Hasta seis camisetas amarillas se cruzan en el horizonte. Los espacios para maniobrar son cada vez más estrechos. Las opciones de pase se cuentan con los dedos de una mano y casi todas conllevan a retroceder metros en el campo. Es entonces cuando él levanta la mano y de pronto aparecen las soluciones en un equipo que parecía condenado a sus propias limitaciones.
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Todas las preguntas deCroacia encontraron una respuesta en Luka Modric. El 10 fue el encargado de manejar los tiempos del cuadroeuropeo, marcar el compás y sortear la presión que ejerció el equipo de Tite durante todo el partido. El crack de Real Madrid siempre parecía contar con un segundo más que el resto, como si sus 37 años fueran una simple anécdota.
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Esa capacidad de Modric para gestionar el ritmo de juego fue clave en la victoria de Croacia . Y es que de esta manera, el actual subcampeón del mundo mantuvo el balón lejos de la portería deLivaković y redujo la propuesta de Brasil a regates intrascendentes , que no conseguían mucho más que faltas inofensivas para la ordenada defensa del conjunto balcánico.
El 10 croata fue el cerebro en el centro del campo y una garantía de salida con pelota dominada para los centrales. La personalidad con la que Modric encaró un partido de estas proporciones recuerda lo hecho por Zinedine Zidane , quien también destrozó a Brasil en los cuartos de final con una extraordinaria actuación de la que todavía se habla.
Al igual que el exfutbolista francés en Alemania 2006, Luka está escribiendo las últimas páginas de su impecable carrera rindiendo a un nivel espectacular. Y es que después de Qatar no habrá otra Copa del Mundo para la estrella de Croacia, que aunque todavía no ha llevado un título a su país, siempre podrá presumir de haber eliminado a Brasil del Mundial.
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