“Vengo hace unos seis, siete años diciendo que son los últimos dos, ja”. Joaquín Larrivey dice, en declaraciones brindadas a BOLAVIP, que nunca se hubiese imaginado seguir jugando a esta altura, pero con 41 años no sólo se siente cómodo y a gusto en Deportes Concepción, sino que también sigue haciendo goles. En lo que va de esta temporada ya gritó 17 veces (cuatro por Copa Chile y otros 13 en la Liga de Ascenso) y hace cinco partidos que lleva la cinta de capitán.
“Cuando arranqué a jugar estaba Claudio Ubeda en el plantel, era el capitán en ese momento (en Huracán) y tenía 37. De hecho, seguimos teniendo un grupo de WhatsApp y le seguimos diciendo El Viejo, así que me imagino que ahora todos los chicos del plantel me llamarán de esa manera y entiendo un poco lo que vivía Claudio en aquel momento”.

Larrivey en Concepción, con la cinta de capitán. Foto IG Larrivey.
No lo dice ni con nostalgia ni con enojo, al contrario. Reivindica lo bien que se siente en esta etapa -quizá la última- como jugador, aunque Conce ya le renovó contrato por un año más. “Juego porque tengo muchas ganas, porque me siento bien y porque tengo una buena oportunidad. La verdad es que la opción de jugar acá en Deportes Concepción es una muy linda oportunidad, sé que el club hace un esfuerzo para tenerme acá, entonces nos sentimos muy queridos. Pero sí que para eso tengo que estar a la altura, porque hoy en día cuando contratan a un jugador de las características tengo yo, con una carrera atrás, se espera mucho. Yo siento que se espera mucho de mí, entonces siempre tengo que estar, tengo que estar a la altura, para eso me cuido, trato de estar en condiciones siempre. Igual no me hubiera imaginado cuando arranqué mi carrera estar con 41 años aún jugando y todos los partidos”, dice el Bati.
-¿Al delantero se le exige más cuánto más edad tiene?
-En la comparativa no lo sé, pero sí que al delantero se le miran los números. Cuántos partidos jugaste, cuántos goles hiciste y todo se reduce a eso. Después se le van agregando la experiencia, el liderazgo, todo un paquete detrás, pero la base tiene que ser cuántos goles, cuántos partidos. Yo vengo desde hace 10, 15 años manteniendo un promedio aproximado de 15 goles por año y en el fútbol chileno ese promedio asciende casi a 20 por año o un poquito más. Este año llevo 17, que espero poder mantener ese promedio. Acá en ese aspecto me ha ido muy bien y eso hace que también los equipos sigan interesados en contratarme. Hoy en día no es un misterio, te dicen ‘ah pero tiene 41 años’, entonces yo hoy tengo 41 años y el equipo donde estoy me renovó el contrato para el año que viene. Eso habla también de que todos esos números acompañan el rendimiento.
En Chile parece haber encontrado su hogar. Futbolístico y familiar. “En todos los equipos donde pasé los últimos diez años me fue muy bien en cuanto al rendimiento, a los números. Y acá en Chile me encontré con una liga que se adaptaba bien a mis características de juego y me encontró también en lo personal en un momento muy maduro, disfrutando también. Creo que encontré un lugar en el cual me siento muy querido y cuando uno se siente muy querido también tiene ese plus del rendimiento, termina sacando lo mejor de uno”.
Tuvo alguna chance de volver a la Argentina, pero la balanza ya se había inclinado. “Antes de Deportes Concepción me llamaron de un club que no viene el caso nombrarlo, lo planteamos como un tema familiar y al final se terminó dando de quedarnos, si bien las ofertas económicas eran similares, decidimos que nuestro proyecto familiar estaba acá, en Chile, y nos terminamos decantando por eso. Pero siempre en los últimos años hubo un acercamiento importante de un club de allá, pero creíamos que para nosotros como familia lo mejor era seguir proyectándonos acá”.

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En Chile no está solo: su mujer nació en esas tierras cuando su papá argentino estaba instalado en el país. Joaquín la conoció hace diez años por redes sociales y aunque en un principio ella eligió no contarle que su padre era futbolista, con el tiempo salió a la luz. El suegro de Larrivey es nada menos que Gerardo Reinoso, La Vieja, campeón de la Libertadores e Intercontinental con Independiente en el 84, con pasado en River y Boca, y también en el fútbol chileno.

El Bati y dos de sus hijos. Foto IG Larrivey.
Jugó en la Católica, donde fue campeón en el 91 y llegó a la final de la Libertadores dos años más tarde y es ídolo. Su carrera como entrenador la inició en Rangers y hoy continúa en Aguará, del ascenso chileno. “La primera vez que nos vimos no me dijo a qué se dedicaba el papá, dijo que era empresario. Después me dijo, ‘mi papá jugó acá, jugó allá’, un poco de Google y bueno, ahora habló todos los días con mi él, hablamos de fútbol todos los días”.
Por el teléfono se filtran las voces de sus hijos, que nacieron todos en países distintos. La mayor llegó al mundo en su paso por Japón, el del medio lo hizo en Argentina y el más pequeño, de apenas meses, lo hizo en Chile. “Ella también está acostumbrada a que se hable de fútbol, nació en una casa futbolera, y viajó mucho también en la época que el papá jugaba, jugó por todos lados y lo fueron acompañando como familia”, dice sobre su mujer. Es que juntos ya pasaron por Emiratos Árabes, Japón, Italia y Paraguay. Antes, él también había jugado en España y México, además de Huracán, Vélez y Colón. Con mi esposa tenemos una frase siempre: “Buena suerte, mala suerte, qué sé yo”.
-¿Cuál fue tu mejor momento?
-Mis mejores años, haciendo un repaso, yo creo que fue a partir de ir a la liga española. A los 28, esos años fueron muy buenos en lo personal, me sentí muy querido, con mucha confianza y donde probé mi juego en una las mejores ligas del mundo y donde siento que ese juego también destacó. Después tomé la decisión por una cuestión de vida, pero fundamentalmente económica, de irme a Emiratos Árabes dos años, teniendo contrato vigente en España, en Celta de Vigo, pero me pareció que era un tren que no podía dejar pasar.

Larrivey y ese gol inolvidable al Barcelona de Luis Enrique. Getty Images.
-Con el Celta le ganaron al Barcelona de Messi…
-Sí, ese fue el debut de Luis Suárez en el Camp Nou. El equipo de Luis Enrique que termina ganando el torneo, la Copa del Rey y la Champions. Y fue la primera victoria del Celta en la historia en el Camp Nou. Obviamente es un partido importante, aparte que era en esa época, si al Barça hoy lo ve todo el mundo, en esa época mucho más. Es un partido que lo vieron mis amigos, mi familia, estaban todos muy pendientes y que haya terminado 1 a 0 a favor de Celta, con gol mío obviamente que tiene un sabor muy especial.
-Y pese a ganarle le cambiaste la camiseta a Messi.
Sí, en ese partido cambié. Cambié en otro partido también con el Rayo, pero creo que perdimos 4-0 ó 6-0 y se la regalé a unos mejores amigos, me quedó una… No me imaginaba tener dos hijos en ese momento, así que se la van a tener que disputar. Messi siempre tiene buena onda con los argentinos, generalmente había como un diálogo previo, antes de entrar a la cancha, por lo menos las cuatro veces que me tocó enfrentarlo, siempre siempre tuvo muy buena onda con todos, no sólo conmigo.
-¿En algún momento se te cruzó el sueño de ser parte de la Selección?
-No, la verdad que no, porque siempre supe la calidad y la cantidad de jugadores que había en la Selección Argentina. Entonces, la verdad que nunca, más allá de que uno tiene el sueño de chico de poder vestir la camiseta de la Selección, creo que fue un sueño siempre, no con algo palpable ni algo alcanzable, siempre supe que en mi generación y todas las generaciones era algo muy difícil de alcanzar o imposible, así que soy un hincha más, el hincha número uno creo que soy. Pero nunca lo soñé.
En el 2014, año de aquel recordado partido ante el Barcelona, Larrivey alcanzó la marca de 6 goles en las primeras fechas, uno menos que los que llevaba Lionel Messi. Su nombre empezó a sonar fuerte, pero fue tan sólo eso.
“En algún momento cuando se armó la Selección local, cuando volví y tuve un buen arranque en Vélez también, se podría haber dado, pero para mí siempre fue ser hincha de la Selección nada más, nunca imaginé jugar ahí. En el diario salió en ese momento que Mancuso había ido a ver jugadores. Se estaba armando la Selección local pero era obviamente una selección local. No era algo proyectable creo. De ese equipo creo que terminó jugando Otamendi, que también tuvo un arranque brillante y terminó haciendo una carrera espectacular. Pero no creo que otros jugadores de esa Selección local hayan tenido una proyección importante para ser parte después”, confiesa.
La final que dividió amores
Fue apenas un semestre en Vélez. En realidad, apenas cuatro meses. El tiempo justo para salir campeón y para enfrentarse a una situación incómoda: jugar una final contra el club que lo vio crecer, en medio de un sinfín de polémicas y dar la vuelta olímpica. No se lo perdonaron.
“En realidad estuve cuatro meses porque llegué en la fecha dos. Me acuerdo cuando llegué que Vélez venía de un par de años no tan buenos, es que es un club que siempre exige y la gente estaba ansiosa por conseguir algo importante. Fue el primer torneo de una seguidilla muy buena con el Tigre Gareca y siento que fui partícipe importante en momentos importantes así que la gente de Vélez me tiene cariño y un buen recuerdo. Sigo en contacto con algunos exdirigentes. Obviamente que la gente de Huracán que tenía un gran recuerdo mío… yo me fui muy joven, hice 35 goles en casi 90 partidos. Tenían un buen recuerdo. Pero en esa jugada polémica se truncó ese cariño. La entiendo a la gente, entiendo que la gente haya quedado dolida pero yo soy un profesional y me debía a Vélez, no hay mucho misterio en eso.
-¿Te lo recriminaron mucho?
-Me lo recordaban cada tanto, pero la verdad que yo como que ya perdí como el rastro en Argentina, como que se fue apagando pero cada vez que se juega, que hace poquito se jugó el Vélez-Huracán de vuelta, vuelve a la memoria ese recordado partido y no tienen un grato recuerdo, lo entiendo, pero yo quería que ganase Vélez, lógicamente.

La barrida de Larrivey a Monzón que podría haber sido falta. Foto Archivo.
-Alguna vez dijiste que vos te hubieses cobrado la falta a Gastón Monzón en la jugada del gol de Maxi Moralez que les dio el triunfo…
-Sí, yo creo que en la primera impresión sí. Pero siento que lo más importante es que el árbitro de ese momento dijo que no fue falta y sobre todo dijo que volviendo a ver la jugada cree que no hubiera cobrado falta. Sería muy discutible y hay opiniones en contra. Y con el VAR hubiera sido roja a Arano, hubiera sido offside la de Eduardo Domínguez. Dentro del mismo partido hay como varias jugadas polémicas. En ese momento no había VAR y qué sé yo, me parece que fuimos justos ganadores y que ese partido lo mereció ganar Vélez.
-Y sin embargo es un título que varios miran de costado…
-Sí, algunas personas, no todos. Creo que Vélez fue un justo campeón, incluso a Cappa le escuché decir que fue un justo campeón, o algo así, algo similar a eso, pero si Huracán hubiera ganado también hubiera sido un justo campeón, porque los dos fueron claramente los dos mejores equipos del torneo. Cada uno con su estilo y cada uno con su visión de juego, con Gareca y Cappa, eran dos equipazos. Cada uno saca sus propias conclusiones. Para mí no tiene nada de manchado. Al contrario, es recontra justo el campeonato de Vélez más allá de la polémica de los últimos minutos.
Ser capitán en Japón
Eligió destinos particulares pero que le regalaron experiencias. La búsqueda de probar culturas diferentes. Y así, tras estar muy bien en el FC Baniyas de Emiratos, decidió viajar a Japón para jugar en el JEF United.
“En Emiratos me fue muy bien también. Teníamos la posibilidad de decidir entre quedarnos en Emiratos o irnos a Japón. Y decidimos con mi esposa probar una cultura diferente. Y nos fuimos a un club donde jugué con el Ruso Rodríguez. Fue una experiencia de las mejores que he tenido en el fútbol y de vida, todos los partidos en estadio lleno, no importaba si perdías o si ganabas, valoraba mucho el esfuerzo que uno hacía, terminé siendo capitán del equipo y hace poquito me dijeron que soy el argentino con más presencias en el fútbol japonés. Hice unos cuantos goles y al final del segundo año tuve la oportunidad de quedarme ahí en Japón o de volver para nuestros pagos. Y cuando ya tenía todo arreglado nos ofrecieron la posibilidad de volver a Cerro Porteño y como iba a nacer nuestro segundo hijo y la oferta de Cerro era muy importante, decidimos en familia volver para Sudamérica para estar más cerca de los nuestros y de tener un poco más de ayuda a la hora de la crianza”.

Con Walter Montillo en la U de Chile. Foto Archivo.
-¿Cómo se llega a ser el capitán en un equipo japonés?
-Ya era un jugador experimentado, más allá de que uno no puede comunicarse más que en inglés. Pero era un jugador, desde el punto de vista de las cosas que hacía dentro del vestuario, de cómo me iba dentro de la cancha y también de lo que me quería la gente, era un jugador muy representativo para todos. Los árbitros en general hablaban inglés, los compañeros casi nadie, pero las indicaciones básicas sí, y para todo teníamos un traductor. Un traductor para los jugadores y un traductor para los entrenadores. Y adentro de la cancha hay palabras, y después aprendés palabras claves en japonés, los números, los colores y ese tipo de cuestiones que tienen que ver, no con un diálogo fluido, pero sí para comunicar algo rápido y conciso.
En total fueron 76 partidos. Otros 102 jugó en Cagliari y 74 en la U de Chile, con la que no consiguió títulos pero metió 43 goles y dio 7 asistencias. “Fue un momento muy lindo también a nivel vida, fueron dos años de muchísimos goles, lamentablemente no pudimos coronar con ningún título pero tengo muy buen recuerdo. Con mi familia la hemos pasado muy bien, Santiago es una ciudad que se vive espectacular y quedó un cariño con la gente extraordinario. En la U hice 43 goles en dos años. Es tremendo. En años difíciles. El primer año que llegué, fue para pelear el descenso y terminamos terceros. Y el segundo año íbamos punteando y terminamos peleando descenso. Pero a nivel personal terminaron siendo años de muchísimos goles. Yo creo que soy el máximo goleador de los últimos 10 años de la U.
A un paso de ser DT
Hace ya varios años que terminó el curso de entrenador, ya tiene en su cabeza la conformación de su cuerpo técnico y tiene la idea de comenzar en cuanto cierre su etapa como jugador. Pero eso se sigue aplazando…

En Magallanes, su tercer equipo en Chile. Hizo 33 goles en 51 partidos. Foto IG.
“Yo creo que a mitad del año que viene ya iré viendo si seguiré jugando o no. Pero también tiene que ver con las oportunidades que vayan surgiendo. Si no me hubiera surgido una oportunidad importante que me cerrara a mí desde lo deportivo y desde lo económico o desde un lugar lindo para vivir como familia… Estoy preparado para dar el siguiente paso también. Tengo ganas de jugar, me siento bien, pero al mismo tiempo me siento preparado para dar el siguiente paso a mi carrera que es empezar la carrera como entrenador. En ese aspecto no le tengo miedo a la transición tampoco. Así que cuando vea que las condiciones no están para seguir jugando, no jugaré más”.
-¿Con qué entrenador de los que tuviste te identificás?
-Muchos. La verdad. Al final yo creo que es meter en una licuadora. La idea, el liderazgo, conocer gente y leer libros y ver vídeos y conocer compañeros y al final meter todo de eso en una licuadora y sale la idea propia y el liderazgo propio. Pero donde realmente se diferencian es en el trato con las personas, con los jugadores y al final en definitiva el entrenador es simplemente alguien que trata de sacar lo mejor de cada jugador y darle las herramientas, las mejores herramientas. Yo tuve a La Volpe, Gareca, Eduardo Berizzo. En Italia tuve a Massimiliano Allegri, un montón de técnicos. En España tuve a Paco Jémez. Tuve a Miguel Russo en Cerro, una experiencia extraordinaria con él. Tuve técnicos buenísimos y que cada uno ha dejado huella desde el punto de vista de los entrenamientos, pero sobre todo desde el punto de vista del liderazgo. Ahí uno va con su propia experiencia tratando de sacar lo mejor de cada uno y aprendiendo.
Pero por ahora sigue con los botines puestos. Haciendo goles como si fuera un pibe. Y sumando, porque está cerca de sus 100 gritos en Chile. Y le queda cuerda para lograrlo.







