La noche del 15 de noviembre en 2017, todo el país gritó de alegría, remeciendo los cimientos en sus ciudades. La Selección Peruana volvía a los Mundiales luego de 36 años de larga espera. Tras vencer por 2-0 al combinado de Nueva Zelanda, gracias a los goles de Jefferson Farfán y Christian Ramos.

Aquel día todos nos unimos como hermanos por el fútbol, estuvimos abrazados en casa y en las calles, demostrando que este deporte es sumamente emotivo. Esa emoción duró por varias semanas, mientras se hacían las maletas pensando en el futuro viaje a Rusia, para ser parte nuevamente de los mejores combinados nacionales.

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Las estadísticas sociales dicen que con el gol de ‘La Foquita’ se registró un temblor con epicentro en el Estadio Nacional. Al punto de que las alarmas sismográficas de ese entonces, detectaron un movimiento poco normal. Esa podría ser la magnitud más cercana de energía favorable, y muy saludable. La cual despertó en los incrédulos el hinchaje despierto.

También en esa noche de 2017, hace 4 años, el homenaje a Paolo Guerrero se vio en cancha, por parte de sus compañeros, en especial de su compadre. Quien, en la celebración de su tanto, el primero del cotejo, sacó una camiseta para saludar a la distancia, a quien la pasaba muy mal por el tema del ‘doping’.

Todo lo demás en adelante, ya es bastante conocido. Pero hoy es un buen momento para recordar. Porque estamos a puertas de un duelo como visitante trascendental. Donde solo nos sirve sumar 3 puntos, de visita contra Venezuela, dependemos de eso para continuar soñando, y creyendo que ‘Qatar 2022’ todavía es viable.