80 pelotas, 60 pares de botines y 40 conjuntos deportivos. El no se acuerda muy bien, pero sabe que el trueque fue más o menos así. Es lo que recibió la Comisión de Actividades Infantiles de Comodoro Rivadavia, Chubut, para ceder a Sixto Raimundo Peralta a Huracán. Cuatro años más tarde, el Inter de Milan pagaba nada menos que 3.5 millones de dólares para quedarse con el Mumo, figura en un Racing que peleaba por sobrevivir.
Por esos tiempos que recibió su primera plata grande fue que decidió invertir en lo que hoy es parte de su presente: compró un campo, en el que cría terneros y vende lana de sus ovejas. “Es una actividad que me gusta mucho, que me apasiona, así que dedico mucho tiempo a eso”, cuenta en medio de uno de sus tantos viajes de acá para allá.

El Mumo con algunos ex compañeros: Placente, Aimar, Romeo y el Cuqui Silvera. Foto IG.
Porque aunque viaja dos veces por mes a la zona precordillerana donde tiene una de sus ocupaciones, nunca dejó de estar relacionado con el fútbol. Es dirigente de la CAI, su primer club, al que denominan “Semillero Patagónico”. El se encarga de todo lo que tiene que ver con las divisiones juveniles y la Primera. De hecho, el DT del equipo es Andrés Cuqui Silvera, también comodorense y quien empezó a jugar a la par que el Mumo.
-¿Habías trabajado en el campo cuando eras chico en Comodoro?
-Jamás. Jamás había trabajado en el campo. Si mi bisabuelo, por ejemplo, tenía un campo, había estado, mirado, ayudado, todas boludeces de cuando uno es chiquitito, porque yo me fui de Comodoro a los 14 años, entonces nunca había hecho un trabajo real de campo. Es más, hoy tampoco es la parte que más me gusta, no es que me subo a un caballo y recorro, me gusta mucho más el tema organizativo, voy generalmente dos veces al mes, me junto con el encargado, tengo un asesor que es un Ingeniero Agrónomo y planificamos las actividades, lo que vamos haciendo y esa es la parte que más me gusta. Me encanta estar en el campo porque es una mezcla de trabajo y, cómo llamarlo, bienestar. Uno llega ahí, tengo mi casa en el campo, vamos mucho con la familia, me gusta pescar, hacer asados ahí, estar con la familia, voy con mis amigos, con mis hijos y amigos de mis hijos, vamos a veces la familia más grande, con mis hermanos, familia de mis hermanos, papá y mamá, suegro, cuñado. Entonces un lugar de encuentro también donde la pasamos bien.
-¿Estudiaste para dedicarte a eso?
-No. Yo hice mientras jugaba el fútbol el CBC (Ciclo Básico Común para ingresar a la universidad) y dos años de Abogacía. No terminé los dos años, terminé el primero pero el segundo no lo terminé, hasta que me fui a Italia. Y ahí lamentablemente, estoy arrepentido, lo dejé porque empecé a ir afuera y no lo seguí. Sí cuando volví hice varios cursos, me interioricé, estuve metido en un Grupo Crea, que son grupos de productores que se juntan a desarrollar. Fui aprendiendo de a poco sobre el tema. Lamento no haber seguido la carrera universitaria porque lo podría haber hecho y no lo hice.
-¿Sos un bicho raro cuando vas a esos cursos?
-No lo sé, al principio sí me daba cuenta que, no bicho raro, pero sí que en muchos aspectos técnicos estaba muy por detrás de mis pares, que hacía muchos años que estaban dentro del campo y conocían un montón de cosas por haberlas estudiado, mucho más que yo. En eso el Grupo Crea que integré muchos años me ayudó porque aprendí mucho de ellos, hice relaciones. Me ayudó saber mis limitaciones y saber que tenía que aprender porque es la única forma. Uno entra a esto con 40 años pero no me dedicaba a como ahora, arrancás de grande y tenés que aprender, pero es lo lindo también.
-¿Cuál es la actividad principal de los campos?
-Con las vacas, yo tengo vaca madre y crío terneros y los vendo. Y la actividad principal de los campos de la región es la oveja. La oveja se vende el cordero, se vende la carne, pero la actividad principal es la lana. Son campos de lana fina que se exporta para ropa. La compran marcas europeas y demás que hacen ropa… Ahora con todo lo ambiental y demás, se compra mucho más la lana fina que lo sintético. Entonces, hay mucho traje de lana merino 100%, hay mucha camisa. Merino es la raza del animal que está en esta zona de la Patagonia, la que tengo yo.

Las ovejas del Mumo: vende la lana y la exporta. Foto IG Sixto Peralta.
Nunca tuvo en su cabeza ser jugador de fútbol. Siempre tuvo otros intereses y casi que su inicio fue sin buscarlo demasiado. Todo se dio de forma natural: jugar en la CAI, ser parte del primer equipo histórico del club (cuando se hizo club, él y Silvera jugaron el primer partido y el Cuqui convirtió el primer gol en la historia, con pase de Peralta), dar el salto primero a la Selección y después ir a un club de Buenos Aires, ir a Europa, ser campeón. Sí, la Selección llegó antes que la Primera División.
“Yo no pensaba en ser futbolista, porque era muy difícil en esa época. Yo recuerdo todavía llegar a mi casa un día de entrenar y que mi papá me pregunte si me animaba a ir a una prueba a la Selección y yo no sabía ni de qué me estaba hablando. Que Pekerman se había enterado que estaba yo en Comodoro y demás. Y había una prueba de Selección y recuerdo que fui y no entendía nada, yo tenía un bolso como de 70 kilos con toda la ropa para entrenar, y los otros chicos todos con botinero. Yo miraba y veía que algo no funcionaba, claro, yo no sabía ni siquiera que te daban ropa para entrenar. Cuando fui a Buenos Aires todo me sorprendió, hoy los chicos ya saben todo, en esa época era mucho más difícil. Yo creo que por eso no pensaba que me iba a pasar cuando era chico”.
En aquellas pruebas se cruzó nada menos que con Pablo Aimar, que tampoco jugaba en Buenos Aires: estaba en Estudiantes de Río Cuarto. Ambos formaron parte del equipo Sub 17 que jugó el Sudamericano en el 95, aquella primera camada de jugadores dirigidos por José Pekerman y Hugo Tocalli. Luego fueron 3° en el Mundial de Ecuador, tras caer con Brasil en semifinales.

Peralta con Cambiasso, Aimar y La Paglia en la Selección. Foto IG Sixto Peralta
“Después, yo fui a Huracán y Pablo a River. Pero nosotros fuimos citados siendo de equipos del Interior. A José, a Tocalli, a todo ese cuerpo técnico, hay que darle un valor terrible por las oportunidades que nos dio. La verdad que la puerta que me abrió el cuerpo técnico de la Selección fue tremenda. Yo recuerdo que mi primera ovación la recibí en Mendoza por el solo hecho de que era el único del fútbol del Interior. En un partido que fuimos a jugar contra una selección de Mendoza, cuando nombraron el once inicial fue la primera vez que me aplaudió toda la cancha, porque dijeron que era de Comodoro. A los de Buenos Aires no los aplaudían. Mi primera ovación fue por eso”.
No sólo era del Interior de la Argentina. Era de la zona patagónica, de Chubut, de un Comodoro que es famoso por su viento y por la suspensión de actividades al aire libre por esa razón. Y la distancia: 1800 kilómetros a Buenos Aires. Hoy, para un jugador, las distancias se acortan por la tecnología, la cantidad de vuelos (“hay cinco vuelos por día”, dice Peralta) y por el scouting que acerca a los jugadores a los clubes. De hecho, Ian Subiabre, juvenil figura que River le compró a la CAI en 350.000 dólares, también es nacido en Comodoro.
“Lo conozco desde chiquitito, yo cuando volví en 2015, él tenía 8 años, estaba arrancando, así que le conozco todo el proceso en el club. La CAI le dio oportunidades a eso, a que se abra un poco ese abanico. El scouting hace que ahora sea todo no más fácil, porque la competencia está igual, pero sí que tenga más visibilidad y por ahí es más fácil que te vean. De chiquito era muy bueno ya. Se veía enseguida, no había que ser muy capacitado para darse cuenta de que tenía algo especial”, dice.
El salto a Racing
Llegó casi sin buscarlo a Huracán, debutó a los 17 años contra Lanús y se fue ganando un lugar a fuerza de fútbol, de habilidad, con la misma cara de niño que hoy mantiene. “La verdad que fue espectacular, un club familiar que tenía un montón de problemas económicos en esa época, pero a mí me dio la oportunidad de debutar en Primera joven, de jugar en un club ideal para mi modo de juego, a la gente le gusta el buen fútbol, quiere mucho a los chicos que están en Inferiores y la verdad es que me sentí cobijado a pesar de todos los problemas que tenía el club, por toda la gente que trabajaba ahí, por los hinchas y yo creo que fue fundamentalpara mi carrera”.
De ahí llegó un salto a un Racing que era puro caos a nivel institucional. Síndico, órgano fiduciario, quiebra, palabras que nada tienen que ver con el fútbol. “Teníamos que ir a cobrar a La Plata”, cuenta. Sin embargo, el recuerdo para él es absolutamente emotivo.

Las camisetas que usó en sus tres etapas en Racing. Foto IG Sixto Peralta.
“Ese año en Racing fue muy lindo porque también fue un año muy sentimental. Yo tengo toda la familia hincha de Racing por parte de mi papá, familia de mi mamá es de Independiente. Justo era Racing, con gran parte de la familia hincha y con lo que vivía Racing en ese momento, justo después del tamborazo a Lalín, de que Racing no va existir más y qué sé yo, la gente estaba muy movilizada y nosotros teníamos un equipo que le llegó un montón a la gente. Jugaba Teté Quiroz, el Chelo Delgado, Claudio Ubeda, un montón de chicos del club como el Polaco Bastía, el Chanchi Estévez, más algunos que nos sumamos y la verdad que la comunión con la gente ese año fue algo inolvidable, fue espectacular, en la parte de piel, sentimental fue uno de los más lindos de mi carrera”.
-¿Cómo era jugar en Racing en aquella época?
-El sábado estábamos concentrados, no sabíamos si el domingo jugábamos o no jugábamos. Era una locura, la verdad. Jugamos un sábado en Córdoba y fuimos a jugar el jueves a Santiago del Estero, un partido que los más grandes fueron a Córdoba, nos esperaron porque no teníamos agua caliente en el vestuario de Racing y fuimos para recaudar plata para el calefón. Bien de barrio. Y nosotros lo vivíamos natural, no era algo que nos molestaba, porque era otra época y hacíamos todo con alegría y los más grandes le tenían mucho cariño a Racing, por eso nombro a Teté, a Claudio, al Chelo. A veces íbamos a Ezeiza a entrenar, nos juntábamos, íbamos en el auto, parábamos ahí al borde de la autopista, antes del predio de Ezeiza (de la AFA). Nos juntábamos ahí con el profe (Carlos) Dibos. Salíamos a correr por ahí. La gente nos gritaba. No teníamos lugar para entrenar. Nos juntábamos ahí, corríamos en Ezeiza, ahí al lado de la autopista. Y nos subíamos al auto todos transpirados y nos íbamos a nuestra casa. Y nada, lo tomábamos natural… La verdad es que el año ese fue hermoso porque el grupo era muy bueno. Y la gente nos bancaba a morir, esa cosa que tiene Racing que hace que se disfrute cuando la cosa es límite. Cuando hay mancomunión entre la gente y el equipo.
-Y lo tuviste a Gustavo Costas como DT en aquel momento.
-Con él hice mi primer gol en Racing, a Boca, era el Boca campeón de todo. Gustavo Costas de entrenador, el Bocha Maschio de ayudante. Y el gerente deportivo era Agustín Mario Cejas. Él me llevó a Racing. Chiquilín me decía, me acuerdo hasta el día de hoy: “Venga, Chiquilín”, me decía.
-Costas siempre siendo Costas.
-Es él, por ahí los gestos se le notan un poco más, se le intensificaron, pero bueno, así fue él toda la vida, por lo menos así lo conocí yo. Después lo tuve en el 2006, algunos partidos cuando suplantó a Mostaza Merlo. Creo que ahí lo tuve unos partidos, pero del 99 sí lo recuerdo bien. El, el Bocha, Ubeda, Teté, gente de muchos años del club, tomaban todo con unas ganas, un entusiasmo, que nosotros los seguíamos. Era todo un lío, pero nosotros estábamos… el grupo era tan bueno en ese sentido que lo disfrutábamos, era una mezcla increíble, rara.
El salto a Europa
Pese a ese caos, lo vino a buscar el Inter de Milan. El de las estrellas. “Racing me dio ese salto de notoriedad a pesar de todo, porque la camiseta de Racing fue siempre la camiseta de Racing. La verdad que tuve un muy buen año también y sí, me impulsó a poder irme a Europa”. Así cerró el primero de sus tres ciclos en la Academia.

Su presentación en Inter. Foto archivo.
Javier Zanetti, Christian Vieri, Álvaro Recoba, Clarence Seedorf, Andrea Pirlo, Iván Zamorano y Ronaldo fueron algunos de sus compañeros. “Jugué Coppa Italia, jugué una final, perdimos contra Lazio la Supercoppa Italiana. Jugué muy poco y me fui a préstamo al Torino, en la Serie B. Esa es una espina que a uno le queda, me hubiera gustado jugar un año en el Inter. Había muchas figuras, yo era joven, me fueron dando a préstamo y nunca pude establecerme ahí. Era un Inter que compraba, compraba, compraba y pero le costaba ganar”.
El, que nunca se había imaginado jugador, estaba ahí en un vestuario de estrellas. “Uno va avanzando y hay cosas que vas naturalizando: te sorprende, se naturaliza, te sorprende, se naturaliza y pasa un poco eso. Llegar y ver a Ronaldo, por más que estaba lesionado, decir ‘estoy en el mismo vestuario que este tipo’, en los primeros días como que decís no lo puedo creer. Comí un asado con tipos como Recoba, Zanetti que era la figura de ese momento. Uno lo va naturalizando y va tratando de competir”, explica.
Ir al Inter, además, le dio la chance de jugar en la Premier League. Sí, porque entre tanto préstamo terminó en el Ipswich Town, que ahora milita en el Championship. “La Premier es única”, dice.

En el 2001, jugando la Premier con el Ipswich Town. Foto Getty Images.
“No como juego en sí, pero como lugar para jugar y entorno, fue el más lindo que jugué. Me tocó un año ahí, jugar en la Premier es todos los fines de semana estar en un lugar top a nivel mundial, se siente desde la camiseta que te ponés hasta toda la previa, los estadios, la Premier realmente es única y esa fue una experiencia espectacular. Y me adapté mucho más fácil que al fútbol italiano, me sentí súper cómodo”.
River, Rumania y una hija
Tuvo dos etapas más en Racing. Y también un paso por River, del que no se quedó demasiado conforme pero que le abrió las puertas a algo mucho más grande.
“Mi primera vuelta fue porque Racing cumplía 100 años, jugaba la Copa Libertadores, yo había descendido en la Premier, estaba en Championship, estaba esa duda de qué hacer y bueno, me tiró el tema de volver a Racing, había ido Ardiles de técnico, era algo que me atraía también, y la verdad es que habíamos armado un equipo muy bueno. Nos tocó quedar afuera de la Libertadores sin perder, no perdimos ni un partido. Y quedamos afuera en la Copa Sudamericana también, perdiendo por penales con San Lorenzo, que después salió campeón, yo creo que el que ganaba ahí tenía todas las chances. Era un equipo como para haber logrado algo. Ya el club era diferente, no era por ahí lo del 99″.

En River jugó apenas 7 partidos y metió un gol. Foto La Página Millonaria.
-Quedó esa espina de lograr un título.
-Y la verdad es que podríamos haber… Teníamos un equipo como para haber logrado algo grande y nos quedamos ahí un poco en la puerta. En la definición por penales de esa Libertadores, Campagnuolo ataja un penal, metimos los cinco y Campa ataja un penal en la serie que ya era para ganar y se lo hace repetir. Y después, creo que fue Rueda, ya en la serie 1-1, y también se lo hace repetir pero erra los dos penales. Después hubo una declaración y toda esa historia después de la polémica. Pero nosotros habíamos metido los cinco penales y Campa había atajado uno y le cobraron adelantamiento en épocas en que los arqueros se adelantaban tres metros, ahí donde estaba la hinchada de Racing, decís no puede ser, esas cosas que le pasaban a la Racing en esa época.
En River tampoco se pudo asentar pero fueron años complejos para el club también. “Volví a Racing un año, ese año en Racing no terminó de ser bueno, de los tres años fue por lejos el que me fui con una sensación más o menos. A pesar de eso, había jugado muy bien un par de partidos. Con River, uno de esos, el de la vuelta de Mostaza Merlo contra Gallardo, que le ganamos 3 a 1. Y de ahí Passarella me lleva a River. Y en River jugué poco, no pude terminar de hacer pie, me quedó la recontra espina en no poder haber jugado 30 partidos a ver qué pasaba, porque llegó el Cholo Simeone como técnico y ahí no me tuvo en cuenta”, explica.
De alguna manera, la negativa de Simeone de no contar con él le abrió la puerta más importante de su carrera: “Y yo tenía al Cluj de Rumania que hacía seis meses que me estaba persiguiendo, que me hacía ofertas económicas muy buenas, y yo realmente quería ver qué pasaba en River y cuando vi que no me tenían en cuenta, tomé una decisión que fue más… En ese momento fue una decisión que pensé mucho en lo económico, por la edad que tenía, y me fui a Rumania, que después fue una etapa de mi carrera espectacular, estuve casi cinco años, una hija allá, muchos títulos, un club espectacular y bueno ahora también en el viaje a Europa que hice hace poco estuve por ahí porque tengo amigos, anécdotas, experiencias y realmente mis hijos estaban desesperados. Mi hija que nació allá quería conocer su lugar, mis hijos querían ver dónde uno había ganado tantos títulos y demás y la verdad que al final bueno la vida me llevó ahí, el hecho de que en River no pueda hacer pie y yo que me quiera quedar pero el Cholo no quería que me quede, hizo que me toque vivir esa experiencia inolvidable de Rumania”.

Peralta, en el piso, celebrando uno de sus ocho títulos. Foto Cluj.
-Fue una época complicada la de River en aquel momento.
-Sí, era justo un momento que el club… Cuando los clubes no están ordenados, no están preparados para poder lograr algo, es muy difícil. El equipo era, te doy nombres rápido, el mediocampo titular era Ponzio de cinco, Augusto Fernández, Beluschi, Ortega de enganche y Falcao y Alexis (Sánchez) arriba. Como nombres algo teníamos, el tema que cuando la cosa no fluye y demás, era una época difícil del club. El plantel era espectacular, con muchos sigo teniendo relación. Era un plantel de muchos chicos jóvenes y gente sana. Ariel, un pibe espectacular.
En Rumania conquistó nada menos que ocho títulos: tres campeonatos de Liga I, dos Supercopas de Rumania y tres Copas de Rumania. Además, tuvo la chance de jugar Champions League y convertirse en el jugador con más trofeos de la historia del club. En su reciente viaje a Europa llevó a sus hijos, que aunque no suele hablarles tanto de su carrera, estaban ansiosos por conocer el lugar donde su padre es ídolo.

Peralta de visita en el Cluj, mostrando las fotos de su paso por Rumania. Foto IG Sixto Peralta.
“Tengo un hijo porteño, una hija rumana y uno que nació en Chile”, dice entre risas. Por eso, aunque no volvió a jugar en Argentina pero sí fue a Chile, para sus últimos años. Su último club fue Universidad de Concepción y decidió firmar por un año y medio.
“Recuerdo una anécdota sobre eso, yo jugaba en Universidad Católica y firmé para Universidad de Concepción, yo quería firmar un año y medio. El técnico del de Conce era Vitamina Sánchez. Nosotros no nos conocíamos personalmente, él me quería llevar, pero no nos conocíamos. Cuando llegué y en la charla en un momento me dice ‘¿por qué rompiste tanto las bolas por filmar un año y medio, tan difícil?’. Le expliqué: porque estamos en junio, firmo un año y medio, ya llego a diciembre, termino mi casa en Comodoro, los chicos pueden arrancar el colegio, y yo ya me voy a retirar ahí. Y me acuerdo que me decía ‘no, sos un hijo de puta, venís a retirarte, venís tu último año’. Siempre nos reíamos por eso. Pero bueno, lo había planificado, después cuando llegó el momento no fue fácil igual porque yo venía jugando. No es que fue que ese último año y medio no jugué, jugué todo el año y medio. La decisión también era porque yo veía que empezaba a jugar en lugares de nivel un poco más bajo, de a poco. Y en ese momento no tenía ganas. Y prioricé la parte familiar de los chicos sobre todo”.
Claro, allá por 2013 ya tenía pensado retirarse a fines del 2014, instalarse en Comodoro con 35 años. Ya tenía su campo y su tiempo en el fútbol sintió que ya estaba cumplido. “Yo había jugado siempre en equipos que más allá después de cómo nos iba, eran equipos con pretensiones. Y me di cuenta que iba a empezar a tener otras alternativas, un poco porque estaría bajando mi nivel, por la edad, por un montón de cosas, y ya no me atraía como lo otro. En toda esa balanza y sobre todo pensando en los chicos sabía que era hora de volver”.
Hoy pasa su tiempo en Comodoro, su casa; en su campo entre Trevelin y Esquel y viendo fútbol por las canchas de todo el país para que muchos chicos tengan la chance de pegar el salto y vivir la vida que le tocó a él.







