Posiblemente, el mundo del fútbol nunca imaginó que a la carrera de Robinho le depararía un desenlace como el que se encuentra transitando el brasileño desde hace un año. Resulta difícil de olvidar la ilusión que supo generar tras su brillante irrupción con la camiseta del Santos, donde llegó a ser catalogado como el heredero de Pelé tras mostrar una habilidad que sorprendía al público. Los estragos que hacía en sus tierras lo catapultaron a vestir la camiseta de los clubes más grandes de Europa, como el Real Madrid y el Milan. Una realidad que hoy suena paralela para el ex enganche, quien desde el 2024 pasa sus días en prisión arreglando televisores, aunque sin colgar del todo los botines.
La vida de Robinho dio un brusco giro cuando en 2017 fue condenado a nueve años de prisión por el Tribunal de Milán, al verse hallado culpable por abusar sexualmente de una joven albanesa de 22 años en 2013 en una discoteca de la ciudad italiana, junto a otros cinco hombres brasileños. Tras la sentencia, el actual ex jugador de fútbol, de 41 años, pasa sus días, desde hace exactamente un año, en la prisión rural de Tremembé, ubicada a unos kilómetros de San Pablo. Allí, cumple su pena llevando adelante un estilo de vida un tanto diferente al de la mayoría de prisioneros.
En sus días tras las rejas, durmiendo en una celda de ocho metros cuadrados, mientras sus abogados apelan constantemente la sentencia ya que consideran que la justicia brasileña no se empareja con la italiana y que debería ser la local aquella que prevalezca en la causa, Robinho tiene un solo objetivo: recibir la libertad condicional gracias a buen compartamiento carcelario. Y según cuentan medios brasileños, estaría sumando los porotos necesarios para que su petición sea considerada.

Robinho, de brillar en el fútbol a buscar la libertad condicional en prisión.
En ese sentido, la rutina de Robinho consta de un sinfín de actividades. Se pasa horas completando módulos del Programa de Educación, cuidando el huerto, participando de un club de lectura y arreglando televisores y radios. Sí, completó un curso de electrónica de 600 horas para capacitarse y colaborar desde ese rol. Un estilo catalogado como “modélico” y que lo lleva a forjar relaciones “perfectas” con el resto de reclusos.
Aunque, entre tanto trabajo social, le deja siempre un espacio a lo que mejor supo hacer por mucho tiempo: jugar al fútbol. Y lo hace con una particularidad: utiliza botines prestados, signo de las amistades que construyó desde el inicio de su ingreso a prisión.
“Es un preso ejemplar y no ha tenido problemas con otros presos, se mantiene ocupado“, expresó su abogado, Mario Rosso Vale, al respecto. Su ritmo atareado se ve influenciado por su plan B en caso de no recibir la libertad condicional: busca cumplir con jornadas laborales de 12 horas diarias, ya que cada una le permite rebajar un día de su pena de nueve años.
La carrera de Robinho
Robinho surgió de las inferiores del Santos, siendo una de las figuras del equipo que se coronó campeón del Brasileirao en 2002 y 2004. Gracias a su técnica y destreza con la pelota, supo participar de los Mundiales de 2006 y 2010 con su Selección, con la cual obtuvo la Copa América 2007 mostrando un nivel de alto vuelo.
A pesar del furor que causó en sus primeros años, su llama se iría apagando durante su estadía en Europa, donde le costó asentarse. Volvería al fútbol brasileño para vestir la camiseta de Atlético Mineiro y tener un nuevo ciclo en el Santos, donde se retiró como profesional en 2020.







