No se había completado ni los primeros 45 minutos, cuando desde una de las tribunas del estadio Benito Villamarín, de Betis, un aficionado arrojó un palo que golpeó en el rostro a Joan Jordan, de Sevilla, quien de inmediato cayó al terreno de juego. El juez central detuvo el partido.
Apenas ocurrió el penoso suceso, Ricardo de Burgos Bengoetxea, el encargado de impartir justicia en el compromiso, envió a los jugadores a sus respectivos camerinos y fue con el objeto contundente a mostrarlo a los entrenadores.
Luego se dirigió a hablar con el comisario del partido para tomar una decisión ante lo ocurrido. Ya sin protagonistas en el terreno de juego, luego de reunirse con los capitanes de ambos equipos, el referí decidió suspender el partido a los 39 minutos.
Todo era una fiesta, el estadio claramente era una caldera porque uno de los dos equipos más importantes de Sevilla continuaría en competencia en la Copa del Rey. Sin embargo, la situación comenzó cuesta arriba para el equipo local, ya que a los 35 minutos, el futbolista argentino, Alejandro ‘Papu’ Gómez, apareció con un remate al borde del área grande y puso la primera anotación pero para Sevilla.
La reacción de Betis fue rápida, puesto que al 39’, el francés, Nabil Fekir cobró un tiro de esquina y por medio de un gol olímpico igualó las cargas. Todo era júbilo en las graderías del escenario del conjunto verde andaluz. Segundos después ocurrió el mal episodio.
Una de las imágenes que quedó del juego y luego de todo el revuelo que hubo tras lo sucedido, fue la de los jugadores locales saliendo de nuevo a la cancha a aplaudir a los aficionados que hacían presencia en las tribunas.