Campeón olímpico, mundialista mexicano. Oribe Peralta es uno de los exfutbolistas nacionales que le dio sumo valor e importancia al hecho de vestir la camiseta del Tri. Un momento crucial de su carrera fue cumplir el sueño de jugar una Copa del Mundo, evento que le ilusionó desde la infancia. En otras palabras, un niño que se cumplió a sí mismo el anhelo de verse en el máximo escenario futbolístico que todo profesional aspira disputar. Lo hizo en dos ocasiones (Brasil 2014, Rusia 2018). También pudo satisfacer el deseo de participar en Juegos Olímpicos. ¡Y lo hizo colgándose la medalla de oro en Londres 2012!
Retirado de las canchas, ‘el Horrible’ se explora a la distancia temporal mediante sus recuerdos y trayecto para llegar al profesionalismo. Lo hace a través de Mi once ideal, un libro de corte biográfico en el que repasa sus inicios como un chamaco que comía tacos de papa y le gustaba pasar tiempo libre con un balón junto a otros chicos, incluso mayores que él.
Sobre esa publicación y su vida futbolística, Bolavip México conversó con él. ¿Cómo mira Oribe el futbol volteando hacia atrás? Lo repasamos desde su memoria y su tranquilidad.
Entrevista con Oribe Peralta, exfutbolista y autor del libro Mi once ideal
Oribe, en el libro describes una infancia ligada al futbol que difícilmente se observa el día de hoy. Creciste en una época en la cual se podía jugar en la calle o al aire libre sin temor por la inseguridad. ¿Te tocó ver o vivir indicios de la violencia que en la actualidad existe en todo el país?
No. No había esa violencia que vemos hoy y que además está muy normalizada. En mi infancia habían programas sociales que te animaban a hacer deporte. Es algo que las generaciones actuales no tienen debido al incremento de situaciones violentas y la presencia del crimen.
En aquella época había espacios y lugares para hacer deporte. En Torreón existían canchas para jugar futbol, por ejemplo. Se organizaban muchos torneos escolares y no escolares. También se practicaban otras disciplinas, como atletismo. Desafortunadamente en la actualidad esos espacios públicos están ocupados por gente que se dedica a actividades ilícitas u otros negocios que no son benéficos para la sociedad.
Dejaron de participar las empresas privadas que antes promovían el deporte, sobre todo el futbol. Antes, en los noventa, hubo marcas que organizaban torneos a nivel regional y nacional. Eran una gran oportunidad para mostrarse. Pero eso desapareció conforme la violencia creció.
Cuentas en Mi once inicial sobre un equipo peculiar en tu vida, Los vagos. Es un nombre que se liga muy bien a lo que nos decían las mamás de niños cuando íbamos a la calle a jugar futbol: “Ya te vas de vago”. ¿Cómo recuerdas a esa “vagancia”?
Todos los chavos del equipo eran más grandes que yo. Los recuerdo con mucho cariño porque no abusaron al ser mayores que yo. Por el contrario, me cuidaban por ser el más pequeño. Pese a que ellos andaban en ciertas cosas que no tenían nada que ver conmigo, siempre me procuraron. Me protegían, me ayudaban a mejorar en aspectos del juego que no entendía o me fallaban. Es un equipo al que le tengo aprecio porque me enseñó bastante y porque ahí también jugaron mis primos. Fue parte de mi vida.
Durante muchos años Jalisco y Ciudad de México fueron la referencia de origen del futbolista mexicano a nivel general. Tú formas parte de esa irrupción con futbolistas norteños. ¿En algún momento influyó que fueras del norte para ser aceptado o no en tu etapa formativa?
No, hasta eso no. Creo que si eres bueno en algo, no importa el lugar de donde vienes. Lo cierto es que al Oribe que la gente conoció en la cancha siendo luchón y que peleaba grandes objetivos es parte de un carácter implícito que distingue a la gente de la Laguna. Hay una frase alusiva a la ciudad de Torreón que nos define bien: “Es la ciudad que venció al desierto”. Al menos en lo que concierne a quienes salimos de la comarca lagunera, un sello distintivo es el carácter. Somos muy perseverantes.
En el libro comentas que un futbolista es en la cancha tal como lo es en la vida. Eso da pauta a interpretar que el futbol es un reflejo de la realidad. ¿Por qué llegas a esa conclusión?
Es que sí es así. Tú no puedes ser alguien solamente apasionado de una sola cosa y ya. No se puede entrar a la cancha siendo una persona distinta a la que eres afuera, más aún si en el exterior tienes otra pasión aparte del futbol. Recuerdo compañeros que me decían que se cuidaban para no arriesgarse previo a una final, pero todavía faltaba para llegar a esa final. Escatimaban esfuerzos antes de cumplir objetivos, y en su vida cotidiana eran igual. Uno no puede desprenderse en el campo de la persona que está fuera de él. En la cancha nos reflejamos.
Como profesional viviste muchas situaciones de tensión con partidos decisivos. Uno de ellos fue el repechaje mundialista contra Nueva Zelanda rumbo a Brasil 2014. ¿Cómo fue estar en el límite entre una proeza desesperada o un fracaso consumado después de una eliminatoria tan sufrida?
Para mí, como futbolista, la sensación fue completamente diferente a la que tenían ustedes como prensa y a lo que sentían los aficionados. En mis manos estaba poder hacer algo para ir al Mundial. Desde niño siempre soñé con ir a una Copa del Mundo, así que no dejé de pensar en eso para dar el máximo.
En aquel momento sabía que era una oportunidad. Lo único que tenía al alcance era dar lo mejor de mí, no guardarme nada. Si la consecuencia era un resultado positivo, mejor aún. Desde el partido contra Costa Rica allá, en el que luego nos enteramos del empate de Estados Unidos contra Panamá, yo estaba concentrado en conseguir el pase.
Tanto con la Selección Mexicana como con América demostraste que esas camisetas no te pesaron. ¿Pesan las camisetas?
No. Lo que pesan son las circunstancias con las que llegas a vestir esas camisetas. Pesa la situación que estás viviendo en lo personal. Pesa el pensamiento que tengas sobre esos colores que defiendes. Para quienes nos gusta jugar futbol y lo disfrutamos, las playeras no dicen nada.
Te pongo el caso de Chivas. Cuando fui a jugar allí, muchos dijeron que me pesó la camiseta. Pero no fue eso. La verdad es que me hubiera gustado tener muchísima más participación. Siempre estuve dispuesto, siempre estuve disponible. Cuando amas el futbol, no hay playera que pese.
En contraste a ese amor que mencionas, el dolor. El futbolista sufre dos grandes momentos en su carrera: una lesión que lo pueda retirar y el retiro en sí. ¿Cómo viviste el distanciamiento de las canchas cuando te fracturaste de tibia y peroné a inicios de tu trayectoria profesional?
Como futbolista entiendes que las lesiones son parte del juego, pero ésa fue la única que realmente me puso a temblar, a dudar. Al principio estaba con el ánimo intacto porque sabía que eran gajes del oficio. Fue al final de la etapa de recuperación cuando sentí que algo no estaba bien. No me sentía fuerte, tenía miedo de no regresar al nivel que tenía. Me sentía triste, frustrado, enojado.
Además, mis papás estaban pagando los costos de la rehabilitación, pasajes y todo con tal de ayudar a cumplir el sueño de su hijo. Un sueño que en esos instantes podía no convertirse en realidad. Lo que aprendí de esa situación es que hay que enfrentar los miedos y enfrentar la incertidumbre porque a final de cuentas debes luchar por lo que quieres. Si no lograba conseguirlo iba a regresar al mismo lugar del que partí, pero iba a volver con experiencia y ganas de hacer otras cosas. Ese pequeño fracaso fue el que me llevó al éxito.
De allá para acá, de reportero a futbolista, ¿cómo nos ubica el futbolista a los representantes de la prensa?
Hay periodistas que son muy buenos y otros a los que se los ha comido su personaje. Viven en ese personaje que genera rating, que genera likes. Pero más que hablarte de reporteros y comentaristas tendré que hacerlo sobre los futbolistas.
El futbolista debe entender que lo que diga alguien más sobre su accionar dentro de la cancha no lo va a definir. Tampoco en los casos si lo topan de fiesta o tomándose una copa. Casi el 60% de las personas en el mundo lo hacen, independientemente si son profesionales en cualquier ámbito.
Yo no le daba importancia a lo que decían de mí. La gente que ha estado conmigo sabe cómo soy y lo que hago, sabe cómo me conduzco. Si quisiéramos tener un país en muchos aspectos, primero tendríamos que empezar por nosotros. Criticar a alguien que ha dado su vida al futbol, o que alguien que también se preparó lo desacredite por una equivocación, me parece que es algo que no se debería hacer porque todos cometemos errores.
Siento que en vez de criticar a los futbolistas, (ustedes los periodistas) tendrían que criticar a los dirigentes y a presidentes de las federaciones para exigir resultados que creo que merecemos todos.
Llegamos a Qatar 2022 con una vibra agresiva y negativa a nivel general respecto a la Selección Mexicana y Gerardo Martino. Hay desilusión, malestar y enojo. ¿Qué opinión te merece esta relación de tensión entre equipo, afición y prensa?
Viviendo en un país como el que vivimos, todos estamos metidos en temas de violencia. De todo nos quejamos, todo nos molesta. Hoy en día todo es así. Si hay cosas que se tienen que decir o pedir explicaciones, eso sería a los dirigentes.
Si tú estás construyendo una casa y tienes un arquitecto que tendría que presentarte unos planos pero jamás te los ha presentado, vas a ver la obra y le empiezas a reclamar al maestro de la obra diciéndole que así no era como lo querías. Pero, ¿quién es el responsable?
Me parece que deberíamos tener un plan, un objetivo y algo no inmediato. Sin embargo, en México queremos todo de la noche a la mañana. Los procesos exitosos se construyen todos los días y tardan años en dar resultados. Sin un plan navegamos sin rumbo.
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