Esta vez River estuvo a la altura en Brasil. El Muñeco Gallardo planteó ben el partido y estuvo con vida hasta el penal. Hasta el penal de Acuña. Por eso, quiero hablar de Marcos Acuña tras la eliminación en la Libertadores.
Un campeón del mundo al que River fue a buscar para que le gane partidos, para que mejore al equipo, para haga goles de afuera del área como hizo en la Selección y en toda su carrera, para que tire centros de gol y hasta para que genere penales. A fin de cuentas, buscaron a un tipo para que vaya al frente en todas.
En cambio, se encontraron con un tipo que parece que quiere ser boxeador. Se quiere pelear todos los partidos, vive guapeando a los rivales y dejando a River con uno menos en los partidos más importantes. Ya lo hizo ante Inter de Milán, cuando se peleó con Denzel Dumfries en el Mundial de Clubes, y ahora lo hizo ante Palmeiras.
La primera amarilla que se ganó el Huevo fue totalmente innecesaria, yendo a empujar a Vitor Roque y a torearse con Emiliano Martínez. A ver, Marcos, te lo digo simple: estás equivocado, y totalmente confundido. River no te fue buscar para que te hagas el malo en la cancha. Te fueron a buscar para que juegues al fútbol y que hagas lo que hacías en la Selección Argentina.
Ayer Gallardo otra vez le hizo un tirón de orejas, diciendo que no le gustó lo de los últimos minutos. Huevo, o cambiás o te vas a quedar afuera de River… Tenés un contrato europeo, y tu primer año y medio en River es pobrísimo. No marcás la diferencia en la pelea por el puesto con un veterano como Milton Casco, y por algo perdiste el lugar en la Selección.

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River, la verdad, en San Pablo estuvo muy bien. La serie con Palmeiras la perdió en el Monumental. Acuña, nuevamente dio la tecla desagradable que sentenció la noche millonaria.






