Volvió Miguel. Aunque en realidad está mal decir que volvió, porque nunca se fue.

Lo primero que quiero hacer es reconocer la pasión de este hombre, el corazón que tiene, las ganas de seguir trabajando, de seguir siendo el DT de Boca. Les digo la verdad, pensé que no iba a viajar, o en todo caso que no iba a estar en el banco. Ni hablar de ir a la conferencia de prensa, pensé que la iba a dar Úbeda. Y Miguel hizo las 3 cosas. Y hasta se animó con una enorme valentía a repreguntar a un periodista: “¿Y vos cómo me ves?

Está molesto, está enojado, dice que se hablaron muchas cosas, tonterías. Hay que reconocer que el equipo mejoró, que está clasificando a la Libertadores, y en algún punto, si él quiere seguir, pensando que Boca lo fue a buscar en un momento muy complicado, tiene derecho.

Pero atención, Boca es más importante que todos. Boca está por encima de todos los nombres, de Riquelme, de Maradona, de Palermo, de Bianchi y también de Russo.

Yo si fuese Miguel, me quedaría en mi casa. Una trayectoria intachable, increíble, gloriosa. Si él quiere seguir, que lo haga, pero si en algún momento, con toda su experiencia y sabiduría, se da cuenta que no le puede dar a Boca lo que Boca necesita, que de un paso al costado.

Y una perlita del partido en Rosario: el gol olímpico de Di María. Golazo, sí, pegada increíble, pero se lo comió Brey eh. Digamos todo. La pelota entró por el medio del arco, era pelota del arquero.

¿Hay virtud del pateador? Obvio, no es fácil desde el banderín que la pelota entre. Pero el gol se lo comió Brey.