Unir la frase “otro día en la oficina” con un niño de 10 años suena incoherente, pero Faustino Oro le volvió a dar sentido. El “Messi del ajedrez”, como se lo empezó a conocer popularmente, se lució sobre el tablero y le ganó ni más ni menos que al campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, para hacer historia una vez más.

El más joven en convertirse en Maestro FIDE, título otorgado por la Federación Internacional de Ajedrez, se impuso ante el segundo campeón más joven de la historia (después de Garry Kaspárov) en una partida bullet este sábado y el nombre del prodigio argentino sigue haciendo ruido a nivel mundial.

Este hito toma cada vez mayores dimensiones al tener en cuenta que Faustino tomó conocimiento de la existencia del ajedrez desde épocas de pandemia. Cuatro años después, el joven argentino ya disputó un Campeonato Mundial de Ajedrez Rápido y se destaca ante los mejores, rompiendo marcas de leyendas como Fischer, Karpov y Kasparov.

¿Qué es el bullet chess?

El bullet chess o ajedrez bala es una variante del juego de ajedrez que se caracteriza por su ritmo extremadamente rápido. En este formato, cada jugador tiene un total de uno a tres minutos para realizar todos sus movimientos durante toda la partida. Esto demanda una capacidad de toma de decisiones casi instantánea y una agilidad mental extraordinaria, ya que no hay tiempo suficiente para un análisis profundo de cada jugada.

El ajedrez bullet se juega principalmente en línea, donde Faustino Oro venció a Carlsen este sábado. A diferencia del ajedrez tradicional, que puede durar horas, una partida de bullet chess puede concluir en apenas unos minutos, lo que añade un elemento de presión y emoción intensos.

Foto: IMAGO

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¿Qué hace tan particular este triunfo, además de la corta edad de Faustino y el rival al que venció? Es que tener destreza en partidas bullet mejora significativamente la capacidad de tomar decisiones rápidas y precisas bajo presión, una habilidad valiosa no solo en el ajedrez sino en diversas situaciones de la vida real.

Además, el entrenamiento y la práctica constantes en este formato pueden agudizar la intuición ajedrecística, permitiendo a los jugadores reconocer patrones y amenazas en el tablero con solo un golpe de vista. Eso sí, la profundidad estratégica que tanto caracteriza el juego queda de lado para darle paso a la velocidad mental y a los reflejos.