“Voy a volver a ganar, vamos a volver a ganar“. La frase, cargada de la épica de un ciclo inigualable y la confianza propia de su autor al renovar contrato por un año más, invitaba a tapar cualquier especulación que girara sobre Marcelo Gallardo. Ese espaldarazo institucional buscaba dotar al técnico de la tranquilidad necesaria. Sin embargo, el Superclásico volvió a desnudar la grieta entre esa nostalgia constante y la realidad.
En su primera prueba, la promesa se convirtió en un juramento deshecho para el mundo Millonario y el efecto de la renovación se evaporó como si nada. En cambio, el 0-2 en la Bombonera agrandó una estadística demoledora: el equipo arrastra nueve derrotas en sus últimos once partidos. Una seguidilla que ningún entrenador del mundo toleraría sobre su espalda, excepto Gallardo. O al menos aquel Muñeco del primer ciclo.
El laberinto de River es, antes que nada, el laberinto de su entrenador. El Napoleón de Waterloo se repite con cada cimbronazo, dando la imagen de un técnico confundido. Pasó con Riestra, Sarmiento, Gimnasia y ahora se repite con Boca. Su decisión de suspender la conferencia de prensa -una vez más- no hace más que ratificar la sensación de que carece de respuestas para dárselas a sí mismo. Porque dentro de ese golpe tras otro, la misión de Gallardo ya no es solo que River gane, sino rescatarse a sí mismo y reencontrarse con esa versión que hoy parece invadida por la nostalgia.

Gallardo no logra que River levante cabeza y continúa dando muestras de debilidad (Getty Images).
Un Gallardo perdido que no lo acompañan desde adentro
Si bien el ojo de la tormenta se posa sobre la línea de cal, aquello que ocurre dentro de la cancha tampoco pasa desapercibido. Este quiebre de la figura central arrastra consigo la jerarquía que se estimaba comprada. River desembolsó grandes millones, pero en la cancha demuestra que en esta crisis hay más ciclos cumplidos que garantías.
La inversión en atacantes como Maxi Salas (8 millones de euros) no se paga con goles; la apuesta por Castaño (14 millones) se diluye en una meseta; y Portillo, que debía aportar solidez, quedó marcado al ser superado en velocidad por Zeballos en el segundo gol. Allí se puede sumar un Matías Galarza Fonda que falló un insólito gol para descontar y continúa sumando partidos que tampoco convencen. Esos números económicos, que en su momento invitaban a la ilusión, hoy señalan la urgencia de una renovación de niveles individuales.

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De todas formas, Gallardo y su confusión tampoco acompaña con sus decisiones tácticas. El planteo inicial con una línea de cinco defensores se desarmó al recibir el primer golpe. Esa fragilidad no deja de verse relacionada con el hecho de que River no remontó ningún partido en todo el año. El técnico, en medio de su crisis, tenía en el Superclásico el mejor escenario para revalidar su voto de confianza, pero la derrota hizo que retrociedera aún más casilleros, uno que llevó al propio Quintero a reconocer “tocamos fondo”.
El golpe de Boca es tan letal porque ataca directamente la zona de confort de Gallardo. El equipo de Claudio Úbeda, que de haber sido eficaz de cara al arco podría haber goleado, capitalizó la debilidad rival para obtener su doble premio: asegurar la Copa Libertadores y dejar al Muñeco contra las cuerdas con la clasificación a su coto de caza predilecto. Incluso el panorama puede ser peor: River podría terminar la actual fecha en puestos de Copa Sudamericana.
Sin embargo, mientras la atención pasa por la tabla anual, la mejor noticia que River puede tener de cara a fin de año es otra. La solución pasa por la autoredención de Gallardo. El entrenador debe cesar las muestras de debilidad y encontrar la llave que le permita dejar de ser un Napoleón prisionero de su propia nostalgia. Esa es la misión: cumplir con la promesa de “volver a ganar” para que Gallardo se reencuentre con Gallardo y las victorias vuelvan a vestirlo como bien supo hacerlo. La pregunta del millón es qué tan posible es que ello suceda.
Datos clave
- Tras el 0-2 en La Bombonera, Marcelo Gallardo arrastra nueve derrotas en los últimos once partidos de River.
- El entrenador Marcelo Gallardo decidió suspender la conferencia de prensa tras la derrota en el Superclásico.
- River Plate no logró remontar ningún partido en todo el año, según el análisis de la crisis.







