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ENTREVISTA

Bianchi lo subió a Primera, fue campeón con Basile y se retiró a los 31 años: “El Mundo Boca es lo más lindo que hay”

Juan Matías Fischer hoy tiene 41 años y se desempeña en la formación de juveniles. En charla con Bolavip recordó su paso por el Xeneize.

Bianchi lo subió a Primera, fue campeón con Basile y se retiró a los 31 años: “El Mundo Boca es lo más lindo que hay”
Bianchi lo subió a Primera, fue campeón con Basile y se retiró a los 31 años: “El Mundo Boca es lo más lindo que hay”

Por ahí ahora sí le saco el puesto a Palermo, pero tengo que ver… No sé, nos tendríamos que juntar y un fútbol-tenis, un pádel. A ver si ahora le saco el puesto”. Se ríe Juan Matías Fischer en la charla con BOLAVIP. No tiene un ápice de rencor ni de frustración en su voz. Su historia no es diferente a la de muchos: llegó a Boca con 14 años y se fue muchos años después con apenas un par de partidos en su mochila, pero no reniega de esa experiencia, al contrario.

El Lobito llegó desde Junín para cumplir el sueño de su vida: debutar en la Primera de Boca. Y lo logró. Aunque fue Carlos Bianchi quien lo subió a Primera, fue Miguel Ángel Brindisi quien lo mandó a la cancha en el 2004, en tiempos convulsionados. El Virrey había salido del club tras perder la final de la Libertadores ante Once Caldas y faltaban aún algunos meses para que Alfio Basile tomara el mando y enderezara el barco otra vez.

Delantero, juninense, hoy trabaja en Abriendo Caminos asesorando a jóvenes jugadores, intentando plasmar todo ese aprendizaje que tuvo en sus inicios. “El Mundo Boca para mí es hermoso, es lo más lindo que hay el Mundo Boca. Transitarlo, vivirlo, así sea un pedacito, es lo mejor que le puede pasar a una persona”, reconoce.

Lejos de aquellos que salen eyectados de la magnificación que significa ser parte de ese mundo xeneize donde lo malo es una catástrofe y lo bueno es inolvidable, Fischer rescata el otro lado del club. El de aquellos que pasaron un ratito por la Primera, como su caso, pero que se sienten parte de una familia que los abraza para siempre.

Fischer, por delante de Matías Silvestre, en el verano del 2006. Foto IG Fischer

Fischer, por delante de Matías Silvestre, en el verano del 2006. Foto IG Fischer

“En la pensión del club éramos una comunidad divina, éramos ochenta pibes ahí conviviendo de todo el país. Nos cagábamos de risa, la pasábamos bien y competíamos y teníamos el mismo sueño todos de jugar en Primera. Mirta, Marta, los profes, los cocineras, todos tiraban para que se nos dieran a todos. Lamentablemente no todos llegamos. Es la realidad, Y a mí me tocó poco, lo recontra disfruté, me tocó por ahí jugar más en otro lado que en donde me formé. Pero soy muy agradecido al club que me formó, que me cobijó y sé que se puede mejorar. Eso también lo tengo muy claro”. 

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-¿Con quiénes estuviste en la pensión?
-Yo llegué en los 2000, Seba Battaglia todavía estaba en la pensión cuando llegué. Eran todos más grandes, que ya estaban en Primera y seguían viviendo en la pensión. Pasaba eso también, jugaban en Primera, eran campeones de la Libertadores y vivían en la pensión. Hoy un chico de 19 años por ahí ya te pide un piso en Puerto Madero. Uno mira y dice… “Pará, flaco, que todavía no sacaste un lateral…”.

“Estaba Franco Cangele, Miguel Caneo, hago memoria porque éramos 80. A veces venía Carlitos (Tevez), que se quedaba. Cuando jugábamos por ahí se quedaba a dormir. Algunos fueron haciendo carrera en otros lados. Y hasta el día de hoy tenemos un grupo, hablamos, charlamos. Tenemos un grupo que se llama La Pensión de Boca, que somos como dos mil. Ahí están desde la ’77 hasta el 85, yo soy el último, creo que también hay algún 86. Es un grupo hermoso”.

La familia Boca

Entre Vargas y Krupoviesa, celebrando el título. Foto IG.

Entre Vargas y Krupoviesa, celebrando el título. Foto IG.

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“No todos tuvimos una larga trayectoria, simplemente pasamos por la pensión del club y es algo hermoso. Un fin de año nos juntamos todos también, un reencuentro con los profes también. La verdad que estuvo muy hermoso. Desde las 77 hasta las 85, que es mi camada. Vamos hablando, por ahí alguno tiene un problema, lo vuelca en el grupo, tratamos de resolverlo si se puede. Sino, es una compañía, es como volver al Senior. Hay chicos de todo el país, chicos de Santiago, Chaco, Salta, Santa Fe, Córdoba. Todos los que vivíamos ahí, pasamos por alguna instancia del club, en la edad también que te vas haciendo. Entre los 13, 18 años, compartiste 5 años de tu adolescencia, tu vida, con gente que la verdad que estaba en la misma que vos y eso tiene un punto en común muy lindo”.

-¿Y siguen apareciendo?
-Ahí no preguntamos… De hecho a mi me anexaron y siempre te dicen ‘che, si te acordás de alguno, decile que venga’. Te invitan a participar. Es algo hermoso. El Mundo Boca para mí es hermoso. Después cuando volví al club y estaba en la puerta, hay algún excompañero y te dice ‘vení, vamos a tomar un café, vamos a charlar, a comer, vamos a ir al entrenamiento, sentirte parte’, eso también está bueno. Que por ahí no sale en los medios, pero eso pasa y es lindo. Te vuelve a tus inicios y a ese sueño que tuviste de chiquito cuando llegaste al club, te  hace sentir parte. 

-¿Vas a la cancha?
-Sí, sí, tengo un abono con mi primo, me gusta ir a la cancha, voy, lo disfruto, sufro obviamente, me pongo contento. Pero voy a ver a Boca. Me gusta ir, estar. Siempre se crea un ambiente hermoso. Voy caminando por atrás de la pensión.  Siempre digo: ‘Bueno, en esta habitación dormí. Ahí comíamos’. Mejoró bastante la pensión de como estaba, pero siempre el recuerdo es lindo.

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De la mano del Virrey

“Bianchi me sube a Primera, a fines del 2003. Arranco en enero cuando vuelven de la pretemporada a entrenar con el plantel, ya jugando en Reserva. A mitad de año, después de la final, ahí se va a Carlos y agarra Miguel Brindisi, una persona excelente. Debuto, no recuerdo bien la fecha. Siempre le digo a Ariel Carreño ‘debuté gracias a vos’, porque se había pasado mal una amarilla y Ariel era el de titular y yo era suplante, iba al banco. Y el día anterior me dice Miguel ‘mirá que vas a jugar de titular’. Bueno, le digo, gracias. Me tocó debutar, no esperaba la titularidad, pero bueno. Después vino un año por ahí medio, no tormentoso, sino un año de Boca. Sí, porque decirle tormentoso, un año de Boca es así. No tiene similitud, es así, Boca es así”.

-¿Te acordás que te dijo Bianchi cuando te llamó para subir a Primera?
-En ese momento era Fredy (Altieri), el profe, que te decía, vení a presentarte con Primera, yo estaba en la pensión. Lo que sí recuerdo fue que el primer día me dijo “Hola Matías”, y para mí fue, “che este muchacho sabe cómo me llamo”, y yo digo, ¿cómo sabe cómo me llamo? Esa simpleza de tratar al jugador como una persona normal y serle claro. No te digo que eras igual a todos, pero me hacía sentir igual a todos. Me dijo bienvenido, me dio la bienvenida y enseguida entrené con el profe, a correr, creo que el primer día me hizo levantar al Flaco Schiavi de sentadilla y yo no tenía ni fuerza. Enseguida te incorporaban al grupo de trabajo. No había nada raro, “sentite parte, estás acá, da el máximo y sos uno más”. Esa era la bienvenida que te daba. El mensaje claro, simpleza, buen trato, siempre con respeto, las cosas claras, son partes fundamentales en cualquier ámbito de la vida, pero más en el fútbol que hay gente que le busca la vuelta y no, hay que ser transparentes, simples, sencillos, claros y siempre de frente. A la larga es una buena comunión entre todos y se logran buenas cosas. Quedó demostrado, cuando esas cosas pasan, el desenlace termina siendo exitoso más allá de lo deportivo. Lo que lo marcaba él, su cuerpo técnico, el profe, todos los que pasaron por ahí, era eso, hacerte sentir alguien que está dentro del grupo. Obviamente la diferencia la sabíamos internamente, vos sabés con quién estás al lado, y sabés que no somos todos iguales. Pero el trato de ellos para nosotros, más sabiendo que éramos chicos, que por ahí teníamos otro ímpetu, siempre fue de la educación, de marcar el camino y de tratarnos como si fuésemos uno más.

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-¿Cómo era la relación con ese plantel? 
-Hermosa también. Me acuerdo de los picaditos, los asados, los entrenamientos. Desde la conducción, con respeto, con cordialidad, con buen ambiente, se trasladaba a todo el grupo. Siempre lo que me tocó vivir lo viví desde la gratitud y siempre con buena onda. Daba gusto ir a entrenar, siempre me acuerdo de los asados. Era hermoso, esos viernes de picado y asado eran muy lindos. 

-¿Y cuando vinieron las malas?
-No, me tocó la suerte de estar en ese grupo donde los referentes o los grandes sabían que se tenían que hacer cargo y no trasladaban nada a los chicos. Sinceramente no es por tirarla fuera, pero se manejaban con un liderazgo, con una altura y con una tranquilidad que sabían que ellos tenían que agarrar la posta y nosotros que éramos chicos, estábamos ahí, acompañábamos, estábamos el día a día pero no nos hacían partícipe y no nos trasladaban nada desde ese lado. Se hicieron cargo, agarraron la posta, se sobrepusieron a eso y obviamente al otro año ya estaban de vuelta ganando títulos. El liderazgo que había en ese plantel era admirable. 

Para diciembre del 2004 ya no estaba Brindisi, pasó Jorge el Chino Benítez y ya para en agosto del 2005 había llegado Alfio Basile para reencaminar al club hacia los títulos. El Lobo, sin embargo, en esos tiempos estaba haciendo estragos en Bolivia: se fue a préstamo al Bolívar, metió 27 goles en 37 partidos y comenzó a mostrar algunos destellos de las virtudes que lo llevaron a vivir a la pensión del club a los 14 años. Y por eso Coco lo quiso retener.

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“Tuve un buen año allá en La Paz, jugando Copa también. Cuando vuelvo en 2005, tenía una oferta de Peñarol de Montevideo. Y se lo traslado al Coco (Basile), ‘¿podemos hablar?’. ‘Sí, pará que llamo al Ruso (Ribolzi) y al Panadero (Díaz). Y entre los tres me dijeron que querían que me quedara. Esas son decisiones personales que tomé yo también. No te digo que estoy arrepentido, pero por ahí si hubiese sido a Peñarol hubiese sido otra mi carrera. Es fáctico, porque no sé qué hubiese pasado. Decidí quedarme seis meses más. De los cuales, se salió campeón de ese torneo. Y bueno, después sí a fin de año me fui a Chicago. Era esto, tomar decisiones con 20 años, 21 años. Obviamente yo quería jugar en la Primera de Boca y quedarme a pelear un puesto ahí”.

-Y pedirle una reunión al Coco Basile…
-Yo fui a hablar, terminó el entrenamiento, fui con Coco y él me dice ‘no, pará.
Ahora lo charlamos”. El solo me dijo, vamos a charlarlo entre los tres. Entonces, de ese lado ya me marcó algo. Dijo mano a mano no, vamos hablar con el cuerpo técnico. Me fueron claros, y es lo que digo también que tenía Carlos, fueron claros, nos me tuvieron con vueltas, me dijeron vas a pelear un puesto, vas a estar acá, nosotros queremos que te quedes. Después la decisión es tuya. No es que me dijeron una cosa y pasó otra. Yo siempre digo, yo era el quinto delantero, pero los otros cuatro eran Palacio, Guillermo (Barros Schelotto), Palermo y el Chelo (Delgado). Y después venía yo. Siempre jodo con mis amigos, “había cuatro más adelante y bueno, algo ganaron”.

-Tu cabeza ese día cuando te fuiste a dormir…
-Sí, obviamente estaba… Era Superman, bueno, era algo lindo que te lo dijeran, porque una cosa es que estés ahí dando vueltas, la comunicación es muy buena y no le hace mal a nadie. Charlar y que te lo dijeran en la cara. Con naturalidad. Cuando me dijo ‘queremos que te quedes’ yo ya tenía los botines puestos otra vez. No hay chance que me quiera ir de acá. No hay manera de querer irte de Boca o de no querer jugar en Boca. No se me cruza por la cabeza, no hay opción B. Calculo que le pasa a todos. Cuando vienen y te dicen ‘che, no te vamos a tener en cuenta’, ahí es donde se te cae un poco del mundo, pero si vienen y te dicen ‘nosotros queremos que te quedes, vas a pelear un puesto’, obviamente vos le ponés todo lo tuyo para estar ahí y mantenerte.

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Finalmente en aquel primer semestre del 2006 jugó apenas tres amistosos: con Racing, con San Lorenzo y apenas un minuto ante el Maccabi Haifa en una gira que el equipo organizó ese año.

“El Coco tenía a sus 18. Y tenía unos jugadores de la puta madre. Yo también le trato de decir ahora a los chicos, ‘mirá, vas a tener un montón de técnicos, con un montón de cosas distintas, te tenés que adaptar, acostumbrarte y sobreponerte a eso, escuchar y demostrar que siempre estás a la altura’. No lo hizo sólo en Boca, lo hizo a lo largo de su trayectoria y mal no le fue, salió campeón de todo. Pero sí, era un once que salía de memoria y si faltaba uno estaban los suplentes y si faltaba un suplente, jugaba con uno menos… Sabía a quién ponía, a quién tenía que tener ahí, a quién tenía a su lado. Me hubiese gustado jugar, obviamente, sí, siempre, pero con el tiempo te das cuenta que vas aprendiendo, o que te tocó vivir esa enseñanza en una escuela formidable. Eso es también lo que te da Boca, la ventaja de estar ahí adentro de ese vestuario y de ese club, te da esto, que te rodea siempre con tener lo mejor. Si sabés aprovechar eso y sabés leer lo que te ha pasado, interiormente tenés un máster”.

-Históricamente Boca ha dejado partir a muchos delanteros porque era imposible la competencia con los históricos…
-Un montón, si. Había que demostrar que vos estabas mejor, que eras mejor y eran estrellas: el Chelo, Guillermo, Palacio, el Chipi (Barijho), bueno, Palermo. Más allá de haber querido jugar más, yo aprendía todos los días desde que llegaba el club hasta que me iba y volvía a la pensión, era un aprendizaje continuo porque estaban los mejores. No reniego. Cuando sos chico por ahí con esa efusividad no lográs ver la dimensión de dónde estás, te enojás un poco. Pero después, con el tiempo, tengo que ser agradecido de dónde me tocó estar y con quién me tocó estar. Es la realidad. Fueron todas grandes estrellas de uno los clubes más grandes del mundo. Desde ese lado el aprendizaje que yo tuve, todos los que estuvimos ahí, es terrible. Se complicaba un poco esa competencia porque eran número uno. La historia los puso en lugar de número uno.

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Fischer se retiró a los 31 años. Foto Archivo.

Fischer se retiró a los 31 años. Foto Archivo.

-¿Se sentía la presión de tener que entrar y ser figura?
-Tener cinco minutos y tener que meter siete goles. La exigencia que teníamos en ese momento era esa. Te exige eso. Martín, sacando las lesiones que tuvo en las rodillas, faltaba un partido, al otro partido venía y metía tres goles el tipo. Te decía, ‘flaco, mirá que a mí no me jubila a nadie’. Y esa exigencia te llevaba a estar al tope. Y Guillermo y el Chelo y Rodrigo cuando estuvo, el Chipi y todo era igual. Así y todo el Chipi entraba o le tocaba alternar entraba y metía de a dos goles, decía ‘ésta es la mía y voy por esto’. Muchas veces el camino era decir ‘bueno me resigno y acá ya no’, tenés que buscar también tu rumbo. En ese momento decís yo tengo 21, 22 y juego poco y te agarra esa incertidumbre.

Dice que ahora trabaja mucho en eso, en preparar a los jugadores para el después, a los que pueden llegar y a los que quizá quedan en el camino. Abrirles puertas, generarles otros intereses pero sobre todo que tengan la contención necesaria cuando no saben qué pasará. Estar ahí para los momentos de duda cuando todavía son muy jóvenes para tomar decisiones tan importantes que, como dice Fischer, “te pueden cambiar la vida”. Lo dice con conocimiento de causa.

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El sueño de volver

Se retiró joven, a los 31 años, después de pasar por el Mérida de Venezuela, por Chile y por varios equipos del ascenso vernáculo (Camioneros, Español, Chacarita, Almirante Brown). Hoy, a sus casi 40, cree que quizá fue una decisión algo apresurada, que quizá podría haber seguido hasta los 35 ya que no fue una lesión la que lo llevó a colgar los botines.

“Saber cuáles son tus limitaciones, hasta dónde podés dar, qué podes dar y dónde puede estar tu capacidad para generar algo nuevo. Yo a los 31 años no iba a jugar en la Selección. Claramente no iba a jugar en Europa. Entonces, desde ese lado también tener conciencia y decir, sí, bueno, mi carrera de futbolista fue ésta. La disfruté un montón. Empezar a ver qué iba a ser mi carrera post fútbol como jugador. Ser consciente de la limitación y de las virtudes de cada uno. A mí me tocó esto, es la realidad. Por ahí ahora sí le saco el puesto a Palermo, pero tengo que ver… No sé, nos tendríamos que juntar y jugar un hacer fútbol-tenis, un pádel. A ver si le saco el puesto, jaja”.

Claro que esa decisión le permitió estar trabajando como ayudante técnico y luego como asesor deportivo para Emelec, donde trabajaba su amigo Marcos Mondaini, otro ex Boca Hoy está cómodo, pero no descarta algún día volver a trabajar en el club, regresar un rato a casa.

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Fischer en Bolívar, donde más rindió y hasta fue campeón. Foto Bolívar.

Fischer en Bolívar, donde más rindió y hasta fue campeón. Foto Bolívar.

“No lo descarto, sería lindo. Me gusta trabajar con los chicos, ser formador en esas edades. En su momento había tenido un acercamiento. Boca también es eso… Todas tienen con ganas, están todos capacitados los que están, los que estaban también. Siempre se trabajó muy bien en Inferiores, no lo voy a descubrir ahora, siempre que sale un chico que juega en Primera es gratificante. Si se tiene que dar se dará en algún momento”.

Y lo compara con lo que él vivió en aquel entonces: “Hay un montón de exjugadores hoy, eso es buenísimo también. Es lo que nos pasó cuando nos éramos pibes. Yo llegué al club y estaban (Roberto) Mouzo, el Héber (Mastrángelo), el Chino Benítez, el Chueco Alves, y estaban ahí. Para nosotros era “El Héber”, pero veíamos la historia y decíamos ‘este tipo es una gloria acá’. Roberto para nosotros era Robert, pero para Boca era historia. Y hoy pasa lo mismo. Está Pablo (Ledesma), está Clemente (Rodríguez), está el Cata (Díaz), está Mati Donnet, Nahuel Fioretto, Joel Barbosa. Y vos entrás al club y decís, pero estos tipos están todos en el póster.  Ellos lo ven todos los días.  Lo ven como es ‘hola Clemente’, pero no, ¡este tipo salio campeón de todo! Eso que viven los chicos es fundamental para una institución. Valoriza a los chicos, valoriza al club y a los exjugadores que le dieron mano al club que puedan seguir estando ahí. 

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-Muchos otros ya fueron entrenadores de Boca además: Battaglia, Ibarra, Gago, Guillermo. ¿Quién falta?
-Martín es el primer nombre que a uno se le viene a la cabeza. Creo que de esa camada me parece que falta Martín.

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