Tras un primer tiempo en que ambos seleccionados tuvieron ocasiones de abrir el marcador, el complemento fue creciendo en tensión a medida que corrían los minutos y el marcador seguía sin quebrarse. Tanto México como Brasil sabían para ese entonces que cualquier error podría pagarse caro.
El punto más alto de ese nerviosismo derivó a los 75 minutos en un tumulto entre jugadores, que se repartieron algunos insultos y empujones hasta que el árbitro Georgi Kabakov llegó a poner orden enseñando tarjetas amarillas a Renier y Loroña.

El origen de ese enfrentamiento bien podría haber sido el cara a cara que dos minutos antes habían tenido el ingresado Diego Lainez y Bruno Guimaraes, luego que el mexicano le cometiera una infracción contra la línea de banda, ganándose la amarilla, y este se lo reclamara de mala manera.
Pero los encontronazos no pasaron a mayores y el partido siguió su curso normal, aunque no sin que pudiera notarse la gran tensión en un juego que cayó en opciones de peligro pero ganó mucho en emotividad a medida que se consumían los minutos y todo hacía pensar que se jugaría tiempo suplementario.
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En el primer tiempo, tanto México como Brasil tuvieron opciones clarísimas para abrir el marcador. Ochoa se alzó como figura clausurando la portería mexicana y Uriel Antuna falló una ocasión inmejorable cuando se jugaba el primer minuto de adición de esa primera mitad.




