Fernando Aguerre ya está en la historia grande del deporte argentino y mundial. El marplatense fue el primer directivo nacional que logró que su deporte, el surf, fuera incluido en los Juegos Olímpicos, algo muy improbable, primero porque hablamos de un argentino en un deporte donde nuestro país no domina y segundo, porque casi nadie en el ambiente internacional creía que podía darse.
“Muchas veces escuché que era un lunático y hasta yo pensé que era una locura, pero nunca me detuve, seguí remando la ola y pude surfearla”, cuenta Aguerre quien vivió como nadie la llegada del surf como disciplina en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se realizaron en 2021 por la pandemia.
Pero ahora, el argentino fue por más y convenció al Comité Olímpico Internacional que el surf debía salir de Francia europea y competir en otro continente debido a la falta de olas en el verano europeo.
Así fue como la International Surfing Association (ISA) que dirige Aguerre propuso la Isla de Tahití, en la Polinesia Francesa, con los fundamentos de que habría las mejores olas del mundo en esa época. “No fue nada fácil, llevo bastante tiempo, pero el COI entendió que en estas semanas, en Francia, había grandes chances que no hubiese olas y que el cambio no sólo permitiría seguir en Francia sino además ir a la mejor cancha donde pueda disputarse un torneo de esta importancia. Realmente será algo soñado”, cuenta este marplatense de 66 años que dedicó su vida al surf.
Será apenas la segunda vez en la historia olímpica que sucede algo así. En 1956, la prueba de equitación se realizó en Suecia -y no en Melbourne, Australia, la sede olímpica- por la dificultad que generaba el traslado de los caballos. Ahora será por algo deportivo. Se competirá en los cuatro mejores días de olas, dentro de una ventana de nueve. El lugar elegido es mágico y está ubicado en la isla más grande de la Polinesia francesa.
“Hablamos de un pueblito que tiene un solo camino que ni siquiera da vuelta a toda la isla. Un lugar alejado del mundo, a uno de los últimos que llegó la civilización y que mantiene muchas de sus raíces y costumbres. Además, existe una marcada cultura de surf. Teahupoo es uno de los lugares icónicos de nuestro deporte en el mundo”, cuenta.
¿Qué lo hace especial? “Tiene un arrecife de coral, de un metro y medio debajo del agua, en forma de anillo, donde se producen tubos impresionantes. A diferencia de otras rompientes, donde los surfistas bajan la ola y luego realizan distintas maniobras durante 10/15 segundos para obtener los mejores puntajes, en Teahupoo es otra cosa, más rápida y radical: bajás la ola vertical casi en el aire, doblás y te metés en el tubo para luego buscar salir, intentando que no te tire la bola de espuma que se forma cuando la ola va rompiendo. Es una de las olas más complejas del mundo y en este torneo estarán los mejores surfistas del planeta. Esperamos una tremenda competencia en el mejor lugar posible”, describe.
Fernando lo dice con la felicidad de saber que su deporte llegó para quedarse en los Juegos. “Ya está confirmado definitivamente, para Los Angeles 2028 y Brisbane 2032”, agrega mientras explica los motivos que permitieron que su deporte tuviera un rápido impacto en el movimiento olímpico. “Primero no hay otro deporte disputado en olas y con esta fuerza de la naturaleza. Además el surf se ha hecho muy popular, una llegada a la gente que podemos medir en las redes sociales. Especialmente entre los jóvenes. Les viene a dar otro ímpetu a los Juegos, a sumarles otra llegada a la juventud”, analiza.
Esta vez, eso sí, no habrá surfistas argentinos, entre los 48 competidores -hombres y mujeres-. En Tokio estuvo Lele Usuna y ahora sólo nos representará Aguerre, presidiendo la organización de la competencia. El mismo que se convirtió en el primer dirigente nacional en lograr que su deporte sea olímpico.
“Un logro soñado, realmente. Haber conseguido esto, para el deporte que me dio todo, es lo más hermoso. Fueron décadas de trabajo para devolverle algo a mi amado surf”, explica quien lleva 30 años -9 reelecciones- como presidente de la ISA, justamente la federación que en mayo cumplió 60 años. “Y todo este tiempo trabajando ad honorem, con mucho amor y orgullo. Yo siento que esta es mi medalla de oro”, se emociona a horas del viaje a Tahití junto a su familia.