En el fútbol argentino se desató la guerra de las cláusulas de rescisión. La primera piedra la tiró Real Madrid: vino, puso 45 millones de euros por Franco Mastantuono, se lo sacó a River y eso hizo que el Muñeco Gallardo se ponga realmente loco.
La revancha del Millonario fue ejecutar la cláusula de Maxi Salas, generando un nuevo escándalo. Relaciones rotas entre Racing y los de Núñez, con declaraciones cruzadas de Diego Milito, Stefano Di Carlo, de Gallardo y hasta del propio delantero, que se despidió de una manera muy pero muy fuerte. Guerra total.
¿Cuál fue el rumor de las últimas horas? Que River podía ejecutar la cláusula de 10 millones de Maravilla Martínez. ¿Qué hizo Racing? Rápidamente, le renovó el contrato al artillero y le puso una cláusula de salida de 122 millones de dólares. Una cláusula anti River. Una cláusula impagable para el fútbol argentino.
En el medio de todo esto, Juan Román Riquelme, que no quiere más cláusulas porque Estudiantes le sacó a Cristian Medina, porque Brighton le sacó al Colo Barco y porque Al-Qadisiyah le sacó a Equi Fernández, propone abolirlas. Pero a mí me parece que están bien: si vos ponés una cláusula, es el mercado que viene y te saca al jugador.
Lo cierto es que, a partir de ahora, en el fútbol argentino, se libró la guerra de las cláusulas.

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