El partido de Argentina contra Paraguay es el partido para que Alejandro Domínguez retire al árbitro brasileño Anderson Daronco que nos robó. Omar Alderete debió haber sido expulsado por doble amarilla en el primer tiempo, el juez se hizo el boludo y ese jugador termina haciendo el gol del triunfo. Un robo.

Si hablamos del partido, en la previa Gustavo Alfaro había hablado de la humedad que se filtra por las grietas, bueno quedó claro que donde hay humedad es en la defensa argentina y especialmente en los centros. Nos tiraron tres centros y nos hicieron dos goles, igual que contra Colombia o Venezuela en los últimos dos partidos de visitante de la Selección.

Lo que más bronca me da es que Paraguay nos ganó con muy poquito. No fue una guerra de pierna fuerte y codazos como en las viejas épocas, para nada. Incluso nos dejaron jugar y tuvimos dos chances claras, una con De Paul y otra con Taty Castellanos.

Un equipo corto Paraguay, con Velázquez que juega en Newell’s, Alderete en el Getafe y Andrés Cubas, que se tuvo que ir de Boca. Ordenado nada más, con eso le alcanzó para ganarle al campeón del mundo. ¿Dónde está la seguridad de Dibu Martínez, de Otamendi, de Cuti Romero?

Y un mensaje para Alejandro Garnacho, hermano, te meten, sos uno de los mejores jugadores en el 1 contra 1 del mundo, gambeteá una vez. Cada vez que se la daban iba para atrás y sino la perdía.

Argentina perdió un partido que no se debió perder y de los últimos cuatro apenas ganó uno. Pero este Paraguay, con muy poquito, nos sacó la victoria.