Dos años inolvidables con la racinguidad al palo total. Quedarán en la memoria la Sudamericana y la Recopa gracias a Gustavo Costas y su equipo. Batallas inolvidables como la de Peñarol, la de Vélez y el recibimiento más emocionante de la historia del fútbol argentino también.
Nada que reprocharle al técnico. Insisto que para mi el estadio de Racing debería llamarse Gustavo Costas. A los jugadores tampoco se les puede reprochar nada, que dieron absolutamente todo y merecieron los penales ante un Flamengo que fue superior, pero que se vio minimizado por una roja injusta.
Sin Sosa, sin Salas en la segunda fase de la Libertadores, ya sin Juanfer y varias ausencias fuertes más. Creo que termina dando bronca la eliminación porque daba la sensación de que esta era la copa para Racing.
El unico responsable que encuentro es el presidente: Diego Milito. El ídolo prometió un salto de calidad en el plantel y nunca llegó. Perdió a su ancho de espadas -el Mencho Salas- y ni Conechny ni Vergara estuvieron a su altura. Maravilla Martínez lo sintió y no fue el mismo que el año pasado.
Aún así, Racing la vivió, la sintió y nadie le quita lo bailado. Ojalá que el ciclo de Gustavo Costas se sostenga en el tiempo.






