Hace frío en la Ciudad de México. El termómetro indica 16 grados centígrados, lo que se traduce en algo así como a -5 grados para los capitalinos, seres que no suelen resistir temperaturas un poquito bajas. Pero aún así, cubriéndose como si estuviera nevando, no oponen resistencia para acudir al Estadio Azteca y apoyar al América o a Tigres. ¡Sí, a Tigres!
Muchas y muchos habitantes de la ciudad son simpatizantes del equipo femenil regio por el futbol que practica. En otros casos, algunas y algunos han elegido ese escudo porque idolatran a una o más de sus jugadoras. Por ejemplo, familias enteras llegan para alentar a Nallely Rangel, futbolista que consideran “símbolo de garra y coraje”.
Pero del lado opuesto también hay motivos para pisar el Coloso de Santa Úrsula. Una joven pareja sacrificó ir al cine para disfrutar en vivo a Sarah Luebbert, crack que les emocionó después del partido que brindó ante Chivas en la ida de los Cuartos de Final.
Entre los aficionados que arriban al templo futbolero, casi de incógnitos, se encuentran los familiares de Stephany Mayor. Su hermana, quien está nerviosa y padece el clima, fuma un cigarrillo antes de cruzar las puertas hacia el interior. “Hoy ganamos”, expresa convencida de que Stef hará la diferencia.
Con esa misma certeza, una mujer embarazada pronostica triunfo tigre. Emocionada por convertirse próximamente en madre, presume con orgullo su pancita para manifestar que su amor por ‘las Amazonas’ quiere transmitírselo al pequeño que viene en camino: “Lo traje para que desde ahorita sienta el ambiente tigre”.
A unos cuantos metros, un par de chicos vinieron al partido para ver a Selene Valera. Argumentan que les cae bien porque “es chida”, porque “es barrio”, tal como ella lo escribió en su cuenta de Twitter.
Así, sin importar el frío, bajo un interés de distintas razones, mucha gente continúa llegando al estadio. Por cierto, ¿quién dijo que el futbol femenil no le importa a nadie?