28 de noviembre de 2016. Un humilde, pero soñador equipo de fútbol sorprendió a Latinomérica llegando a la final de la Copa Sudamericana. Fueron por la gloria y terminaron tocando el cielo con las manos. Así es como los recordamos, Chapecoense.

Ese día, no fue un día normal. Colombia amaneció extraña. En las horas de la noche de ese 28 de noviembre, las redes sociales ya auguraban lo peor. "Reportan perdida de contacto con el avión que transportaba a Chapecoense a la ciudad de Medellín", infroman periodistas y aficionados al fútbol que estaban pendientes de la llegada del club brasileño.

La madrugada y mañana del 29 de septiembre no quedó para el olvido, aunque quisieramos. Habitantes del municipio de La Unión y rescatistas se disponían a atender una emergencia inusual. Una avioneta se había estrellado en Cerro Gordo, lugar que a partir de ese día dejó de llamarse así.

El vuelo LaMía 2933 reportó falla total luego de que agotara tosa su reserva de combustible. A las 22:15 de Colombia, el capitán de ese vuelo charter no volvió a comunicarse más con la Torre del Aeropuerto Internacional José María Córdova. El mundo se vino abajo en cuestión de horas: 77 almas se encontraban en el avión y solo 6 personas salieron con vida.

Cuatro años después, Chapecoense tuvo que recontruirse casi desde las cenizas. De los sobrevivientes, tuvimos que llorar la partida del periodista Rafael Henzel, quien falleció en 2019. Sin embargo, el saldo de aquella tragedia es mucho más honroso y valiente de lo que muchos esperan.

Dos naciones se unieron: Brasil y Colombia fortalecieron sus lazos a partir de esta triste pérdida. En el municipio de La Unión, cada 28 de noviembre le rinden homenaje a las personas que perdieron la vida en ese accidente. En el Cerro Chapecoense quedó la promesa de que ningún hincha del fútbol los olvidaría: 'El Eterno Campeón'.