos lograron algo enorme porque trabajaron para ello. Fue una locura, se lo ganaron.
El paso por Ecuador
En medio de su etapa en Platense, Puleio tuvo la oportunidad de emigrar por primera vez. En esta oportunidad, fue para sumarse a Toreros de Ecuador, donde permaneció durante seis meses, para luego regresar al elenco de Vicente López.

Ian Puleio en su paso por el fútbol de Ecuador. (Archivo personal).
-En medio de tu etapa en Platense, surge la oportunidad de ir a Ecuador. ¿Cómo fue?
-Fue un negocio con Barcelona de Ecuador, un equipo de Primera que jugaba la Copa Libertadores. Me entusiasmó, pero al llegar los papeles eran para el equipo B y hubo un par de cosas que no estuvieron buenas. No todo salió como esperaba. Fue una experiencia que me enseñó a ser más cuidadoso: investigar bien el club, el país, las personas detrás del negocio y firmar un precontrato antes de viajar. A los 21, por la emoción, a veces pasás por alto esos detalles. Sirvió como experiencia, estuve seis meses. Las condiciones no eran buenas, así que decidí no extender el contrato. Intenté volver a Platense, pero no me incluyeron en el plantel. Fue un mal negocio.
La llegada al ascenso y la lucha por volver a Primera
Luego de su paso fallido por Ecuador, el delantero inició su recorrido por el ascenso argentino, con pasos por San Miguel, Colegiales y Excursionistas. En el elenco del Bajo Belgrano, logró el ascenso desde la Primera C a la B Metropolitana y desde allí emigró a Europa.
-Después de Ecuador, pasaste por clubes de categorías más bajas. ¿Cómo fue adaptarte a este cambio?
-Pasé de Primera a la B Metropolitana, ahí empezó mi recorrido en el ascenso, que me hizo ser quien soy hoy en día. Vine de abajo, nunca me regalaron nada ni tuve lujos, así que no me costó adaptarme. Quería jugar en Primera y empezar mi carrera, pero la oportunidad estaba en San Miguel, un club grande del ascenso. Fui con toda la motivación. Ahí conocí gente increíble, como Lucas Scarnato, un goleador que me enseñó mucho. La dirigencia de San Miguel también marcó un cambio abismal como equipo que viene haciendo: son hinchas que aman al club y que lo quieren ver bien, por lo que se dedican al 100%. Me trataron de maravilla.
-Luego pasaste por Colegiales por seis meses y de ahí te sumaste a Excursionistas en Primera C, donde lograste el ascenso. ¿Cómo fue esa etapa?
-Fue un año espectacular. Salimos campeones de Primera C, un torneo durísimo, con gente humilde y trabajadora. Ese título fue clave y no lo quiero pasar por alto: sin él, no habría llegado a Europa. No sé si hay otro jugador que haya pasado de la C a Europa directamente. Tengo una relación muy apegada con el club.

Ian Puleio en su paso por Excursionistas. (Archivo personal).
-¿Pudiste vivir del fútbol en esa etapa?
-En San Miguel y Colegiales vivía del fútbol, estaba bien, pero en Excursionistas el salario era más bajo. Volví a hacer changas: fletes, pintura, ventas de yerba. Hablé con la dirigencia para mejorar mi situación, y me ayudaron, pero igual trabajaba por las tardes. Fue un año de sacrificio, pero valió la pena por el ascenso y mi salto a Europa.
El salto a Montenegro
Después de su buen paso por Excursionistas, Puleio tuvo la oportunidad de emigrar al fútbol del viejo continente para iniciar su recorrido en la liga de Montenegro, donde pasó por dos equipos, logró consagrarse campeón de la Copa de Montenegro y jugó fase previa de UEFA Champions League.
-¿Cómo surge la oportunidad de ir a Montenegro, algo inusual desde la Primera C?
-En ese momento me escribió mi actual representante, me contactó tras ver mis partidos en Excursionistas y me dijo que le había llamado la atención. Me destacó mi despliegue físico y sacrificio. En diciembre, tras renovar con Excursionistas por dos años, en la semana de navidad, me llegó una oferta oficial de Montenegro. Estaba feliz, pero también temeroso por el viaje largo y el idioma, más irme con una persona que no conocía en ese momento.
-¿Cuánto investigaste antes de aceptar la oferta?
-Investigué mucho, hablé con Julián Montenegro, un argentino que llevaba seis años allá, y me dio confianza, me dijo que vaya y no lo dudé. Me subí al avión diciendo que hablaba inglés, aunque no era tan así. Apenas llegué me presentaron con el presidente, saludé sin hablar mucho y a los 10 días ya estaba entrenando con el plantel.
-¿Te costó adaptarte a la vida en Montenegro?
-Fue difícil, un camino muy jodido. Tenés que estar muy fuerte de la cabeza. Fue complicado por idioma, costumbres, estar lejos de casa. Requirió mucha fortaleza mental y el apoyo de mi familia y pareja, pero estuve dispuesto a hacer los sacrificios para adaptarme. Me adapté a la cultura, la comida y aprendí montenegrino. Las ganas de triunfar en el fútbol me empujaron a dar el 200%. En Montenegro, el fútbol es de buena calidad, con jugadores altos y físicos, de la escuela yugoslava. Nosotros, los argentinos, destacamos por la garra y la intensidad.

Ian Puleio en su paso por Arsenal Tivat. (Archivo personal).
-¿Cómo fue la experiencia futbolística allá?
-Empecé en Arsenal, un equipo de mitad de tabla para abajo, que buscaba mantenerse en la categoría. Tras seis meses, terminó mi préstamo y me llamó Decić, que había salido campeón. Ni lo pensé, me llamaron y fui para allá. Jugué la clasificación a Champions League, algo inolvidable, y llegamos a la tercera ronda de la Conference League, enfrentando equipos de Gales, Georgia y Finlandia. Hice un gol clave, aunque perdimos por penales. También gané la Copa Montenegro, fueron dos años top para el equipo.
-¿Cómo era la vida cotidiana en Montenegro?
-Vivía en una ciudad con un puerto hermoso, donde iba a tomar mate con Julián, el otro argentino del plantel. Entrenaba de mañana, iba al gimnasio por la tarde, que era mi objetivo para mejorar en todos los aspectos posibles y en mis ratos libres jugaba a la play o paseaba. Es un país tranquilo, no podías hacer mucho más. Las comidas eran buenas, pero no son como las de Argentina, ja.
-¿Hiciste probar las culturas argentinas a tus compañeros montenegrinos?
-Me llevé cuatro kilos de yerba, que estiramos, que hicimos durar, ja. Ellos son muy cerrados en ese aspecto, así que no compartimos mucho. Sí participé en celebraciones locales como el eslava, que es el día de cada familia en particular. Estuve en algunos que me invitaron y era como estar en un asado entre ellos.

Ian Puleio, campeón de la Copa Montenegro. (Archivo personal).
La actualidad en Indonesia
En la actualidad, el delantero de 27 años tuvo un cambio nuevo en su carrera, debido a que para el inicio de esta temporada se convirtió en refuerzo de Arema FC, equipo que pelea por meterse en los primeros lugares de la Liga de Indonesia.
-¿Cómo llegaste a Indonesia, un destino aún más lejano?
-Es un mundo distinto, con una cultura opuesta a la nuestra. La religión musulmana predomina, con templos y horarios de oración que se respetan a rajatabla. El alcohol está prohibido, se maneja del lado derecho, todo es distinto a como es en Argentina. Los cuatro kilos de yerba vinieron conmigo para mantenerme con el mate y pronto mis padres traerán refuerzos, ja
-¿Te costó adaptarte?
-El tráfico es caótico, miro para todos lados y no quiero chocar a nadie. Me llama la atención que la gente es muy paciente, con una paz interior que admiro y estoy aprendiendo, todo está bien y todo puede pasar, no tienen problema. Nosotros estamos acostumbrados a estar al palo y acá no es así, está bueno.
-¿Qué hacés en tus días libres, compartís con tus compañeros latinoamericanos?
-Me gusta la comida italiana, pizza, pasta, y el sushi asiático, que es de gran calidad, así que me gusta salir a comer esas cosas. Con el colombiano del equipo, que habla español, nos apoyamos mutuamente y la vamos llevando. Hay nueve brasileños, pero el idioma indonesio es complicado. Estoy aprendiendo, junto con portugués e inglés. Ya voy por mi quinto idioma, ja.
-¿Cómo es el fútbol en Indonesia?
-Cambia bastante con el de Montenegro. Me sorprende que es intenso, con jugadores rápidos y ágiles, aunque no tan altos. Hay siete cupos para extranjeros, lo que eleva el nivel. Los locales tienen mucho énfasis y físico, y la liga es competitiva. Mi contrato va hasta junio del próximo año, y luego veremos qué depara el destino.

Ian Puleio en el fútbol de Indonesia.
Los proyectos a futuro y el seguimiento del fútbol argentino
-A pesar de tener contrato por un año más con el club de Indonesia, el delantero busca seguir en el fútbol del exterior, aunque no cierra las puertas para un regreso a Argentina para tener revancha en la Primera División.
-¿Qué planes tenés a futuro?
-Estoy abierto a cualquier aventura que traiga el fútbol. Viajar por distintos lugares me abrió la cabeza y quiero estar en ligas competitivas. Asia ofrece estabilidad económica, algo difícil en Argentina. Montenegro me sorprendió: pensé que sería una liga menor, pero jugué clasificaciones de Champions y Conference League. Ahora en Asia está la Champions asiática, así que quiero seguir en ligas competitivas. Volver a Argentina sería por amor al fútbol argentino, que lo extraño, pero afuera hay muchas oportunidades y uno nunca sabe hasta dónde va a llegar.
-¿Sos hincha de algún club? ¿Seguís el fútbol argentino?
Es complicado seguir el partido en vivo. Soy hincha de Boca, sigo también a Excursionistas y Platense, donde dejé amigos y tengo mucho cariño. Con la diferencia horaria de 10 horas, veo los partidos grabados cada vez que puedo. Quiero que a esos clubes les vaya bien siempre.







