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Selección Argentina

Maradona lo llevó al Mundial 2010 y le dedicaron una famosa bandera, tras el retiro se dedicó a los autos y ahora trabaja en la Selección

Ariel Garcé asumió como ayudante de Placente en las Juveniles. Su paso por River, el dóping, la polémica por la estatua y la convocatoria de Maradona.

Maradona lo llevó al Mundial 2010 y le dedicaron una famosa bandera, tras el retiro se dedicó a los autos y ahora trabaja en la Selección
© AFAMaradona lo llevó al Mundial 2010 y le dedicaron una famosa bandera, tras el retiro se dedicó a los autos y ahora trabaja en la Selección

Desde su retiro que mantiene un perfil muy bajo. No es muy amigo de las redes sociales ni de compartir demasiado su vida privada. Fue tres veces campeón con River pero su carrera se vio marcada por una citación y un viaje al Mundial 2010 en el que no jugó ni un minuto pero los hinchas le dedicaron una famosa bandera. A casi 10 años de su retiro, Ariel Garcé volvió a la Selección Argentina para trabajar con su excompañero Diego Placente en las Juveniles.

Garcé tendrá la chance de viajar a otra Copa del Mundo, esta vez con el plantel Sub 20 con el que se clasificó en el Sudamericano de Colombia. El Mundial se disputará en Chile en septiembre. Argentina compartirá grupo con Italia, Australia y Cuba.

Garcé en el predio de la AFA, trabajando con los Juveniles. Foto: AFA.

Garcé en el predio de la AFA, trabajando con los Juveniles. Foto: AFA.

El Chino comenzó a trabajar en el predio de la AFA a fines del 2024, junto con otro exRiver, Facundo Quiroga, para ser asistentes técnicos del plantel juvenil. Además de haber logrado el subcampeonato en el Sudamericano Sub 20 y el pase a la cita mundialista, también con el cuerpo técnico lograron la clasificación de la Selección Sub 17 al Mundial de Qatar, que será en noviembre.

Bajo la coordinación de Bernardo Romeo, el Chino se sumó al equipo de trabajo de Placente, quien asumió en la Sub 20 luego de la salida de Javier Mascherano, quien se fue al Inter Miami en noviembre del 2024. Claro que todo el cuerpo técnico trabaja bajo el ala de Lionel Scaloni y sus ayudantes Roberto Ayala, Pablo Aimar y Walter Samuel.

Además, junto con Aimar y Placente, entre otros, forman parte de la Fundación Ese Yo, que acompaña a niños y niñas utilizando el deporte como herramienta educativa. Juntos participaron de varios eventos en Lobos, donde se encuentra. Además del merendero que apadrina en Capitán Bermúdez, Garcé siempre dice presente cuando hay que ayudar: suele acercarse a clubes para dar charlas y compartir tiempo con los chicos.

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El Chino y los autos

Luego de abandonar el fútbol en 2014, la otra pasión de Ariel Garcé empezó a ganarse un lugar en su vida: el automovilismo. Lo hizo en el 2018, y nada menos que con Esteban Fuertes, a cuatro años de colgar los botines, corriendo siempre en varias promocionales: la Copa Abarth y la Fiat Competizione, donde logró su primera victoria en una carrera, en Rosario, en el 2024.

“Lo mío siempre fue más con las motos, cuando dejé el fútbol comencé a correr en Motard, pero con el auto siempre dije que me iba a subir. Llamé a un amigo y me ofreció un auto. La primera vez que probé me iba riendo y la pasé súperbien, pero después ya quise meter tiempo y estaba repreocupado. Pero ahora solo quiero disfrutar, aunque la competitividad está adentro”, dijo en aquel debut.

El Chino y su primer triunfo al volante. Foto Fiat Competizione.

El Chino y su primer triunfo al volante. Foto Fiat Competizione.

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¿Si corría siendo jugador? “En 2006, durante los seis meses de suspensión por el doping, corrí carreras de moto en La Rioja y en Colonia Caroya, con un nombre falso: Jeremías Andersen”. Ocultó su pasión lo más que pudo hasta el retiro.

Fue hace un año cuando lo llamaron para subirse nuevamente al auto y salir al autódromo rosarino en buscar de su primer triunfo. Sus presencias no eran continuas, entre sus actividades fuera de los fierros, y esta vez se le dio. Se sacó la espina de subirse al podio y llevarse el primer lugar. Apenas cinco meses después ya estaba trabajando en la Selección y comenzando un nuevo capítulo.

Fútbol, doping y estatua

Ariel Garcé nació en Tandil hace 45 años. Hijo de una familia humilde que se dedicaba al campo, llegó al fútbol de la mano de su papá José, que lo llevaba a los clubes de baby. Hasta que a los 14 llegó a River para vivir en la pensión y saltar a Primera en 1999, de la mano de Ramón Díaz. En aquel primer partido oficial compartió cancha nada menos que con Placente y Aimar.

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Pese a que fue el equipo con el que logró tres títulos (Clausuras 2000, 2002 y 2004), no fue la camiseta que más tiempo vistió. Después de irse al Morelia de México en el 2003, volvió a River a pedido de Leonardo Astrada, para dar otra vuelta olímpica.

El amistoso que jugaron con la Fundación Ese yo. Aimar, Placente, Barrado y Garcé. Foto Ese yo.

El amistoso que jugaron con la Fundación Ese yo. Aimar, Placente, Barrado y Garcé. Foto Ese yo.

Ya en el 2004, fue Alfio Basile el que lo quiso en Santa Fe y se lo llevó a Colón. Llegó con Totono Grisales y armaron un equipazo en el que ya estaba Esteban Fuertes y aparecieron el Cata Díaz, Gerardo Bedoya, Moreno y Fabianesi, el Pipa Estévez y Giovanni Hernández. Según el mismísimo Coco, ese equipo no fue campeón por los problemas económicos que lo desmantelaron seis meses después. “No me olvidaré jamás y es una pequeña espina que me quedó clavada”, dijo el entrenador.

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Con el tiempo, el Chino comenzó a convertirse en referente del Sabalero, club con el que más jugó en su carrera: 155 partidos. Claro que en el medio hubo otra historia, porque de Colón se fue a Olimpo y tuvo su resurgir en Rosario Central, después de seis meses suspendido por dóping.

“La sustancia fue benzoilecgonina, un derivado de la cocaína. Te aparece porque tomaste 3 litros de té de coca o porque consumiste cocaína. Y yo no tomé té de coca esas noches previas al partido que con Olimpo jugamos en Jujuy contra Gimnasia ni jamás consumí cocaína. No la probé ni vi que la consumieran en reuniones en las que participé. Nunca”, contó en una entrevista con La Nación.

“Cuando me informaron, no entendía nada. Me puse a averiguar por Internet y luego fui a hablar con un toxicólogo groso de Santa Fe. Le pregunté si me hubiera dado cuenta si me metían cocaína en el puré, ponele, y me dijo que no, que ni te das cuenta”, agregó.

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Y el dedo acusador lo señaló y le costó sacarse ese estigma. Porque era conocido en River por salir con su grupo de amigos, su estilo más rocker hippie, las rastas. El prejuicio a la orden del día. “Porro he fumado alguna vez, en las vacaciones, no en la época en que jugaba, siempre fui consciente del esfuerzo que había hecho. Además, fue un positivo por un metabolito de cocaína. ‘Barba, explicame qué es ésto’, le decía al de arriba, no podía entenderlo. Estaba enojado, no quería jugar más, pero con mucha ayuda decidí seguir”.

La foto que Garcé conserva con Diego Maradona. Foto: Instagram personal de Garcé.

La foto que Garcé conserva con Diego Maradona. Foto: Instagram personal de Garcé.

Fue Leo Astrada, aquel que lo había pedido de regreso en River, el que lo llevó primero a Central, para jugar dos torneos y hasta hacerle un gol a Boca y recuperar nivel y confianza. Y volvió al Sabalero, también de la mano de Astrada.

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Ya con el Turco Mohamed como DT, aconsejaba a los pibes y aunque no hablaba con la prensa, era la voz cantante en el vestuario. Su imagen fue creciendo y recuperó ese lugar perdido. Con el tiempo, y tras la polémica con la estatua de la Virgen, terminó peleado con la dirigencia y se fue.

Fue en el 2011, en Colón. Una estatua de la Virgen de Guadalupe que estaba ubicada en el estadio había ganado mala reputación: “Esa Virgen tenía cierta fama y el plantel la había empezado a mirar con desconfianza. Después de perder un clásico con Unión ya todos empezaron a preguntar: cuándo la sacamos, y entonces decidimos retirarla, restaurarla, porque estaba medio dañada, y ponerla en otro lugar, en el predio, por ejemplo. Si bien no era el capitán, era el Bichi, yo manejaba bastante al grupo, y además estaba lesionado, entonces me hice cargo. Contacté a un restaurador y les di unas directivas a unos muchachos para que la lleven. El problema es que se les rompió en el traslado”, explicó varios años después en La Nación.

Fue un escándalo. Hasta tuvo que presentar un escrito en la Justicia santafesina para explicar la situación. “Al ver la imagen rota me asusté, me desesperé, no supe qué hacer, pensé que los compañeros se iban a enojar conmigo, empecé a insultar, a llorar, y terminé arrojando los restos de la escultura”, dijo en su descargo. Sin embargo, aseguró que los dirigentes estaban al tanto de lo que iba a ocurrir. Pero él quedó expuesto.

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Lo trataron de hereje, se metió la Iglesia. Sintió que algunos compañeros y la dirigencia lo habían dejado solo y decidió irse. Se volvió a encontrar con Placente en Argentinos, para la temporada 2013 (donde se fue enfrentado con Ricardo Caruso Lombardi) y cerró su etapa de futbolista en Atlético Rafaela. Con un dato: jugó para la Crema que mandó a Colón al descenso en el 2014.

Diego, Bielsa y la Selección

Aunque su paso por la Selección quedó marcado por la citación de Diego Maradona, el primero en convocarlo fue Marcelo Bielsa, allá por el 2003. Lo hizo para una gira en la que jugó dos amistosos con Honduras y Estados Unidos.

“Yo era el suplente de Ponzio como lateral derecho. Salía Ponzio y Bielsa le decía “Bien Leo, bien Leo”. Lo hacía yo… y nada. En un momento, desde atrás del arco me gritó: “¡¡Garcéeeeee, Garcéeeee, Garcéeeee!!”, seis veces. Y yo, que ya venía medio revirado, porque no entendía, me saqué. “¿Qué querés que haga? ¡No me rompás los huevos!”. Vino, me puso las manos en el pecho y me pidió disculpas. Después me llamó al vestuario y me contó una historia de Chamot, que no había practicado nunca de titular y terminó jugando. Conmigo pasó lo mismo, porque en la gira terminé jugando yo”, contó.

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Volvió a la Selección siete años después. Diego Maradona lo citó para un amistoso contra Haití en Cutral Có. Y de ahí se fue al Mundial de Sudáfrica. Sin embargo, en el medio de aquella historia, hubo algo más que al parecer fue lo que convenció al Diez.

Hacía un frío… (risas). Los haitianos no sabían ni dónde estaban. No tenía mucha trascendencia. Pero le puse todo y algo iba a pasar. Era una energía de m… Se hizo como un silencio y yo sentí que algo debía decir”. Habla de la arenga que hizo antes del partido. Terminó ocupando el lugar de Zanetti en la lista. Y la bandera que se hizo presente en el Monumental antes de viajar.

La famosa bandera. Foto archivo.

La famosa bandera. Foto archivo.

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“Dady, el masajista de la Selección, me jodía en esos primeros días que entrené con el plantel: ‘Traeme chorizos y alfajores de Tandil’. Cuando entramos al Monumental para jugar contra Canadá, el último amistoso, estábamos para cantar el himno y Dady viene por atrás y me dice: ‘Mirá allá arriba, te puse la bandera’. Creí que había sido su idea. Me dieron demasiada importancia… Para mí fue algo fabuloso, soñado: iba a ir al Mundial a verlo con mis amigos y de golpe lo fui a jugar, ¿de qué me voy a quejar?“.

Lo más loco de la historia es que él ya pensaba ir: había ahorrado con su grupo cercano amigos para conseguir pasajes y estadía. Iban a ir al estilo mochileros, muy relajados. No jugó ni un minuto ni trajo alfajores, pero fue feliz por un rato más.

Dueño de un perfil bajo, sus hermanos se dedican a la música (Leticia canta tangos y vive en Mallorca), muy compañero de sus hijos Valentín y Juana, vivió un tiempo en Roldán, a 25 kilómetros de Rosario, alejado del ruido de la ciudad, en contacto con la naturaleza. Vegetariano desde sus tiempos en Colón, pudo cultivar ese otro costado que siempre lo hizo sentir alguien diferente en el mundo peculiar del fútbol.

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Sólo lograron sacarlo de allí sus amigos. Primero Eduardo Coudet, que lo llevó como ayudante a Central durante dos años. La promesa había sido sólo acompañarlo en su primera temporada, sin importar lo que durara. Fueron dos años y se volvió.

Ariel Garcé en la Selección. Foto AFA.

Ariel Garcé en la Selección. Foto AFA.

Ahora, el que lo sacó de allí fue Diego Placente, otro de sus grandes amigos. Para asumir un desafío grande y que también lo conecta con una parte suya que siempre estuvo allí. “Me gustaría volver pero para abordar todas estas carencias que existen en el ambiente, la contención para diferentes problemáticas”, dijo alguna vez sobre su regreso al fútbol. Estar en contacto con los chicos seguramente será enriquecedor para ambos.

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