Si hay una realidad que a estas alturas nadie puede negar es que los árabes aman el futbol. Desde hace varias décadas llevan invirtiendo enormes cantidades de dinero en infraestructura y han conseguido, con este Mundial como máximo ejemplo, que los más grandes equipos a nivel de clubes y de selecciones jueguen en su territorio. Sin embargo, les ha costado más de la cuenta desarrollar a sus propios futbolistas y los fanáticos, entonces, adoran ídolos extranjeros, occindentales, incluso más que a los propios.
Sean africanos o asiáticos, históricamente los Mundiales le han costado mucho a los seleccionados árabes. El inicio del Mundial de Qatar no parecía la excepción, porque el seleccionado local dejó una muy pobre imagen ante Ecuador, que lo derrotó 2-0 pero pudo golearlo.
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"El dinero no lo puede todo", repitieron en diferentes idiomas quienes se sienten dueños del futbol. Y detrás de Qatar, se apuntó con malicia hacia los otros representantes del Mundo Árabe que ni siquiera habían hecho todavía su debut en el Mundial: Arabia Saudita, por quien nadie apostaba en su estreno ante Argentina; Túnez, que también tenía un duro partido ante Dinamarca; y Marruecos, que se medirá ante Bélgica.
Para cólmo Irán, que si bien no pertenece al Mundo Árabe por ser persas y turcas sus etnias mayoritarias pero que sí está muy emparentado con este por su estilo futbolístico, había mordido el polvo de manera categórica en su estreno, siendo derrotado 6-2 por Inglaterra. Y entonces, ¡todos a la misma bolsa!
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Llegó así el turno del estreno para Arabia Saudita, la selección con peor clasificación en el Ránking de la FIFA de las que disputan la Copa del Mundo. Y en el primer tiempo realmente la pasó mal ante Argentina, que se puso 1-0 en ventaja con un gol de penal de Lionel Messi y pudo marcar tres más, pero cada uno de ellos fue invalidado a instancias del VAR.
Pese al mal inicio, los saudíes habían dejado claras algunas intenciones. Iban a hacer todo lo posible por cuidar el balón cada vez que lo tuvieran y no iban a acumular hombres en defensa solo por cuidar la propia portería. Antes que el complemento pudiera armarse, dos perros de presa presionaron a Messi en mitad de cancha y lo hicieron perder el balón. Salió entonces la habilitación rápida para Al Shehri, que se impuso en el mano a mano ante Cuti Romero y definió cruzado para celebrar el empate.
Lejos de contentarse con el punto, Arabia aprovechó el desconcierto de Argentina y siguió yendo a buscar. Encontró rápido, porque Salem Al Dawsari clavó un golazo como para invitar a que más saudíes compren su playera en lugar de las de Messi, Neymar o Cristiano Ronaldo. 2.1 y sorpresa total en Lusail.
Muchos otros equipos, incluso varios que han sacado chapa de poderosos, hubiesen replegado sus líneas en ese momento. Arabia continuó igual, apostando a la velocidad para el retroceso de futbolistas habitualmente acusados de perezosos que sin embargo quemaron todas sus energías buscando la más invaluable de las joyas: el balón.
Sí hubo que resistir en el final, ante la búsqueda desesperada de La Albceleste. Entonces, ningún jugador árabe dudó en arremangarse, morder, ir al suelo, protestar, ensuciar... Todas virtudes de las que no hacen culto, pero que no tienen dudas en emplear si la causa lo requiere. Arabia Saudita logró un triunfo histórico en Qatar. Arabia Saudita reivindicó, además, al tan golpeado futbol árabe.
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