Los Grand Slams han sido escenarios de momentos memorables en la historia del tenis y le han dado nombre a personalidades destacadas. Wimbledon y Roland Garros, dos torneos grandes que se disputan a mitad de la temporada tenística, siempre resaltan por sobre el resto por la diferencia entre el polvo de ladrillo y el pasto. También han sido los certámenes que casi logra ganar Andrea Jaeger, una estrella del tenis femenino de los años 80.
Jaeger fue una niña prodigio del tenis femenino. Es que todos sus logros los consiguió en plena adolescencia y para sus 19 años, decidió retirarse debido a sus lesiones de hombro y espalda. Ganó 10 títulos de la WTA, llegó a ser número dos del ranking y fue finalista de dos Grand Slams: Roland Garros 1982 y Wimbledon 1983. En ambas definiciones perdió en dos sets ante la gran estrella de esos años, Martina Navratilova.
Al retirarse muy joven, se podía pensar en un regreso tiempo después (hay varios casos, sobre todo en el tenis femenino, de regresos tras retiro profesional), pero en el caso de Jaeger su vida fue completamente distinta.
La carrera de Andrea Jaeger: una estrella adolescente y “chica rebelde”
Nacida en Chicago y de padres emigrantes suizo-alemanes, Andrea Jaeger tuvo una carrera muy prematura en el tenis femenino. Se hizo profesional con sólo 14 años y tan sólo un año después ganó su primer título: en enero de 1980 se quedó con el torneo de Las Vegas (sobre cemento) venciendo en la final a Barbara Potter en tres sets.
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Ese mismo año ganó cuatro títulos en total, destacándose también el único torneo en césped de su carrera: el Abierto de Beckenham. Junto con Tracy Austin llegaron a ser las estrellas del momento, sobre todo ésta última quien llegó a ser número uno del mundo.
Pero como estrella del momento, Jaeger también era conocida por otros rasgos de la época. Tenía una actitud de “chica rebelde” muy marcada, con malos modales, similar al reconocido John McEnroe. Marcó tendencia con su característico pelo rubio con dos coletas.
Andrea Jaeger, en el torneo femenino de Wimbledon 1980 (IMAGO / Colorsport).
Entre 1981 y 1983, ganó los otros seis torneos de su carrera (todos en Estados Unidos) y alcanzó las finales de Roland Garros (1982) y Wimbledon (1983) donde no tuvo oportunidades ante Navratilova, quien ya se apoderó de la escena del tenis femenino junto a Chris Evert. Fue dos veces semifinalista en el Abierto de Australia y una en el Abierto de Estados Unidos. Aún así, logró ganar un título de Grand Slam, al ganar el dobles mixto junto a Jimmy Arias en 1981.
Para 1984, su aparición en torneos escaseó y tomó la decisión de alejarse definitivamente del tenis producto de varias lesiones y operaciones en hombro y espalda. Tenía sólo 19 años (pese a jugar ciertos torneos hasta 1987). Hasta los años 90 siguió lidiando con estos problemas físicos.
La nueva vida de Andrea Jaeger: ayuda a los más necesitados y se volvió monja
Tras su retiro, decidió alejarse por completo del ambiente tenístico. No fue hasta hace pocos años cuando volvió a entrar a una cancha de tenis para jugar partidos de exhibición, incluso en Wimbledon donde volvió a verse las caras ante Navratilova también. Antes de todo eso, su vida dio un vuelco.
Andrea Jaeger, en un partido de exhibición de dobles (IMAGO / Action Plus).
La imagen de “chica rebelde” y de malos modales desapareció. Jaeger empezó a incursionar en actividades filantrópicas y en obras de caridad. Con sus ganancias por su carrera de tenista, en 1990 creó la fundación Silver Lining para ayudar a niños con cáncer.
Fue más allá en sus esfuerzos por ayudar a los demás. Estudió teología en la universidad y también formación ministerial, hasta que se volvió monja. Su cambio radical lo contó en una entrevista con el diario Daily Mail en 2008.
“Simplemente sabía que Dios existía y que éramos amigos y teníamos una relación personal. Ninguno de mi familia sabía que rezaba todos los días de mi vida. En agosto de 2006, obtuve un título asociado en Capacitación Ministerial y Teología. Luego ingresé a un Programa de Hermandad Dominica“, contó en dicha entrevista.
“Es una disciplina estricta. Me despierto a las 4 de la mañana, hago mis oraciones y mi estudio espiritual, luego comienzo a trabajar a las 5 o 6 de la mañana recaudando fondos, programando programas y llevándolos a cabo. Todos los días ocurre algo para los niños en algún lugar del mundo“, contó sobre su rutina como religiosa. Y agregó: “Sabía que Dios tenía para mí otros planes distintos a ser la número uno del mundo“.
En otra reveladora entrevista con The Independent, confesó que sufrió acoso cuando formó parte del circuito de tenis femenino. “Tuve situaciones en las que fui a buscar mi raqueta y las cuerdas estaban cortadas. Me ponía las zapatillas y alguien había dejado hojas de afeitar dentro de ellas“, narró. También reveló que un miembro de la WTA la acosó sexualmente después de que la obligaron a beber alcohol en un evento de marketing.