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Murió Juan Ramón Verón, ídolo de Estudiantes y padre de Juan Sebastián

Tenía 81 años y estaba internado hace varios días.

Murió Juan Ramón Verón, ídolo de Estudiantes y padre de Juan Sebastián
Murió Juan Ramón Verón, ídolo de Estudiantes y padre de Juan Sebastián

Este martes se conoció la noticia de la muerte de Juan Ramón Verón, leyenda de Estudiantes de La Plata y del fútbol argentino. Héroe del Pincha campeón de la Copa Libertadores y de la Intercontinental de 1968 en Old Trafford ante Manchester United y padre de Juan Sebastián, presidente del club en la actualidad.

“Parecés una bruja”, le dijo un compañero de las inferiores sin saber que el apodo se convertiría en marca registrada, en historia pura, en legado. Por lo hecho por él, por su hijo, por los que vendrán. Decir Bruja en Estudiantes es hablar de pasado y presente, es viajar en el tiempo y recordar donde comenzó todo. En los pies de Juan Ramón Verón se escribió parte de la rica historia Pincha: un título local, tres Libertadores, la Intercontinental 68 en Inglaterra, una Interamericana y un hijo que tomó la posta y siguió escribiendo en letras doradas.

Pensar que cuando falleció su mamá, a los 11 años, su padre se volvió a Corrientes y él decidió quedarse porque tenía una sola idea en la mente: jugar al fútbol. Su objetivo estaba claro aún siendo un pibe y así fue siempre. Empezó jugando en una canchita que, casualidad o causalidad, era donde paraba un exjugador de Estudiantes de aquellos años. Se animaron a pedirle que los llevara y del grupito de pibes quedaron varios.

Él jugaba de 10, pero la posición estaba ocupada y por eso los entrenadores le ofrecieron “pararse de 11”. Menos mal. Porque le encontraron su lugar en la cancha y en el mundo. Sin embargo su debut en Primera no fue nada fácil: como le pasó décadas después a su hijo, le tocó salir a la cancha en una época difícil. Y, para colmo, a la Bruja no le fue nada bien en aquel partido iniciático. 

Estaba en Quinta y saltó al primer equipo, para perder con Boca 4-0 en la Bombonera. Volvió a jugar en Primera dos años más tarde, ya de la mano de quien sería el ideólogo de la época gloriosa de Estudiantes: Osvaldo Zubeldía. Tomó aquella Tercera que andaba bien y fue subcampeona en el 64 y en el 65, campeona. La Bruja estaba lista para pegar ese salto. Y fue un salto a la historia. 

Y le cambió la vida de tal forma que hasta pudo dejar de trabajar en el frigorífico y ahora sí dedicarse al fútbol por completo: “Mi turno era de 9 de la noche a 3 de la mañana, tenía 18 años y ya había debutado en la Primera de Estudiantes. Cuando llegó Osvaldo, le pidió al club que me dieran esa plata para que pudiera dejar el trabajo”.

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Resistido al principio, en aquella primera campaña del 65 jugó 25 partidos y fue metiéndose a la gente en el bolsillo, en base a talento y goles, esa misma búsqueda de tenencia y gambeta que al principio generaba murmullos -y que poco le importó a Zubeldía, pues lo cambiaba de punta pero no lo sacó-  y que después hasta le dedicó una canción. “Si ve una bruja montada en una escoba… ¡ese es Verón, Verón, Verón que está de moda!”.

Tocar el cielo

Para el Metro 67 Verón ya estaba afianzado, era clave en el equipo y Estudiantes logró su primer título en la era profesional. Fue clave en el partido ante Racing que lo catapultó a aquella primera vuelta olímpica, también protagonista ante Palmeiras en la final de la primera de las tres Libertadores: hizo tres. Convirtió el empate en la ida en La Plata, hizo el descuento en Brasil (1-3) y el segundo en la definición en Montevideo. 

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Pero si le faltaba algo para erigirse en leyenda fue convertir el gol de la igualdad en la final Intercontinental 68 en el Old Trafford y ante el Manchester United. Con el 1-0 en la ida, Estudiantes alcanzaba la gloria y con una Bruja como estrella. 

Y ya no hubo vuelta atrás: el amor fue absoluto y para siempre. Su capacidad goleadora, su cabezazo letal, su buen manejo de balón fueron el faro que guió al Pincha para lograr dos Libertadores más y la Interamericana. En un equipo con una gran estructura y un trabajo previo al mejor estilo Zubeldía, Verón tenía sus permisos para moverse y hacer la diferencia. Y lo hizo. 

Un partido histórico

Jugar ante el Santos de Pelé. Y ganarle. Y hacer un gol que queda en la historia. Fue en 1966, en la gira de Estudiantes por El Salvador, en tiempos en que los equipos se iban de viaje varias semanas y disputaban todo tipo de amistosos. El puntero fue invitado a ser parte del equipo local de Alianza para enfrentar a los brasileños. 

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“Estuvimos 2 meses de gira, y nos pidieron un par de jugadores para ese partido con Santos. Fuimos Raúl (Madero), Santiago y yo, pero el único titular fui yo y le ganamos al Santos con Pelé y Coutinho, una locura. Perdíamos 1-0, empaté y después me hicieron un penal. Un chileno me preguntó si lo pateaba, y le contesté: ‘No, a ver si lo erro, entran a la cancha y me matan’. La cancha explotaba ese día. Lo pateó el chileno, le pegó a la tierra y la pelota entró pidiendo permiso. Ahí invadieron la cancha y se terminó el partido. Hasta el día de hoy cada vez que pasamos por El Salvador, se acuerdan. Ahí lo eligieron a Osvaldo (Zubeldía) a la Selección y me llevó”, contó en El Gráfico. 

Despedida clásica

Zubeldía no podía despedirse de Estudiantes sin otro momento épico: fue ante Gimnasia, en su último clásico antes de viajar a Grecia para jugar en el Panathinaikos. Fueron cuatro goles, nada menos que con Hugo Gatti en el arco: uno de zurda, uno de derecha, uno de cabeza y otro de tiro libre. Dejando en claro una vez más la polivalencia y cualidades de la Bruja. 

Allá como no podía ser de otra manera, también fue campeón. Con Puskás como DT, fue campeón en el 72/73, para luego volver a Estudiantes, en el 75, otro año clave. No sólo por la campaña, un subcampeonato en el Nacional, sino más que nada por el nacimiento de su hijo, Juan Sebastián, en marzo de aquel año.

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Tuvo un tercer paso por Estudiantes, luego de ser campeón esta vez en Colombia, con el Junior de Barranquilla y como DT, logrando la primera estrella del equipo. En 1980 volvió a Estudiantes para cerrar su carrera con 324 partidos y 90 goles, en 1981 y tras una lesión de rodilla que lo obligó a decir adiós. Muchos de ellos inolvidables. 

El heredero

Juan Ramón junto a Juan Sebastián.

Juan Ramón junto a Juan Sebastián.

Cuenta la historia que aquel 9 de marzo, con Carlos Bilardo como DT, el entrenador lo retuvo porque jugaban nada menos que con Gimnasia: recibió el llamado en la concentración (en el único teléfono que había) pero no le avisó. La Mañana antes del partido, le dijo: “Nació tu pibe, andate a verlo”. Juan Ramón pasó a conocer a su primogénito y luego convirtió un gol en el clásico platense, que terminó 3-3. 

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Aunque los primeros años de Juan Sebastián los transitó en Colombia por el trabajo de papá, pronto volvieron a instalarse en La Plata para dar esos primeros pasos en las Inferiores y comenzar a escribir la segunda parte de la dinastía pincha más famosa y exitosa. La Brujita lo acompañaba desde pequeño a los entrenamientos y fue absorbiendo cada enseñanza en esos años.

Y luego fue al revés:  en aquella llegada a Europa, su padre viajó con él para acompañarlo. Como jugador, Sebastián logró el ascenso en la temporada 94/95 y tras una exitosísima carrera en el exterior (Parma, Lazio, Manchester United, Inter y la Selección), fue campeón en el 2006 y logró la cuarta Libertadores en el 2009. Con un detalle, quien llamó a Alejandro Sabella para que asumiera como DT fue el propio Verón padre. Nada mal.

Quizá el giro más inesperado de esta historia que comenzó con su padre fue llegar a presidente del club, en 2014, para ya cumplir una década allí (y consiguiendo como dirigente una Copa Argentina y la Copa de la Liga 2024).

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El sólo eligió usar la camiseta 11 con la que su padre había alcanzado la gloria y lo mismo la venda en la rodilla, que papá Juan Ramón usó cuando estaba con problemas de meniscos. A Juan Sebastián no le pesó el apellido, al contrario: quiso ser el verdadero heredero. Ahora le sigue Deian, quien debutó en el equipo con la 11, en marzo del 2021, aunque se alejó del club en el 2024.

La Bruja tuvo algún paso corto como DT, primero de la selección de Guatemala y algunos interinatos en Estudiantes, como siempre dándole una mano al equipo que lo hizo ídolo. Siempre instalado en el Country para estar cerca del club, de los jugadores, de su hijo, de esa mística que él ayudó a construir, con sus goles, con su fútbol y con su apellido.  

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