Nadie es más importante que Boca, apréndanlo bien de una vez por todas. Ni Mauricio Macri, ni Martín Palermo, ni Diego Armando Maradona, ni Guillermo Barros Schelotto, ni Carlos Tevez. Ni siquiera Juan Román Riquelme es más importante que el azul y oro, que los colores, que la Bombonera.
Por segunda vez, en dos meses y medio, el soberano, el pueblo, el hincha genuino de Boca, el que quiere a Boca, el que viaja por Boca, el que da todo por los colores, pidió que se vayan todos. Con el agravante de que antes de los penales contra Lanús, lo mandaron a Román a la p… que lo parió. La gente te perdió el miedo, Román. No digo el respeto, pero sí el miedo.
Y fue peor el remedio que la enfermedad, porque, que salgan a defenderte los mercenarios de La 12, esos que vos acusabas de ser amigos de Palermo, habla más de tu debilidad en este momento. Te deja más expuesto que tu único aliado sea la barrabrava.
Es una situación nueva para Riquelme, es un desafío nuevo el que tiene el presidente de Boca. Porque él está acostumbrado a lidiar con los poderosos: Macri. Con los grupos económicos: Clarín. Con otros ídolos: Guillermo, Tevez, Palermo; que él siempre acusaba que eran cercanos al poder. Ahora, por primera vez, tiene a la gente en contra.
Román siempre era la víctima atacada por los poderosos, que se refugiaba en la gente. Ahora el hincha le soltó la mano. ¿Cómo reaccionará Riquelme? Quien, por primera vez en su vida, tiene a la gente de Boca, al verdadero hincha de Boca, en contra porque no se banca más los malos resultados de su gestión y todos sus caprichos como, por ejemplo, poner a Mariano Herrón, por cuarta vez, como técnico. Le quedan dos años y medio para levantarla antes de que el hincha lo saque a patadas en el c… en las urnas.

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