“Había un mito: que yo en San Lorenzo lo imitaba, como que hacía su voz. Entonces me encaró, serio, aparte que te encare Román serio… Más allá de que yo había tenido una relación de más pequeño, hacía años que no lo veía. Me dijo: ‘Dale, ¿vos te reías en San Lorenzo? Bueno, imitame. Vamos a reírnos todos juntos’. No, no, nada que ver, es un mito. ¿Vos estás loco? Me hizo poner colorado”.
Hay algo que es cierto: aunque se trate de un mito, el tono de voz, la forma y la filosofía de vida de Diego Rivero se asemejan bastante a Juan Román Riquelme. Quizás él mismo no se de cuenta, pero el Burrito habla con BOLAVIP y en la cadencia de sus palabras hay algo riquelmeano. Y en la charla, claro, el nombre del 10 de Boca sale varias veces a relucir. Por las anécdotas, por la relación y por ese estilo cansino de contar su vida.
Esa amistad nació casi de casualidad: cuando el Burrito jugaba en Chacarita coincidieron en una oficina donde iban a representar a ambos. Vivían cerca y jugaron juntos en el Juvenil. “A veces él me llevaba o me llamaba por teléfono. Tuvimos esa corta relación, después él se fue a Barcelona, no tuvimos más contacto y de grande nos encontramos en su club”, cuenta.
De México a San Lorenzo
En el medio de esa relación, así como Román se fue a España, a Rivero se lo llevaron de Chaca a México. Pasó por Pachuca y Cruz Azul para regresar al país en el 2006 y ponerse la camiseta de San Lorenzo, el segundo equipo en el que más partidos jugó.
“De San Lorenzo tengo los mejores recuerdos. En el fútbol son más las que perdés que las que ganás. Yo fui con (Gustavo) Alfaro y a la tercera o cuarta fecha se tuvo que ir, me trajo y no me hizo jugar. Vino (Oscar) Ruggeri y me hizo jugar, pero no salían bien las cosas y vino Ramón (Díaz). Tampoco empecé jugando con Ramón, a la cuarta fecha empecé a jugar, hice un gran torneo y la gente agradecida”. Ese año, el 2007, fueron campeones.
-Tenían un equipazo…
-A pesar de que veníamos mal, en el torneo anterior habíamos perdido 7 a 1 con Boca, 5 a 0 con River. Ramón, cuando llegó, como que no le gustaba Saja, lo puso a titular a Orión. Lo trajo al Lobo Ledesma que había vuelto de Europa y estaba en un pozo anímico, la Gata Fernández de River se iba a ir a préstamo a Quilmes y lo trajo él; Pocho Lavezzi se quería ir a River y Ramón le dijo ‘quedate que vos tenés que irte a Europa’; trajo a Aureliano Torres que nadie lo conocía y la rompió; el Cuqui (Silvera), bueno, el Cuqui siempre fue bueno, ja. Y se dio todo, torneazo del Lobo, torneazo de Lavezzi, la Gata también. Después del torneo, a Pocho lo dieron a Napoli, empezó una carrera bárbara. Ramón tuvo buen ojo, apenas llegó logró campeonar, y al otro año San Lorenzo jugó la Libertadores, que tampoco lo venía haciendo. Fue algo lindo. La rompieron toda. Se brindaron y se logró salir campeón dos fechas antes. Estuvo lindo.

En San Lorenzo anduvo bien, pero Ramón lo separó del plantel. Foto Archivo.
-Mencionás el 7-1 del torneo anterior. ¿Cómo se vuelve de eso?
-Fue un partido raro, porque nosotros arrancamos, lo teníamos a Boca arrinconado. En una me escapo yo y Ledesma me baja, fue amarilla pero era para roja. Nosotros jugamos con tres en el fondo, cuatro en el medio, y se nos lesionó Adrián González, que estaba jugando por afuera. Yo era el encargado de agarrar a Gago, así lo teníamos bien. Cuando se lesiona Adrián, me manda a mí por afuera y nos rompieron el esquema. La primera que llegaron gol, la segunda gol, la tercera gol, la cuarta gol, la quinta gol, y así fue, fue raro. Es más, perdiendo el primer tiempo 4-0 teníamos confianza por cómo habíamos desarrollado la mayoría del primer tiempo. Decíamos “bueno, hacemos el primero, después hacemos el segundo, podemos”. Fue un… Para nosotros, doloroso, para la gente también. Pero al otro día teníamos, no revancha, pero otro desafío y hay que seguir. Cosas feas van a pasar. Pero depende de uno tratar de sacar fuerza y seguir adelante.
-La revancha fue al torneo siguiente, 3 a 0 y título más tarde…
-Sí, allá en la Bombonera, con el condimento de que estaba Ramón Díaz y por su paso por River, por ser hincha, era todo. Creo que lo hicimos bien, ganamos un lindo partido que nos ayudó a afinanzar para lo siguiente y tratar de lograr el objetivo.
-¿Qué terminó pasando después? ¿Por qué te vas?
-De San Lorenzo siempre lo mejor, eh. Venían las elecciones, yo renové ese año. (el presidente) Sabino apostó al renovarme para dar una imagen y poder ganar las elecciones, junto con otros compañeros. Pero no estaba en planes de Ramón y me tocó ir al banco, entrar en los segundos tiempos y cuando terminó la temporada me dijo que no me iba a tener en cuenta, que no entraba en su plan. Yo recién había renovado. Abdo había ganado las elecciones, me quería mandar a un equipo de Paraguay y no acepté, quería ir a un club igual o mejor que San Lorenzo, entendía que los clubes que me ofrecían no estaban a la altura. Y me quedé. Cuando San Lorenzo se va a la pretemporada, me entrené con un selectivo de juveniles. Abdo había declarado que sólo me iba de San Lorenzo si me vendía y me terminó cambiando jugador por jugador. Ni siquiera a préstamo. Ni siquiera con plata, nada. Mati Giménez estaba en Boca, vino a San Lorenzo e hicieron un trueque. Y yo me fui a Boca. Yo había firmado contrato tres o cuatro años más con San Lorenzo pero la decisión fue esa. Yo me sentía parte del club, jugador del club, no opinaba igual pero respetaba las opiniones. Si no tenía que jugar y quedarme en el club lo iba a hacer. Pero se ve que no, Ramón realmente no quería que estuviera en el club e hicieron ese trueque.

Rivero, la Gata y el Cuqui, campeones 2007. Foto: :DYN/LUCIANO THIEBERGER.
No hace apreciaciones ni emite opiniones. Acata y relata evitando cualquier conflicto. “Lo más gracioso es que en San lorenzo estuve bastantes años, si bien mi salida no se entendió, muy raro que me fui a Boca. Y en Boca tuve varios años, en los cuales habré jugado un año, año y medio porque tuve diferentes lesiones. Lo más lindo es que hoy me cruzo con hinchas de San Lorenzo y me recuerdan de la mejor manera y lo mismo los hinchas de Boca. Eso me reconforta, me pone contento que algo bueno habré hecho”.
-Llegaste y enfrentaste a San Lorenzo…
-Sí, y le convertí un gol en el partido de verano. Son cosas de pasan. Pero llego a Boca y en el tercer partido me rompo la mandíbula y no termino jugando. Al segundo torneo campeonamos y me pude quedar. Hubo un cariño enseguida, en un partido con Racing, la segunda o tercera fecha, la gente coreó mi nombre y fue como un amor a la primera vista. Era un desafío, puede que te puteen o que te aplaudan. Por suerte pasó.
-Tenías características como para ganarte ese aplauso…
-Una vez me dijo el Bichi Borghi: “¿Y vos cuántos goles tenés? Y, pocos. ¿Y le pegás de zurda? Y no. ¿Y cabeceás? Y más o menos. ¿Cómo hiciste para jugar? Yo creo que más que nada por la entrega, por nunca darme por vencido. Seguir, saber que cosas feas pueden llegar a pasar, o situaciones que a uno le gustan, pero hay que seguir, ponerle el pecho. Nunca se sabe lo que vendrá.
La catástrofe Boca
“Lo mío ya fue una catástrofe”. Fractura de Mandíbula. Cirugía de corazón. Lesión en el gemelo. Lesión en el menisco. ¿Algo más? “Fue una cosa terrible”.
“Apenas llegué me rompí la mandíbula. Bueno, creo que habré jugado seis fechas de los 20 partidos. Al otro año fue el campeonato. Después lo que más me costó fue lo del corazón. Las arritmias, las ablaciones y cuando me dan el alta me lesiono el gemelo, que me llevó 5 meses. Nunca encontramos el por qué no se curaba, hacíamos un tratamiento normal que es de 20, 25 días. Llegaba al día 14, bárbaro, el día 15 bárbaro, el día 16 no podía caminar. Y con el corazón, uno es deportista de alto rendimiento y tienen miedo de usarte. Me costó convencerlo, cuando vino Bianchi, de que podía jugar. Cuando terminaba la temporada siempre surgía la opción de mandarme a préstamo a algún lado. Y cuando empiezo a jugar con Carlos, empiezo a tener más continuidad, me rompo la rodilla. Y ahí ya no jugué más. Lo bueno, de todas las lesiones que pasé en Boca, es que tiene recursos para todo, se brindaron en todo lo momento. Y con el psicólogo… Imaginate mi ilusión de llegar a un club como de Boca, tratar de jugar, de que la gente te quiera, y no poder tener continuidad… La cabeza o lo anímico te hace pasar malos momentos. Me apoyaron, es un club que tiene casi todos los recursos, y me ayudó bastante”.
“Hubo un momento en que yo iba al club por ir, porque no me dejaban ni caminar, no se encontraba el por qué lo del corazón”, empieza a relatar. Una arritmia que terminó en una ablación. Y otra más. “Era tiempo, que anticoagulaban, que hacían ablación, que después tenían que estar dos meses buscando… Esperar para hacerte el Holter. Que me daba bien, que no me daba bien, que era normal. Pasaba el tiempo y la cabeza decía ¿cuándo voy a jugar? ¿voy a volver a jugar? Después de la segunda ablación el estudio me dio mal y podía haber otra y yo dije basta. No, basta, no. Por suerte cambiamos de medicamento, que fue acertado, y se normalizó todo. Todo ese proceso fue bastante largo. Yo iba al club y con alguien tenía que descargar. Me costó al principio, porque no era creyente de hablar con personas desconocidas sobre lo que puedo llegar a sentir. Pero me hizo bien, me ayudó a crecer. Me hizo decir ‘me tocó a mí, mejor que no le haya tocado a otra persona, mañana me tengo que levantar y seguir porque el mundo sigue, nadie se para por vos’.
Y un gesto de Bianchi: “Al final, cuando ya se terminaba el contrato, la buena predisposición de Bianchi. Me dijo ‘ponete bien, que hay un partido México con River’. Ya se terminaba mi contrato. ‘Yo te voy a llevar, así ven que estás vigente y que podés jugar’. Eso me lo llevo, agradecido, de por lo menos jugué Superclásico allá”.
El encuentro con Riquelme
“Cuando llego a Tandil, primero entro al hotel y ¿quién baja primero? Román. Me mandan al cuarto, a dejar las cosas, cambiarme. Cuando vamos a almorzar, yo de tantos planteles digo: no me voy a sentar en ninguna silla, a ver si me cargan o me dicen, eh, voy a ponerme colorado. Y nada, esperé, esperé, esperé hasta que me dijeron, ‘sentate acá que es donde se sentaba Matías (Giménez)’, que se había ido a San Lorenzo y justo era la mesa de Román. Yo me senté y lo primero que hice Clemente (Rodríguez) es ‘éste es el que te hizo echar en el Boca-San Lorenzo, el 3 a 0’. Y se empezaron a reír todos”.

Clemente y Rivero, los “amigos de Román”. Foto archivo.
-Fue una época brava: Riquelme, Falcioni, Angelici…
-A veces es menos de lo que dicen. Se agiganta todo lo que pasa en un Boca, he aprendido a que a veces es innecesario aclarar las mentiras. Después lo que creíamos era que nosotros la mejor herramienta para defendernos era adentro de la cancha. Obviamente, si las cosas salen mal las críticas van a estar, son más fuertes, en Boca se habla todo el día, de Boca se habla todo el día, a toda hora. Algunos se aislan, otros no. Yo corro atrás la pelota, no me creo más que nadie, no soy más que nadie, no soy bueno, no soy malo, soy estándar. A veces tanta tele, cuando quieren dañar a uno, o ponderar a uno los medios de comunicación yo creo que lo logran. Cuando se enfocan en algo ‘esto es malo, este es malo’ a la gente la terminás convenciendo. Después van a la cancha, te equivocaste una vez y sos malo. Es fácil porque después nadie te pide disculpas. O nadie aclara. O aprendés a convivir o te tratas de aislar porque de ahí viene el estrés de la cabeza.
-¿Le pegaban de más a Román en esa época?
-Sí, bah, es Román. Para mí es el máximo ídolo. Pero adentro de la cancha y dentro del grupo lo hacía bien. Cuando nosotros salimos campeones nos habían prometido una plata, Román se va porque no le renuevan y Angelici nos quería pagar la mitad. Había un montón de jugadores que se reunían, que pedían que pagaran y que les decían que no. Y después volvió Román y recuperó ese dinero que era para todos, no era para él. Y nadie salió a agradecer. Y es fácil matarlo. Román no estaba en el club, a Falcioni lo echaron y el culpable era Román, y Román no estaba. Y había gente que decía lo echó Román.
“Nosotros habíamos perdido un partido, en Quimes, 3-0. Yo no jugué, Viatri no jugó, creo que el único que había jugado fue Clemente. Y al otro día salió ‘los amigos de Riquelme perdieron’. ¡Si no jugamos! Dolían, esas cosas duelen. Pero hay que aprender a vivir, a lo que no es cierto no hay que darle bola”.
-¿Pero qué pasó en aquella final de la Libertadores ante Corinthians en el 2012?
-Yo creo que el primer partido merecíamos ganar. Por un error nuestro nos llegan al empate. Y después allá fueron dos jugadas aisladas.

Rivero no jugó ese partido defintorio ante Corinthians. Foto Clarin.
Primero Rivero se enfoca en lo futbolístico, que luego desarrolla. Pero sabe que la pregunta va más allá. Al conflicto previo. A la reunión con el presidente Angelici y la decisión de Román de no seguir, todo horas antes de jugar el partido, aquel 4 de julio del 2012.
“Sí, hubo un pequeño dilema. Roncaglia había sido vendido a la Fiorentina y como la revancha era después de julio, Roncaglia no podía jugar porque el club no pagaba el seguro. Entendíamos que Facundo no podía jugar pero él quería viajar. Y el club no lo permitía. Nosotros tuvimos una reunión, decíamos que Facundo era parte de nuestro grupo, Facundo fue el que hizo el gol en la primera final y nos parecía bárbaro que él quisiera viajar. No iba a jugar. Tuvimos esa pequeña discusión, se logró que Facundo viaje a Brasil. Llegamos a Brasil y en el diario Olé salió que Román manejaba el club, que Román hacía esto, que Román aquello. Y por ahí influyó eso en la decisión de él después del partido”.
Y vuelve a la final: “Pero viendo el partido, fueron dos equivocaciones. Una que el jugador de Corinthians tira un taco y le queda a Emerson. Y en el segundo tiempo cuando estábamos yendo a buscar, Schiavi da un mal pase o se equivoca y fue una contra. No nos pasaron por arriba, nos tocó perder. Después salieron a la luz todas esas cosas o que Román dijo esto y siempre hay que buscar un culpable. En un partido de fútbol se gana, se pierde y se empata, nos tocó perder. Pero si analizás el partido yo creo que no fueron superiores. Es más, cuando vamos a Fluminense en octavos, Fluminense sí nos dominó. Y mereció ganar Fluminense. Mirá lo que es el fútbol, terminamos pasando por una sola jugada, pero Fluminense sí fue superior a nosotros. En cambio, Corinthians en ninguno de los dos partidos nos superó”.
Y vuelve a Román: “Después si influyó, no influyó, no lo sé. Nosotros cada vez que entrábamos a la cancha, hacíamos lo mejor posible. En el mismo campeonato se decía que estaban ‘los amigos de éste, los amigos de acá, los amigos de allá’ y salimos campeones invictos. Las críticas siempre van a estar. Siempre se recuerda lo malo. Estuvo Román, se le criticó a él, no se criticó la jugada, no se criticó el sistema, no se criticó el rendimiento de cada jugador. Siempre caen en uno”.
Le dijo que no a Román
La relación entre ambos continúa, aunque menos fluída. Tras su salida de Boca, compartieron plantel en el Argentinos que ascendió en el 2014 y luego el Burrito regresó a Chaca. Tras una salida que le dejó un gusto amargo, puso en pausa su carrera para regresar en Atlas, ya con 41 años, para disputar el torneo de Primera C. Y lo llamó Román...

Rivero y su paso por Atlas a los 41 años. Foto Beto Bocchia.
“Después del primer año, el presidente Atlas me dice que me quede un año más, que estaba contento conmigo. Y a la semana me llama Román para ir a las Inferiores, a desarrollarme como técnico. Pero yo le había dado la palabra al presidente, le dije a Román ‘no, mirá, me queda un año para estudiar y al presidente le di la palabra que iba a continuar, vos sabés que me encantaría’. Le dije que no, así que se habrá enojado, jajaja. No, después hablamos, fui a ver a la Reserva, a veces voy. Y luego un saludito para el cumpleaños, un saludito de Navidad, no soy de molestar, trato de no cargosearlo porque está en una posición muy importante, debe tener un montón de situaciones que arreglar, debe de aislarse de un montón de cosas. Cuando se pueda nos veremos”.
-¿Te lo imaginabas como presidente?
-No me lo imaginaba presidente. Por ahí un manager. Técnico tampoco, siempre dijo que técnico no. Pero hoy lo felicito. Todos opinamos, pero nadie está ahí adentro para ver qué cosa mejora y qué cosa no. Siempre escuchamos el resultado de lo deportivo, el fútbol es tan ingrato que a veces si no entra la pelotita, sos un desastre, ¿no? Yo he ido a ver las prácticas de Inferiores, es impresionante el monstruo que manejan, es difícil. Contento por él porque él vive por Boca, todo el día fútbol, llega un momento que te cansa. A él no le cansa nada, y siempre tratará de cuidar a su club, de que la gente esté contenta en su club. Yo creo que a la larga los títulos van a venir. Hay que entender que no siempre se gana. Hoy en día el fútbol es muy dinámico, muy difícil, cualquiera le gana a cualquiera y un nombre no te hace ganar partidos. Yo siempre le deseo lo mejor a él, a su familia y a todos sus allegados.
-Asumió ese riesgo…
-Lo bueno es que se animó, con todas las contras, con todas las críticas, y con lo que sabía, sabía lo que iba a pasar o lo que pasa. No creo haber leído o escuchado una buena a Román en todo este tiempo, no encuentro alguien que haya salido a decir ‘che, esto hizo bien’. Es muy difícil, y le pone, le pone, le pone y sigue para adelante y eso está bueno. Palos va a haber siempre, todos los días y te van a criticar, pero si vos estás convencido. Y yo creo que él trabaja para cuidar el club. Lo he escuchado varias veces, que el club es de los hinchas, que él quiere cuidar el club, que las cosas no se han hecho bien, no sé cuáles, pero él sabrá más por estar ahí adentro. Y me encanta, me encanta su filosofía, me encanta cómo es, lo que demuestra. A veces no opino igual, pero es un genio, lo refelicito.
-Alguna vez dijiste que no irías al palco a ver un partido con él.
-No, si debe ser insoportable, no te deja ver el partido. ¿No lo ven en la tele que te habla, te habla, te habla? Yo creo que nervioso se pone el otro. Las veces que fui me tocó ir con el staff y se vive re bien. Me encanta la filosofía de que estén todos juntos, todos van a la cancha, en un evento, están todos. Eso no se ve en la mayoría de los clubes, y eso es importante porque es la armonía, la convivencia y te ayuda a laburar bien, contento. Los cocineros, están contentos, el que corta el pasto está contento, el está en la guardia está contento. Todos se conocen, es como una gran familia. Y eso está bueno. Pero bueno, él tiene su palco, su mate que no convida. Dejalo ahí, que vea el partido él, jaja.

Rivero está hace un año trabajando en Chacarita, donde es ídolo. Foto IG Rivero.
La similitud con Bianchi
“Carlos, una maza. Llegó el primer día y ya sabía todos los nombres. Eso lo incorporé también: él no te llama por el apodo, no te llama por el apellido, te llama por el nombre. Y todos deseaban que a Carlos le vaya mal, tanto como manager, tanto como técnico. Porque es el más ganador. Un técnico que ganó dos clubes diferentes varios títulos. A Bianchi estaban esperando que le vaya mal…”.
-Como vos decís que pasa con Riquelme…
-Es como todo, tenés gente que te quiere y gente que no, la gente que no te quiere va a estar esperando festejar tu fracaso. Yo creo que a Carlos que no le fue bien, pero he escuchado que ya está viejo, que no sabe hablar. Yo lo tuve ahí y he aprendido mucho. Y eso que no jugaba, pero la verdad, hay que ser muy respetuoso, es Bianchi. ¡Me dirigió Bianchi! ¿Viste quién me dirigió? ¿Cómo no le voy a hacer caso? ¿Cómo no voy a tratar de brindarme de la mejor manera? A veces el ego del futbolista… Yo qué sé.
La foto viral
Hace años que una foto suya se hizo viral y cada tanto vuelve a circular. “¿Hasta qué edad se puede ser mascota?”, dice el Burrito festejando el chiste. Es que el niño que lleva en andas tiene casi su misma altura. “Es mi hermano, ¿cómo no le voy a hacer upa? Es mi hermano Rodri, tenemos una relación muy especial. En ese momento tenía unos 10 años. Y está orgulloso. Ahora cada vez que voy a la casa quiere recrear la foto. A último momento le digo: ‘Dejate el casquito y te la hago'”. “Me cargan todo el día”, agrega.

Rivero, su hermano y la foto viral. Foto Archivo.
Claro, ahora que volvió a Chaca, como parte del cuerpo técnico de la Reserva. Sigue manteniendo el perfil bajísimo aunque él mismo dice que debería subir un poco la exposición. “Si yo me vendiera mejor…”, dice. Y es que, aunque sea un mito, tiene el tono, la forma y la filosofía de Román.
“Creo que tuve la fortuna de ser deportista y es un logro que nunca me lo imaginé. Por ahí no tengo la dimensión, pero yo corro atrás de una pelota, trato de que el equipo gane y por ahí no me doy cuenta de la alegría que le doy a las personas. Pero no soluciono el país, no le sirvo la comida a esa gente. Soy un deportista que corría atrás de una pelota, no soy superhéroe sino una simple persona que trató de jugar y de dar lo mejor, nada más”.
Dos ascensos con Chacarita (uno con campeonato incluido), uno con Argentinos, Un título con San Lorenzo, dos con Boca y una final de Libertadores. Pero se mantiene humilde: “Jugué a la pelota porque fue mi primer juguete, el único. Se fue dando, en ningún momento puse como objetivo ‘voy a ser jugador de Primera’. Y nunca me puse a pensar en que quiero ir a este club por la plata”. ¿Y si lo vuelve a llamar Román?

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