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Entrevista exclusiva

Jugó con Bochini en Independiente, entrenó con Maradona en Chacarita y Grondona lo prohibió: “Me tuve que ir del país”

El Gato es un referente de Banfield y Chacarita, además dejó su huella en el fútbol boliviano como entrenador.

Carlos Leeb
© Gentileza Carlos LeebCarlos Leeb

Referente absoluto del Ascenso, supo ser figura de Chacarita y Banfield, pero antes de tocar el cielo con las manos se formó en Independiente, donde compartió plantel con glorias de la talla de Ricardo Bochini, Pedro Damián Monzón o Ricardo Guisti. Su modelo a seguir fue su padre, quien jugó en Primera y de él heredó su característico apodo. Tuvo una linda relación con Maradona, fue prohibido en el fútbol argentino, dirigió en Irán, fue campeón en Bolivia y se jacta de nunca haber descendido. El Gato Leeb dialogó en exclusiva con BOLAVIP y le contó su historia.

-¿Cómo nace el apodo Gato?

-De chico me decían Galleta, en el barrio soy el Galleta, siempre. Lo de Gato fue por el Pato Pastoriza, él empezó a llamarme así. Pepe Santoro me decía Carlitos, pero fue Pastoriza el que empezó a decirme Gatito y obviamente por mi vieja, que le decían el Gato, él jugó en Primera. Yo siempre digo que el verdadero crack fue mi viejo, él jugó en Primera y el apodo viene por él. Mi viejo era Luis Félix y en esa época era famoso el dibujo del Gato Félix y de ahí sale.

-Naciste en Lanús a fines de los 60, a comienzos de esa década se crió por la zona Diego Maradona, ¿tuviste vínculo?

-Él es de Fiorito y yo de Villa Diamante, al lado. Obviamente era una revolución, pero de ir a la casa o cosas por el estilo la verdad que no. En mi carrera sí tuve relación con él, de hecho, cuando estuve en Chacarita él vino a entrenar con nosotros antes de ir a Newell´s. Diego tenía un aprecio lindo por mí, nunca me voy a olvidar.

-¿Te ilusionaste con ser compañero?

-Claro, se decía que podía jugar en Chaca por el 93 o 94 cuando estábamos haciendo la pretemporada, antes del Mundial de Estados Unidos. Lo trajo Lemme y también Barrionuevo. Me acuerdo de esa pretemporada y se me pone la piel de gallina. Me acuerdo que se llenaba de periodistas. Vino, se entrenó, pero al final terminó jugando en Newell´s. Lástima que no se quedó en Chaca para salir campeón, ja. El tema es que él jugaba el Mundial y se tenía que preparar y era lógico que lo haga en un club de Primera.

Carlos Leeb junto a Luis Félix, su padre. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

Carlos Leeb junto a Luis Félix, su padre. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

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-¿Y cómo siguió la relación?

-A mí no me gustaba molestarlo ni estarle encima. Me acuerdo que cuando era entrenador de Banfield, me invitó a ver algunos partidos al palco en La Bombonera y fue una maravilla, una hermosura. Yo lo tengo bien arriba por cómo era, fue grandioso como jugador y también como persona. Siempre anteponía los compañeros a él. Su presencia era imponente.

Si bien sus primeros pasos los dio en clubes barriales y estuvo a punto de sumarse a las Inferiores de Talleres de Remedios de Escalada, el Gato finalmente se formó en Independiente, pero algunas lesiones le impidieron brillar en Primera.

-¿Cómo llegás a las Inferiores de Independiente?

-Con el Rojo hay un principio y un final. Antes de ir a Independiente tuve un paso por Talleres de Remedios de Escalada, que era del barrio. Un vecino nos veía jugar en la calle y siempre hablaba de llevarme y un día lo hizo y estuve, sin ficharme. Me acuerdo que cuando aparece Independiente, los de Talleres me regalaban ropa y todo, pero yo me decidí por Independiente, era mi destino. Los de Talleres no querían que me vaya. En las Inferiores tuve a Pepe Santoro, al Profe Díaz y pasé gran parte de mi vida hasta que me subieron a Primera. Tuve grandes compañeros en Inferiores.

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-¿Cómo fue el salto a Primera?

-Yo estaba en Cuarta y mis propios compañeros de Reserva hicieron que vaya a jugar con ellos. El Pato decía “Traemelo al Gato, tanto que rompe las pelotas”. Me acuerdo que jugué contra Huracán, hice dos goles y el Pato me dejó entrenando en Primera y fue empezar a convivir y formarme con cracks. Estaba el Bocha, Marangoni, Giusti, Rogelio Delgado, Villaverde, Pedro Monzón, Clausen y tantos más. Tengo los mejores recuerdos de mi estadía en Independiente, tuve muchas operaciones y jugué poco. Delante tenía monstruos. Las lesiones me cortaron la chance de poder jugar en Independiente, pero tengo grandes recuerdos.

-¿Cómo fue tu salida de Independiente?

-Me fui a préstamo a Estudiantes en el 91. Me operaron de la espalda y no pude ganar rodaje. De Estudiantes puedo decir que es un club ejemplar. Lo feo fue que cuando volví a Independiente, yo estaba lesionado y me dejaron libre. Me llamaban abogados de todos lados para decirme que podía hacerle juicio a Independiente, pero yo jamás le haría algo así al club que me formó. Pero no estuvo bien que me dejen ir, porque podían renovarme y yo buscar club. Los responsables fueron los dirigentes, se portaron mal. No culpo al club ni a la gente, pero sí a la dirigencia.

-¿Cómo fue compartir con Ricardo Bochini?

-El Bocha era el líder. El líder absoluto. Era introvertido, no era de hablar mucho, de perfil bajo, pero su presencia generaba un respeto especial. Él observaba, hablaba lo justo y en la cancha mandaba él. Todos pensaban en cómo saludarlo, para estar con él y yo estaba todos los días, era un Maradona. Yo lo admiraba y respetaba mucho.

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En 1992 llegó a Chacarita, que por entonces estaba en la B Metropolitana y soñaba con ascender a la B Nacional.

-¿Cómo llegaste a Chacarita?

-Me acuerdo que hacía doble turno para recuperarme de la lesión que me sacó de Independiente, era muy exigente. Yo había quedado libre y ahí apareció Claudio Rodríguez, que estaba en Chacarita y me preguntó si quería sumarme y yo dije que sí. Hablaron con Guerra, me fui a probar y me acuerdo que hice a full en lo físico y cuando hacían fútbol me veían y me dejaron. Empecé como volante, jugaba por derecha, pero se justo tardó en llegar el que iba a jugar de 10 y empecé ahí, después lesionó el 9 y el entrenador me preguntó si estaba para jugar arriba y ahí empecé a jugar de delantero. Era un equipazo, perdimos la final en el reducido con Gimnasia de Jujuy. Me acuerdo que se me vencía el préstamo, pude ir a Belgrano, pero Barrionuevo me compró el pase y me quedé en Chaca. Por eso me hice hincha de Chaca, por la locura de su gente, muy seguidores. Me acuerdo el cariño que recibíamos y era una locura.

-En 1994 ascendieron con Chacarita, ¿qué recordás de aquella gesta?

-Nos reforzamos muy bien. Ganamos el Apertura y el Clausura lo perdemos por un gol y ahí tuvimos que ir a la final con Tigre en cancha de River que fue algo espectacular. Fue impresionante, la gente que fue a la cancha, los dos partidos en River. Tigre también llevó gente, no como Chaca, pero les ganamos bien las dos finales. El primer partido lo podríamos haber goleado y el segundo fue más parejo y ganamos 1 a 0 al final, pero salir campeón con Chacarita fue hermoso.

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Carlos Leeb jugó en Chacarita entre 1992 y 1997. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

Carlos Leeb jugó en Chacarita entre 1992 y 1997. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

Para 1997 pasó a Banfield y con el Taladro logró el tan ansiado ascenso a Primera, aunque nuevamente las lesiones le impidieron dar lo mejor de sí en la máxima categoría.

-Y de ahí a Banfield…

-Después del ascenso con Chaca nos costó, estuvimos dos años peleando por no descender. Ya con el equipo afianzado, ahí apareció Banfield y me fui para allá. Me acuerdo que como Banfield ya estaba descendido y había dos grupos, uno que jugó los últimos partidos en Primera y el otro, que estaba yo, ya nos preparábamos para ascender. Me acuerdo que el primer año hice 18 goles, el equipo volaba, el año fue espectacular. Nos mató el final porque el Juez Perrota paró el fútbol por temas de violencia y cuando se empezaron a jugar las finales ya muchos de mis compañeros tenían nuevo equipo y no podían renovar. Patrulla Giménez se fue a Estudiantes, Mauro Camoranesi se fue a Europa y por eso quedamos eliminados con Belgrano que ellos terminan ascendiendo.

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-¿Cómo fue el ascenso con Banfield?

-Estuvimos en una meseta por un año, pero todo repuntó cuando vino Garrafa. La base del equipo de Cachín Blanco, más Garrafa fue espectacular. Éramos el equipo del pueblo, todos querían que ascienda Banfield. Los candidatos eran Quilmes e Instituto, que tenían terrible equipo. En semifinales eliminamos a Instituto y en la final a Quilmes, que se las ganamos las dos, más allá del árbitro. Teníamos un equipazo la verdad. Fue una alegría enorme.

-¿Qué me podés decir de Garrafa Sánchez?

-Era un líder dentro de la cancha. No era de hablar mucho, era perfil bajo. Si Garrafa no llegaba a Banfield, no ascendíamos. Era un tipo guapo, de potrero y sobre todo muy ganador.

Garrafa Sánchez y Carlos Leeb, referentes de Banfield. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

Garrafa Sánchez y Carlos Leeb, referentes de Banfield. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

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-¿Cómo fue el cierre de tu carrera como profesional?

-Después de Banfield, cuando ascendemos, me hago una limpieza de rodilla para estar bien, pero ya estaba hecha pelota y no me llegué a recuperar del todo bien. Jugué un solo partido ese año, que fue contra Boca. Nos salvamos del descenso y lo que hizo Garisto fue un milagro. Al otro año me fui a Ferro, probé, pero ya me di cuenta que no estaba para jugar, no me daba la rodilla, sí las ganas, pero ahí le dejé el lugar a los pibes.

Al dejar la actividad profesional, el Gato optó por ser entrenador y, como era de esperar, sus primeros pasos los dio en Banfield, comenzó en Reserva y luego en Primera.

-Una vez retirado seguiste vinculado a Banfield, ¿cómo se dio?

-Yo pedí en Banfield que me dejen volver después de Ferro, quería hacer el duelo, pero al poco tiempo me llamó Garisto para que lo acompañe y ahí empecé, lo ayudaba en la Reserva y al segundo año de Gatisto nos volvimos a salvar y ahí aparece Falcioni que me pide que me quede. Estuve dos años con Falcioni y con la Reserva, ahí armé esa Reserva hermosa con Dátolo, Maidana, Bologna, Civelli, Galarza, Santana, todos que terminaron jugando en Primera. Salimos campeones en Reserva, fue maravilloso. Compartíamos mucho con la Primera.

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-¿Cómo fue el paso a ser entrenador de la Primera de Banfield?

-Me pidieron que dirija cuando se fue Falcioni el último partido de campeonato, dije que sí porque eran casi todos los pibes que yo había dirigido en Inferiores. Esa fecha se dieron todos los resultados y de sexto, Banfield quedó segundo, lejos del primero, pero fuimos subcampeones y entramos a la Sudamericana. Me acuerdo que la gente empezó a pedir por mí. Los dirigentes me ofrecieron el puesto de entrenador, pero con la condición que si me iba mal, me iba de Banfield, no volvía a la Reserva. Firmé por un año y con la base de los pibes, tenía a Sanguinetti, me traje a Lujambio, al Laucha Lucchetti, al Pepe Sand también y se armó un lindo equipo. El año que dirigí entramos a las dos copas y al año siguiente el presidente me vendió todo. Me tendría que haber ido, pero me quedé. Intenté rearmarlo, necesitaba tiempo, pero no me lo dieron.

-¿Te fuiste mal de Banfield?

-No me esperaron, para mí me desgastaron, porque me fui y después trajeron a seis jugadores. Me acuerdo que yo discutí fuerte con Portel (presidente de Banfield) que era el tesorero de Grondona y no dirigí más. No me dejaron dirigir más, Grondona me prohibió, me tuve que ir afuera, literal, dicho por presidentes y managers. Me acuerdo que me pedían perdón y todo era bajada de línea que no. Me tuve que ir, me fui a Paraguay, Perú y a Bolivia y desde el 2008 que estoy afuera.

Carlos Leeb dirigió a la Primera de Banfield entre 2005 y 2006. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

Carlos Leeb dirigió a la Primera de Banfield entre 2005 y 2006. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

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-¿Lo hablaste con Grondona?

-En su momento yo mantuve diálogo con Grondona, pero era “no”. El poder es el poder y en Banfield hicieron desastres. Había un empresario metido en el medio entre Banfield y Boca, él hacía los contactos y se llevaba a los jugadores. Yo soy frontal y lo dije y no gustó. Me acuerdo que habían vendido a Dátolo en 1,5 millones y yo dije que valía 6 millones y eso me trajo problemas. Por decir lo que pensaba me cavé la fosa.

Tras salir de Banfield, el Gato dirigió a Guaraní de Paraguay y luego a Universidad de Sucre, aunque su experiencia más cruda fue Shahrdari Bandar Abbas de Irán, club al que llegó en 2011 y permaneció un año.

-¿Cómo fue tu experiencia en Irán?

-Lo de Irán me tocó en 2011. Estábamos haciendo la pretemporada en Universitario de Sucre, no les pagaban a los jugadores y les debían tres meses. Los jugadores tomaron la decisión de parar, lo hablaron conmigo y siempre en buena relación. Pero no pudimos trabajar y entonces nos fuimos. Cuando llegó a Buenos Aires me aparece una propuesta de un equipo de Segunda de Irán que quiere ascender. Me dijeron que podía ir con tres personas: ayudante de campo, entrenador de arquero y preparador físico y ni lo pensé. Nos fuimos. Allá es otro mundo. Teníamos chofer, nos cuidaban y después vino lo malo. Estuvimos un año allá.

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-¿Fue difícil?

-Nos decían que no íbamos a durar más de dos meses y al final estuvimos un año. Fue bueno en lo deportivo, porque terminamos terceros. El primero ascendía y el segundo jugaba Promoción. Fue el final, porque el objetivo para ellos solamente era ascender, pero bueno. El torneo era duro, muy federal, había equipos de todos lados. Lo malo fue que nos revisaban las computadoras cuando no estábamos en mi casa, me faltaron algunos USB y algunas cosas más. El pasaporte nos lo retuvieron ni bien llegamos y cuando nos tuvimos que venir, nos debían plata y nosotros queríamos que nos paguen y ahí vinieron con el pasaporte y nos dieron un día para irnos. Estuvimos dos meses esperando para cobrar. Fue bravo, no nos dejaron ir a conocer Dubái en unos diez días que tuvimos de licencia, pero no pudimos.

-¿El tema cultural cómo lo llevaste?

-Bien, buscábamos los horarios para que ellos puedan rezar. Nunca nos molestó nada de eso, pero sí eran muy exigentes. Estaba el tema de no poder mirar a las mujeres, tampoco podíamos estar en cuero y hacían como 45 grados de calor. A mí me pusieron un técnico al lado, al profe otro profe y a mi hermano, que era el entrenador de arqueros, otro igual. Todos los días, cuando terminábamos de entrenar, les teníamos que explicar en detalle qué habíamos hecho. Los días que concentrábamos, a la noche íbamos a la habitación del presidente y les teníamos que explicar cómo íbamos a jugar y cómo nos iban a jugar los rivales. Una locura.

En 2012 dirigió a Nacional Potosí de Bolivia, entre 2013 y 2014 a Chacarita y en 2015 llegó a Sport Boys, elenco al que sacó campeón.

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-¿Qué sentiste al ser campeón en Sport Boys de Bolivia?

-Es el último campeón del llano. Hay diferencia entre la altura y el llano, inclusive allá en Bolivia. Ese año hicimos una preparación extraordinaria. Teníamos tiempo y pudimos trabajar bien. Cuando llegamos, estábamos para pelear el descenso y hablé con el presidente y le pedí armar el equipo y me dijo que sí. Le propuse sacar diez jugadores y traer unos doce. Así lo hicimos y nos terminó yendo muy bien, a tal punto que fuimos campeones.

El Gato hizo gran parte de su carrera como entrenador en Bolivia. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

El Gato hizo gran parte de su carrera como entrenador en Bolivia. (Foto: Gentileza Carlos Leeb).

-¿Cuál es tu deseo de cara a un futuro cercano?

-Yo quiero dirigir. Es complicado volver al fútbol argentino, muchos dicen que no estoy al tanto y eso no es así. La idea es seguir insistiendo y volver a Bolivia, conozco mucho allá y me fue muy bien. Mantengo la esperanza de volver y si llega a surgir algo en Argentina, obviamente estoy preparado para sumir. La verdad es que donde he ido me fue bárbaro, salvé equipos del descenso y te pudo decir que jamás tuve un descenso, ni como jugador ni como entrenador. Estoy en la búsqueda de oportunidades.

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