Inglaterra y Escocia comenzaron de manera muy diferente sus respectivas participaciones en la presente edición de la Eurocopa. Es que los comandados tácticamente por Gareth Southgate se impusieron por la mínima diferencia en su debut frente a Croacia, mientras que Steve Clarke no hicieron pie ante República Checa y cayeron 2-0.

De todas maneras, ambos comparten el Grupo D y este viernes se encontraron frente a frente en el mítico estadio de Wembley, escribiendo una nueva página de una rivalidad absolutamente histórica entre los dos países integrantes del Reino Unido. Lo hicieron tras la paridad 1-1 entre Croacia y República Checa del turno anterior de la jornada.

En ese contexto, Londres fue escenario de un partido de alto voltaje, con una gran presencia de público y con una clara promesa de gran espectáculo. Un partido que también se disputó en la misma jornada en la que Suecia doblegó a Eslovaquia por la mínima diferencia gracias a una solitaria anotación de Emil Forsberg desde los doce pasos.

Por supuesto, en la previa, todos los pronósticos estaban del lado de Inglaterra más allá de las necesidades de Escocia de cosechar un buen resultado. Sin embargo, lo cierto es que el primer tiempo de dicho espectáculo se presentó completamente parejo y equilibrado. Y así fue como el descanso llegó con un rotundo 0-0 en el marcador.

Y, sorpresivamente para muchos, esa tendencia se mantuvo en la etapa complementaria. Escocia no se amedrentó por los intentos y las figuras de Inglaterra y le siguió jugando de igual a igual. De hecho, los visitantes contaron con las mejores oportunidades para marcar. Igualmente, el resultado no se movió y el duelo culminó empatado sin anotaciones.