Apenas unos años antes del surgimiento de La Legión, el tenis argentino tuvo algunos jugadores que lograron destacarse, uno de ellos fue Mariano Puerta, quien alcanzó el techo de su carrera mientras los integrantes de La Legión todavía estaban en plenitud. Por poner algunos nombres propios, Puerta es categoría 78, mientras que Coria y Nalbandian son 82. Más allá de la diferencia de edad compartieron circuito y alguna gesta histórica en la Copa Davis, pero no es que se criaron juntos.
La carrera de Mariano Puerta tuvo altibajos como pocas. Nacido en Córdoba, de adolescente viajó a Buenos Aires para intentar ser tenista profesional, es que tuvo como principal referente a Guillermo Vilas, de quien su padre era muy amigo. Así fue que de a poco se fue involucrando y los resultados llegaron, sobre todo en polvo de ladrillo: lo más destacado de su etapa de junior fue cuando disputó la final de Roland Garros en 1995 ante Mariano Zabaleta, certamen que quedó en manos del tandilense.
Pese a caer en esa final, Mariano Puerta ya daba que hablar y en su ascenso al profesionalismo tuvo muy buenos resultados, sobre todo en polvo de ladrillo. No le cotó mucho mantenerse dentro del top 100 e inclusive en 1998 ganó su primer título ATP, fue en Palermo -Italia- ante Franco Squillari. En el 2000 tuvo un año brillante y fue el segundo tenista -detrás de Guga Kuerten- en conseguir mayor cantidad de victorias en tierra batida: además de ganar el ATP de Bogotá jugó las finales de Ciudad de México, Santiago de Chile, Gstaad y Umag.

El argentino Mariano Puerta.
Lesiones y salud mental
La carrera de Mariano Puerta estaba en franco ascenso tras un año 2000 espectacular. Se afianzó como uno de los mejores en tierra batida, pero una lesión en su muñeca -mientras entraba en calor con Hernán Gumy- lo alejó del circuito por un tiempo largo. Inclusive él mismo le contó a La Nación lo sucedido y cómo repercutió en su cabeza: “Fue entrando en calor con Hernán Gumy. En la primera pelota que toco: me saca despacio y cuando armo, pego el drive, golpeo y sentí un dolor tremendo. Ese año terminé jugando infiltrado. La lesión se agravó hasta que decidimos que me tenía que operar y lo terminé haciendo en Estados Unidos. Y ahí empezó la inestabilidad en mi carrera, las luchas mentales”.
Su regreso a las canchas no fue fácil y le costó darse cuenta que un psicólogo lo podía ayudar, así fue que -mediante consejo de la actriz Sol Estevanez, que era su pareja- acudió al especialista Daniel Durán. Puerta contó cómo vivió su regreso: “En el 2002 no repuntaba. Me sentí cien por ciento responsable del fracaso que fue mi regreso tras la operación. Era tan consciente de eso que estuve durante muchos torneos haciéndome daño a propósito. A veces tirando pelotas afuera a propósito, no siendo humilde, no corriendo algunas pelotas. Hace falta mucha humildad para poder tener éxito en todo. A veces tener tanto éxito siendo tan joven te hace ser soberbio. Hubo un momento en el que dije: ‘O me perdono o esto se termina’. No podía seguir así”.
Primer doping
En el año 2003, Mariano Puerta estaba volviendo a su mejor nivel y tras una derrota ante Agustín Calleri, en el ATP de Viña del Mar, al zurdo le realizaron un control antidoping que resultó positivo y así fue que recibió nueve meses de suspensión. En su organismo se encontró clenbuterol, una sustancia prohibida. Así lo recordó Puerta: “Voy a ese torneo en Chile, ganó en primera ronda, pierdo en segunda con Agustín Calleri, tengo control antidoping, todo normal, me voy, hasta que unos meses después me informan del control antidopaje positivo. Digo: ‘¿Qué es esto? ¡Ah, el remedio!’. Me quería morir”.

Puerta era dueño de una enorme potencia.
Vuelta al circuito con todo
En julio de 2004, Mariano Puerta fue habilitado para competir nuevamente y pareciera que su carrera tuvo un renacer espectacular. Ya para 2005 hizo final en el ATP de Buenos Aires -cayó ante Gaudio- y en Casablanca obtuvo su tercer título ATP al vencer a Pico Mónaco en la final. Sin dudas, su mejor momento fue en Roland Garros 2005, cuando llegó a la final y allí se encontró con Rafael Nadal -a quien había superado en una final de un Challenger en 2003- que por entonces nunca había ganado un título de Grand Slam.
Segundo doping y el final de su carrera
Aquella final de Roland Garros marcó un antes y un después en su carrera. Si bien terminó cayendo en 4 sets -ganó el primero 7/6, pero luego Rafa se impuso en los siguientes por 6/3, 6/1 y 7/5- la realidad es que unos días más tarde llegaría la peor noticia que podía recibir y es que el control antidoping dio positivo, en esta oportunidad la droga encontrada fue epinefrina, la cual fue encontrada en una baja dosis en su cuerpo y él alegó que fue producto de tomar agua contaminada de la botella de agua de su esposa, que tomaba un medicamento.
A Mariano Puerta lo sancionaron por ocho años, lo que claramente era el final de su carrera, pero en 2006, el TAS redujo su pena a dos años y le permitió volver a jugar en 2007. El zurdo lo hizo y su mejor resultado fue ganar el Challenger de Bogotá en 2008, pero la realidad es que su último partido en el circuito ATP fue aquella final de Roland Garros 2005, la cual marcó su carrera para siempre.
Ese mismo año, Mariano Puerta junto a David Nalbandian consiguieron una histórica victoria en el dobles de la Copa Davis ante Australia en condición de visitante, en césped. Los cordobeses vencieron a Wayne Arthurs y Lleyton Hewitt en sets corridos. Además, también en 2005 alcanzó el mejor ranking de su carrera, fue el 15 de agosto que llegó a ser el número 9 del ranking de la ATP.

Mariano Puerta y su zurda.
El día que casi muere junto a sus hermanos
Cuando era chico, Mariano Puerta -junto a sus hermanos- estuvo cerca de la muerte y así se lo contó hace unos años a La Nación: “Jugué una exhibición en la localidad de Dolores con Eduardo Bengoechea; creo que tenía 15 años. Y volviendo de ese viaje, teníamos como una combi, mi papá y mamá iban adelante, mis hermanos y yo íbamos atrás, y parece que la chapa donde apoyábamos los pies en la parte trasera estaba picada y desde el caño de escape se empezó a meter monóxido de carbono”.
“Mis viejos tenían los vidrios semiabiertos, entonces no sentían nada y todo quedaba atrás. Hasta que nos empezamos a dormir, uno por uno. Estábamos a la altura de La Plata, mi viejo para a cargar nafta y se ve que le llamó mucho la atención que nos hablaban, nosotros no le contestábamos, se asustaron y yo me desperté en el hospital. Lo que dijeron los médicos fue que si no paraba a cargar nafta y seguía hasta nuestra casa íbamos a llegar muertos. Así, tal cual”, concluyó el cordobés.

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