El tenis estadounidense tuvo enormes representantes entre las décadas del 90 y los 2000. Probablemente los primeros nombres que se vengan a la cabeza de los amantes del tenis sean los de Pete Sampras, Andre Agassi, Serena Williams, Venus Williams o Lindsay Davenport, pero hubo infinidad de jugadores y jugadoras que se destacaron. Una de ellas fue Corina Morariu, quien tuvo una gran carrera en dobles, aunque en el medio debió luchar contra una dura enfermedad, la cual le detectaron a los 23 años. Se recuperó, volvió al circuito y estuvo a punto de ganar su tercer título de Grand Slam.
Sus comienzos en el tenis
Corina Morariu nació en Detroit el 26 de enero de 1978 y se apasionó por el tenis desde chica. Sus comienzos en el profesionalismo fueron en 1994 y desde siempre tuvo claro que iba a competir tanto en individuales como en dobles. De hecho, en dobles fue donde tuvo sus mejores resultados, aunque en individuales supo ser campeona WTA en una oportunidad y alcanzó el puesto número 29 en el ranking.
Wimbledon, número 1 del mundo y Abierto de Australia
Sin dudas, en pareja con Lindsay Davenport, Corina Morariu mostró su mejor cara en el tenis: juntas ganaron Wimbledon en 1999 -derrotaron en la final a Mariaan de Swardt y Elena Tatarkova- además fueron finalistas del Abierto de Australia de 2001 y de 2005, en caídas en ambos encuentros. Por otro lado, Morariu fue número 1 del mundo en dobles en el año 2000. En dicha modalidad conquistó nada más y nada menos que 13 títulos. En dobles mixtos fue campeona del Abierto de Australia de 2001 junto a Ellis Ferreira.

Corina Morariu en 1999, año en que ganó Wimbledon. (Foto: Getty).
Una enfermedad que lo cambió todo
En ese mismo año 2001, cuando apenas tenía 23 años y venía de ganar el Abierto de Australia en dobles mixtos y de jugar la final en femenino, Corina Morariu vivió uno de los momentos más duros de su vida cuando le detectaron que tenía leucemia. Lógicamente debió abandonar el circuito, se sometió al tratamiento correspondiente y, afortunadamente, logró superar la enfermedad e inclusive volvió a competir de manera profesional.

Morariu, emocionada en 2002, tras superar la enfermedad. (Foto: Getty).
Retiro y embajadora
Tras superar la leucemia, Corina Morariu todavía tenía mucho por dar en el mundo del tenis. De hecho, continuó compitiendo en dobles y tuvo grandes resultados: entre 2004 y 2006 ganó seis títulos -tres de ellos con su emblemática compañera Lindsay Davenport- e inclusive fue finalista del Abierto de Australia de 2005, aunque en aquella oportunidad con derrota ante Svetlana Kuznetsova y Alicia Molic. Finalmente, en 2007 se retiró de manera oficial y se convirtió en embajadora internacional de la Sociedad de Leucemia y Linfoma.

Morariu y Davenport tras caer en la final del Abierto de Australia de 2005. (Foto: Getty).
Su vida después del tenis: comentarista y escritora
Una vez que dejó la actividad profesional en el año 2007, Corina Morariu fue comentarista de tenis en Tennis Channel y también escribió un libro para contar su historia, el cual se tituló “Living Through the Racket: How I Survived Leukemia…and Rediscovered My Self”, que traducido al español quiere decir “Viviendo a través de la raqueta: cómo sobreviví a la leucemia… y me redescubrí”.

Corina Morariu ganó un título WTA en individuales y 13 en dobles. (Foto: Getty).
En relación a la publicación de ese libro, la ex tenista dialogó hace unos años con Tennis.com y dijo: “El cáncer fue la llamada de atención, el catalizador del resto. Casi siento que antes de enfermarme vivía con anteojeras. Mi padre quería que jugara al tenis; jugué al tenis. Tuve una relación en la adolescencia y me casé. Mi vida no cambió mucho y seguí adelante jugando al tenis y haciendo lo que creía que debía hacer”.

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Además, agregó: “Tuve una vida con tantos privilegios, así que eso me facilitó seguir por ese camino. De repente, me enfermé y me arrebataron todo. Me quito las anteojeras y, de repente, estoy como cegado. No sé cómo darle sentido a todas estas cosas. Sabes, te arrebatan gran parte de la inocencia cuando pasas por algo así.”.

Morariu en la firma de su libro en el año 2010. (Foto: Getty).
“Aceptar todo eso, las consecuencias y cómo viví mi vida antes del cáncer, cómo quería vivir mi vida después… quiero decir, no se puede subestimar lo difícil que fue el proceso de luchar contra el cáncer, pero el impacto emocional fue lo más difícil de afrontar”, concluyó Morariu.

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