El último título de Independiente a nivel local data del 2002 de la mano del Tolo Gallego y ese equipazo de Rolfi Montenegro, Pocho Insua, Cuqui Silvera, Gaby Milito, Fede Domínguez, que ganaba, goleaba, gustaba, y que tuvo que aguantar la arremetida de un muy buen Boca del Maestro Tabárez para ser campeón con angustia con ese cabezazo inolvidable de Lucas Pusineri.
La historia cambió. En este tiempo, el Rojo dejó de ser la institución modelo de los 80 para vivir de crisis en crisis. Apenas un par de Sudamericanas con el Turco Mohamed y Ariel Holan como entrenadores mantuvieron la mística copera encendida, pero ninguno pudo mantenerse compitiendo en el primer nivel mucho tiempo.
Al Rey de Copas me da la impresión de que llegó un hombre serio, trabajador, respetuoso de la historia del club, que está realizando un laburo de orfebre para reconstruir a un gigante dormido. Desde su llegada, Julio Vaccari recuperó al goleador Gabriel Avalos, mejoró a Iván Marcone, a Adrián Spörle, potenció pibes como Lautaro Millán y Diego Tarzia, se la jugó por Kevin Lomonaco en un gran cierto, consolidó a Rodrigo Rey como capitán, metió un pleno con Felipe Loyola.
Vaccari está armando un equipo, se nota la mano del entrenador, comenzó ganando los 3 partidos con un triunfo sufrido en Córdoba contra Talleres, rival que lo eliminó dos veces de las Copas de Liga, se bancó dos clásicos con uno menos contra Racing y River empatando 0 a 0, clasificó a la Sudamericana, pero por supuesto que no alcanza.
Independiente es muy grande, está obligado a ser campeón de una de las Copas de Liga o de la Copa Argentina para cerrar esta racha diabólica que se acerca a los 35 años de Racing que se cortó en 2001.
Usted puede, Vaccari.

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