El nombre de Pablo Mastroeni, quizás, no genere una alta repercusión en suelo argentino, pero a la vez, es uno de los más conocidos en Norteamérica. La razón es simple: su familia emigró a Estados Unidos cuando él tenía apenas cuatro años, en 1980. Y fue allá, donde construyó una carrera que lo convirtió en profeta en su tierra. Al menos en lo que al fútbol se refiere. Fue capitán de la selección estadounidense, disputó dos Mundiales y hoy es un respetado DT en la MLS.
Aunque su acento lo delate como estadounidense, el vínculo con Argentina nunca se rompió. “Nació con una pelota en el pie. Tengo fotos de Pablo jugando en Mendoza“, contó su padre Francisco en una entrevista con Clarín en 2002. Mastroeni creció siendo hincha de Boca y admirando a ídolos como Diego Maradona, Fernando Redondo y el Cholo Simeone, a quienes buscaría imitar durante toda su carrera haciendo las veces de volante central.
Esa pasión lo llevó a coquetear seriamente con el fútbol argentino. A los 15 años, durante un viaje, participó de varias prácticas en las divisiones inferiores de Ferro Carril Oeste, donde impresionó y le ofrecieron un lugar en la pensión del club. También estuvo brevemente en el radar de River y San Lorenzo. Sin embargo, optó por regresar a Norteamérica para seguir su formación.
Leyenda en Estados Unidos
El regreso a la región donde pasó gran parte de su vida terminó dando sus frutos. Fue drafteado en 1998 por el Miami Fusion, aunque sería en Colorado Rapids donde se convirtió en una leyenda absoluta. Llegó en 2002 para dejar su huella con un ciclo que se extendió durante más de una década. Sus récords lo definen: es el futbolista con más partidos en la historia de la franquicia (225) y más temporadas luciendo la cinta de capitán (ocho). Para dejarlo aún más en claro, el club retiró su camiseta número 25 en su honor. Combo completo.

Pablo Mastoreni durante su etapa como jugador de Colorado Rapids (Getty Images).
Sus buenos rendimientos en la MLS lo catapultaron a la selección de Estados Unidos, el país que lo adoptó y decidió representar. Con dicha camiseta también se convirtió en un referente: jugó los Mundiales de Corea-Japón 2002 y Alemania 2006, sumado a que ganó tres Copas Oro (2002, 2005 y 2007).
El bigote y la crisis repentina
Tras su retiro en Los Ángeles Galaxy en 2013, la transición a entrenador pareció natural. Al año siguiente asumió en Colorado Rapids, su segunda casa, y, poco a poco, comenzaría a hacerse un nombre en la dirección técnica. Así fue como, en 2016, llegó a las semifinales de la MLS y salió segundo en la votación a mejor DT del año. En paralelo, su físico también se transformó en un imán mediático: lució un excéntrico bigote que fue comparado con el del Capitán Garfio o Ricardo La Volpe.
Pero el éxito fue efímero. Tras esa gran temporada, en 2017 los resultados no se dieron y la misma franquicia que lo idolatraba lo despidió. Allí comenzó la crisis. Mastroeni entró en un pozo. “Pasé los primeros seis meses culpando a todos en Colorado por mi despido“, confesó.

Pablo Mastroeni y el bigote que causó furar (@enzoac88).
El teléfono dejó de sonar. Mientras, llenaba cuadernos y veía partidos. Pero el mercado no se abría, aunque había un problema mayor: sus hijos estaban en la secundaria y no quería mudarse de Colorado. “Pasé otros seis meses tratando de averiguar cómo podría entrenar a un equipo profesional en Colorado. Y la verdad es que no hay opciones”, se sinceró.
Sin fútbol, necesitado de un ingreso y de “sentirse vivo nuevamente”, Mastroeni aceptó la oferta más impensada. Un amigo, dueño de una empresa de agua, lo llamó. “Me dijo: ‘Pablo, ¿te gustaría venir y ayudarme? Tengo un proyecto de tres semanas’“, contó. El glamour de los Mundiales se esfumó en un segundo.
Y agregó: “Me presenté en el taller, me puse las botas de goma, y me subí al camión. Salté a una zanja y me lanzaron una pala“. Su trabajo, por 18 dólares la hora, de nueve a cinco, era asegurarse de no cortar líneas de gas o electricidad. La nueva imagen del ex capitán mundialista era cruda. “Llegaba a casa todos los días exhausto. Estaba sentado en una trinchera, cubierto de lodo“, recuerda.
El regreso a las canchas
Ese “momento oscuro” tuvo su punto de inflexión cuando Pablo recibió el llamado de su hermano. “¿Estás emocionado por el trabajo hoy?“, le preguntó, conociéndolo. Mastroeni frenó y reflexionó: “No. Estoy trabajando en estas zanjas, cuando soy considerado un profesional en otro campo“.

Mastroeni volvió al ruedo en Real Salt Lake, luego de duros meses fuera de las canchas (Getty Images).
En ese instante decidió que debía volver al fútbol, costara lo que costara. Casualidad o no, a la semana siguiente el destino le dio una mano. “Recibí una llamada de la MLS, querían que fuera a ayudar con algunas cosas de Playoffs. Y Tab Ramos me llamó y me preguntó si quería unirme a él en Houston“, reveló.
Fue el regreso a su verdadera pasión. Mastroeni se reinsertó, fue asistente en Houston y finalmente, en 2022, asumió como DT principal del Real Salt Lake, en donde se mantiene hasta la actualidad. El mendocino dirige desde el banco, ya lejos de las zanjas y el lodo, una cicatriz que le hizo valorar aún más la línea de cal.
DATOS CLAVE
- Pablo Mastroeni emigró a EE. UU. en 1980 y jugó dos Mundiales.
- Colorado Rapids retiró su camiseta número 25; tiene el récord de 225 partidos.
- Tras ser despedido en 2017, trabajó cavando zanjas por 18 dólares la hora.

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