En Barcelona no solo preocupan los resultados, sino por encima de todo las formas. El empate ante Granada supuso un nuevo golpe en el inicio de una temporada llamada a ser un auténtico dolor de cabeza en Cataluña. Aquel club que durante años maravilló al mundo con el fútbol de Johan Cruyff o Pep Guardiola, generó una particular estadística que supone el final de un estilo innegociable en el Camp Nou.
El caos se tomó la casa de los Culés desde el minuto 1. El gol de Domingos Duarte cayó como un balde de agua fría a todos los que asistieron a ver a un equipo que venía de ser goleado por Bayern en la Champions y que no podía permitirse más errores en LaLiga. El desorden, la impotencia y los nervios, llevaron a Barcelona a practicar un fútbol que poco o nada tiene que ver con el que dominase el planeta temporadas atrás.
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El resumen del encuentro lo dice todo. Barcelona se cansó de tirar balones en largo a sus delanteros mientras los Piqué y De Jong hacían de nueves para buscar un empate que no ser por Araújo, habría dado paso a una larga noche en la ciudad condal. Desde 2016 no se veía algo ni siquiera parecido en el equipo blaugrana, donde sin las piezas para realizar ese fútbol total se apostó por un estilo que poco o nada tiene que ver con idiosincrasia del club.
Hasta 54 centros tiró Barcelona en toda la noche, una suma récord en las grandes ligas en lo que vamos de temporada y que el equipo ni siquiera rozaba desde noviembre de 2016 ante Málaga. La realidad duele, pero el plantel no da para ese estilo que Laporta le demanda a Koeman y el DT tampoco tiene a todas las fichas que le permitirían buscar un plan b. El fútbol de Cruyff o Guardiola, más lejos que nunca del Camp Nou.